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CARTA DEL EDITOR.

La guerra silenciosa y tenaz

Jesús Cacho, “El negocio de la libertad”, publicado en febrero 2000. Gobierno de JM Aznar, primer Gobierno de la derecha democrática española, sustituyendo desde marzo de 1996 a “un Partido Socialista que había descarrilado tras casi 14 años de poder por culpa de la corrupción y el crimen de Estado”. El balance de casi 14 años de poder de Felipe González/PSOE: “un desempleo que superaba el 23% de la población activa, la enorme deuda pública, la corrupción galopante, el terrorismo del GAL, la quiebra de instituciones claves del aparato del Estado (Guardia Civil, Cesid, Ministerio del Interior, etc)”. Han pasado 22 años desde aquel Gobierno del mejor presidente que ha tenido el PP, José María Aznar, de aquel primer Gobierno de la derecha democrática española que cambió, para bien, el rumbo de España. Después, la masacre terrorista del 11/N en Madrid, todavía no aclarada, el horrible Gobierno del guerracivilista Zapatero, los dos Gobiernos del “popular” Rajoy -con mayoría absoluta el primero, en minoría el segundo- que hizo bueno el lamentable, e injustificable, dicho de que la diferencia esencial de la izquierda con respecto de la derecha es sentirse moralmente superior y ¡que la derecha lo acepte! Ahora España tiene un verdadero “Gobierno Frankestein”, con un lema propagandístico que ya lo dice todo, “somos la izquierda”, como si, siguiendo la doctrina de Lenin o Stalin, eso, esa presunta superioridad moral, fuera suficiente para ejercer el poder y justificar todo. El resultado es que España, con comunistas, separatistas antiespañoles, terroristas y guerracivilistas varios en el poder, está en la, probablemente, más peligrosa situación de su larga, y extraordinaria, historia
Melilla, una apasionante ciudad laboratorio, está tambien en una situación parecida a la del resto de nuestro país. La Gaceta Local, que se publica todas las semanas con el MELILLA HOY, es un documento fundamental para conocer cómo fue nuestra ciudad, paso previo indispensable para entender cómo somos ahora y cómo podremos ser -o no ser- en el futuro. La Gaceta Local de Melilla es, además, el resultado de un enorme y valiosísimo esfuerzo de la Redacción de nuestro periódico y de muchos colaboradores que tienen a Melilla en su cabeza y en su corazón. A todos, internos y externos, les debemos un inmenso y profundo agradecimiento. Yo se lo tengo y mi pena es no podérselo agradecer más y mejor materialmente. Hago todo lo que puedo en estos difíciles momentos y lo que puedo, y debo, es asegurar a todos que esto, el periódico, es mi vida y que seguiré luchando por todos elllos, sin rendirme ni cansarme, hasta que me muera.

Para que entendamos mejor la situación de extrema peligrosidad en la que se halla Melilla recomiendo la lectura en la Gaceta Local del pasado jueves de un extraordinario artículo, publicado en el área de “Nuestro entorno. Vecinos”, de Marcos R. Pérez González, con un título muy elocuente: La guerra silenciosa. Parte el artículo de un hecho, vergonzoso para España, que, por antigüo, ya consideramos como normal: El 28 de enero de 1958 el Ministerio franquista de Asuntos Exteriores recibió un telegrama del cónsul español en Nador que advertía de la ocupación marroquí de 375 metros de los 500 que ocupaba la zona neutral fronteriza de Beni Enzar, que quedó reconocida como tal en cuatro tratados hispano-marroquíes, de 1859, 1860, 1861 y 1862. Se perdió así, sin resistencia alguna, el colchón de seguridad fronterizo aceptado y pactado por Marruecos y España. Desde entonces los problemas fronterizos han sido constantes y en continuo crecimiento y se ha consolidado la idea de que “el principal motor del desarrollo local es el tráfico de mercancías con destino a Marruecos, circunstancia que implica mantener un régimen de gestión fronteriza absolutamente extemporáneo e incluso peligroso”. Desde la independencia del país vecino “las autoridades (españolas) se vieron impotentes (o incapaces) para desarrollar alternativas viables que pudieran sustentar la economía local” y el resultado ha sido, además de indices mayores de pobreza, “el colapso fronterizo, el comercio irregular, la presión migratoria, narcotráfico, elevado gasto en servicios sociales e inseguridad o destrucción de infraestructuras urbanas, por citar solo algunos casos”, en resumen, una economía extractiva, como la definió Popper. Según Marcos Rober “Marruecos inició una guerra silenciosa contra Melilla y Ceuta desde la independencia del pais, en 1956”, así que “la cuestión de la aduana de Melilla era una muerte anunciada dese hace mucho tiempo, vía esa guerra silenciosa, en éste caso en el ámbito económico”.

En éste punto, me parece conveniente repetir lo que decía al final de mi Carta de la semana pasada: Melilla, en primer lugar para sobrevivir y después para tener un futuro de progreso, necesita ineludiblemente tres cambios. El primero, uno y radical, de su estructura y orientación políticas. El segundo, liberar su economía de la tenaza pública y burocrática, para, entre otras cosas, no depender ni dejarse manipular por Marruecos, cuya doctrina oficial es que la Melilla española desaparezca. El tercero, ser más Europa, para lo que es imprescindible -manteniendo nuestras ventajas fiscales, como Canarias- la entrada en la Unión Aduanera Europea. Esa es la tarea que el nuevo Gobierno que surja de las elecciones de mayo de 2019, que más que probablemente será un Gobierno de coalición, habrá de alentar y facilitar. Ese es el primer e imprescindible paso que hay que dar: una manera diferente de gobernar a partir de mayo de 2019 (no después) acorde con los tiempos y la situación de extrema gravedad de Melilla, que haga posible lo que ahora es imposible, nuestra verdadera incardinación con Europa y el angustiosamente necesario cambio económico y social. Con Marruecos como proveedor y cliente, pero sin depender de Marruecos.

Posdata: Muy agradable la reunión de la Junta Directiva provisional de la Paltaforma de Empresarios, de la frontera, en la Delegación del Gobierno, con la Delegada a la cabeza. Tenéis muchísima paciencia, les dije a Moh, Moga y Moya, al final de la larga reunión. Y no dudo de sus buenas intenciones, pero, desgraciadamente, pueden hacer muy, muy poco, para arreglar un problema de Estados, el europeo, el español y el marroquí, con una larga historia de desacuerdos y, en nuestro caso, el de España, de cesiones y rendiciones ante nuestros incómodos vecinos (un vecino que quiere que te vayas de tu casa, que es mucho mejor que la suya, no acostumbra ser muy agradable).

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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