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Obras son amores

Simplemente hay que darse una vuelta por la ciudad para comprobar que gracias a un cúmulo de actuaciones, algunas pequeñas que pueden pasar incluso desapercibidas, y otras de gran calado, Melilla es hoy una ciudad más favorable al peatón y a quienes apuestan por otras formas de desplazamiento más sostenibles que al principio de esta legislatura Obras son amores, y no buenas razones. Dicho de otro modo, los hechos son los que demuestran, de verdad, la intencionalidad de las promesas que se hacen. En lo que se refiere al aspecto de la movilidad sostenible, que es uno de los ejes de esta legislatura para el Gobierno de Melilla, se está cumpliendo, aunque siempre se pueda hacer más. Simplemente hay que darse una vuelta por la ciudad para comprobar que gracias a un cúmulo de actuaciones, algunas pequeñas que pueden pasar incluso desapercibidas, y otras de gran calado, Melilla es hoy una ciudad más favorable al peatón y a quienes apuestan por otras formas de desplazamiento más sostenibles que al principio de esta legislatura.
El carril bici, del que hablamos en estas mismas líneas recientemente, es un ejemplo. Pero también otras dos obras que han coincidido en el tiempo en diferentes puntos de Melilla y que van encaminadas a quitar espacio al coche para dárselo, o mejor dicho, devolvérselo, al peatón. Una de ellas es la remodelación de la calle Marqués de Montemar, en el Industrial. Esta obra está aún en ejecución y le queda bastante para terminar, pero los primeros resultados están aflorando y lo que se empieza a ver tiene muy buena pinta. Ya hay un tramo donde se ve perfectamente cómo el espacio peatonal ha ganado bastante terreno en la calle, ocupada antes prácticamente en su totalidad por los coches. Y otro ejemplo de brotes verdes, estos de verdad: se han plantado árboles en uno de los lados de la calle, que antes estaba dominado por el asfalto. Esto significa más vida, más sombra. En definitiva, un incentivo para caminar, al que anima la estética más bonita que ahora tiene el barrio en comparación con la anterior.
Esta actuación de la Consejería de Coordinación y Medio Ambiente, aún en marcha, ha coincidido en el tiempo con otra que ha impulsado la Consejería de Fomento y que ya ha terminado. Nos referimos al paseo continuo que se ha generado en la calle Mar Chica, donde se han eliminado cuatro grandes cruces, poniendo fin a los siempre preocupantes puntos negros que tantas quejas han provocado, con mucha razón, por parte de los vecinos del Real. En los otros tres que se han dejado para que los vehículos puedan atravesar Mar Chica o cambiar de sentido, se han instalado pasos de peatones elevados, lo que permite un paseo central accesible y más cómodo, además de esa preferencia peatonal de la que hablábamos antes.
Es una iniciativa parecida a la que se hizo en calle La Legión en la legislatura anterior, que generó tantos amores como odios, pero mucho menos controvertida, con una finalidad similar e infinitamente más sencilla y barata de ejecutar. Habrá que ver los resultados de la obra de la calle Mar Chica antes de sacar conclusiones, pero a la vista de lo que aún sigue sucediendo en calle La Legión varios años después de haber terminado el bulevar, con excesos de velocidad constantes y la invasión de espacios peatonales por parte de conductores que abusan de la doble fila porque no quieren molestarse en buscar aparcamiento, parece claro que la solución que se ha dado a Mar Chica es más acertada y debería ser copiada para Jiménez e Iglesias, que es, quizá, la calle del Real más damnificada desde que se construyó el bulevar de La Legión.

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