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Recuerdos Patronales en honor a Nuestra Señora de la Victoria

Un año más gracias a Melilla Hoy volvemos a ver en sus páginas Recuerdos Patronales escritos en el pasado siglo y publicados en El Telegrama del Rif. Muchas son las personas que a lo largo de los años y en los días cercanos a la festividad de Nuestra Señora de la Victoria, Patrona Coronada y Alcaldesa Honoraria Perpetua de Melilla, escribían sobre Ella.

En la fiesta mayor
Santa María de la Victoria y Melilla

Sin pretensiones ostentosas que siempre son ridículas- mucho más en esta ocasión en la que con extremada sinceridad reconocemos otros mayores méritos para justificar una llamada a la conciencia popular en recuerdos tradicionales de las fiestas del pueblo en honor y honra de la Virgen-Patrona-, nos lanzamos a esta empresa dentro de nuestras pobres aptitudes impulsados más que nada por nuestro cargo en la congregación melillense, nunca por nuestros méritos y siempre por la mayor honra y gloria de la Virgen de la Victoria.
Con regusto de sana alegría, nuestra ciudad está celebrando en estos días sus tradicionales festejos rebosantes de algarabía y luminosidad enredada entre los miles de atractivos y originales pasatiempos en el real de la feria y en otros lugares de expansión con que se apresta toda la ciudad- que ya ha bajado de su histórico Peñón- se robustece y llena su papel de pueblo español ancho y bello, como mocita postinera de una Andalucía que sin dejar su sabor de morería, tiene el sugestivo encanto de lo español metido en la médula de sus huesos hechos a fuerza de duros recuerdos de pólvora y de estampas heroicas de bravos y bizarros defensores en un demostrado valor de arrogancia y hermosura varonil, como novios que se funden en un mismo amor: la Patria y España…
Muchos son los recuerdos que vienen a la memoria sobre estas fiestas que saben a romancero y que llevan prendida en cada faceta de su ciclo la historia firme y certera de un tesón y de una hidalguía nacional, prendidas en los jirones- tantas veces teñidos en sangre y sudores- de nuestra gloriosa y eterna enseña patria…
Pero como el recuerdo en esta ocasión ha de salir precisamente para alegrar y reir; para gozar y vivir unos días de verdadero ensueño, de poesía, de música, de toros, de canto y de jolgorio… nada mejor que predisponerse a ello con la misma visión de espíritu que aquellos antepasados nuestros, conquistadores y defensores de estas tierras españolas que tantas glorias tiene dadas a nuestra Nación.
Como aquéllos debemos reir y gozar; como aquéllos, sentir y saber que todo el pasado, el presente y el futuro de Melilla están ligados de una manera inquebrantable al patrocinio de la Virgen, Santa María de la Victoria. Aquélla a quien volvían sus ojos en sus amarguras y congojas, en sus triunfos y alegrías los hombres de armas que guarnecían la Plaza y, muy especialmente, la gente de mar como tan magistralmente lo describe nuestro ilustre cronista en su “Resumen histórico de Patronazgo de María Santísima de la Victoria”, y del que por su interés recogemos una brillantísima faceta en la que relata lo que en principio fuera la Fiesta Mayor de Melilla.
Dice don Rafael Fernández de Castro y Pedrera que la fiesta en honor de la Patrona alcanzó en esta plaza desde los primeros tiempos inusitado esplendor, y que llegada que era su víspera cubríanse los balcones de colgaduras prestando oportunidad a que aquellos vecinos lucieran en ellos los mejores reposteros y colchas de las viviendas poniendo el pueblo un muy señalado empeño en solemnizar fastuosamente a su Patrona dulce y celestial consuelo en sus amarguras.
Y cuenta con la maestría de su estilo, que tal era la algarabía y jubilo desbordante que venía a producirse en el casco de la plaza durante la fiesta mayor, que los moros de las vecindades se preguntaban intrigados un año y otro cuales eran los motivos para tanto regocijo como expresaban los disparos de artificio y el constante vocerío y música que hasta el campo moro llegaban…
Hoy en día- decimos nosotros- afortunadamente los musulmanes saben a la perfección, los móviles de nuestra algazara y contento por que con nosotros comparten estas expansiones del divertirse y disfrutar de la fiesta en la ciudad donde bulle el espíritu más sentido y elevado de hermandad entre dos pueblos que se quieren y compenetran.
Es la Virgen nuestra Señora la que obra portentosos milagros en todas las épocas históricas de la ciudad y a Ella debemos nuestro dichoso contento por su especialísima protección. Ella desde el cielo también ha de compartir sin duda nuestros gozos y reir con nosotros si sabemos mantener en estas fiestas el espíritu de lo moral y de lo religioso que siempre es compatible en cualquiera ocasión con todos los divertimentos donde campee como en aquellos primeros tiempos- rey y señor del ambiente festivo y jaranero- el sentimiento profundo del más elemental pudor y de la decencia, espejos fragilísimos que hay que cuidar, porque en ellos afortunadamente se han mirado y se miran pueblos enteros del mundo al conjunto maravilloso de la guarda de nuestra genuina fe en Dios y en María Santísima de la Victoria.

M. Asenjo y Diaz
El Telegrama del Rif de 7 de septiembre de 1950

Aquel año en la ofrenda a Nuestra Señora de la Victoria, el entonces comandante general don José Jiménez Jiménez, le dirigía las siguientes palabras a Nuestra Patrona:
“Soberna, Reina y Señora:
Madre amadísima, Santísima Virgen de la Victoria: a Vuestras Plantas me presento en súplica de que aceptéis mi modesto ofrecimiento de entregaros este bastón, símbolo de Mando que ostento..
Lo hago, Madre mía, con satisfacción inmensa, con orgullo de católico y Caballero Congregante de la Asociación que Vos, Señora, patrocináis, convencido, por mi fe, de que me inspiraréis cada día al dedicaros mi primera oración, al despertar, los dones y virtudes necesarios para poder ejercer el Mando, por Vuestra delegación cristiana, justa y acertadamente y para que todos mis actos sean siempre tan honrosos como requieren los servicios a Nuestro Señor Jesucristo, a Vos amadístima Madre, ¡y a mi querida España!
Es la mayor satisfacción de un jefe, tener seguridad de que sus soldados están dispuestos a cumplir fielmente su obligación; para ello basta, Virgen Santísima de la Victoria, Vuestra protección; concedédmela a mi para que pueda cumplir mi misión en pro de la Grandeza Hispana y el esplendor y prestigio de su Leal y Heroica ciudad de Melilla, a la que tanto amais y protegéis, como Reina, Madre y Patrona.
Concededla también a las Fuerzas militares de la Plaza, tradicionalmente a Vuestras Ordenes para que conserven inquebrantablemente las virtudes morales, cristianas y patrióticas que poseen, que así lucharán con entusiasmo y con fe, cuando lo mandéis, por Dios, por Vos y por la Patria.
También os suplico, Soberana Señora, continuéis derramando vuestras Gracias sobre España en general.
Es gracia que os pido, Madre mía, de entre las infinitas que derramaréis sobre vuestros devotos hijos, en este solemnísimo día de Vuestra Festividad, para que cuantos os amamos, podamos seguir el ejemplo de aquellos que gloriosa y heroicamente dieron su vida defendiéndoos, al defender esta ciudad, tan amante de su Patrona y tan amada por Vos.
Con el mayor fervor, Reina Madre y Señora nuestra ¡Excelsa Patrona de la ciudad de Melilla! ¡Dios te Salve!…

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