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Carta del Editor

Bienvenido, Mister Casado

A principio de los años 50 del siglo pasado el Gobierno de los Estados Unidos puso en marcha el conocido como Plan Marshall para ayudar a reconstruir parte de la Europa Occidental dañada tras la II Guerra Mundial. España, que se mantuvo neutral durante la Guerra, quedó excluida por razones políticas de rechazo al régimen franquista, al que luego los EEUU reconocieron, tras la histórica visita a Madrid del presidente norteamericano Eisenhower, cuyos entresijos cuenta muy bien el por aquel entonces embajador español en Washington, José María de Areilza, en su libro "Así los he visto". A principio de los años 50 del siglo pasado el Gobierno de los Estados Unidos puso en marcha el conocido como Plan Marshall para ayudar a reconstruir parte de la Europa Occidental dañada tras la II Guerra Mundial. España, que se mantuvo neutral durante la Guerra, quedó excluida por razones políticas de rechazo al régimen franquista, al que luego los EEUU reconocieron, tras la histórica visita a Madrid del presidente norteamericano Eisenhower, cuyos entresijos cuenta muy bien el por aquel entonces embajador español en Washington, José María de Areilza, en su libro "Así los he visto".

Lo del Plan Marshall proporcionó tema y nombre a "Bienvenido, Mister Marshall", la extraordinaria película dirigida por Berlanga y magistralmente interpretada, entre otros, por Pepe Isbert. El imaginario pueblo de Villar del Río es alertado de que se va a producir una visita de diplomáticos estadounidenses y se prepara para intentar obtener los famosos beneficios del Plan Marshall, de los que tan necesitado estaba ese imaginario pueblo, como tantos otros de la España de aquella época.

Que al final los norteamericanos no pararan en el pueblo no quiere decir que, al haber utilizado yo en esta Carta el título de "Bienvenido, Mister Casado", crea que el nuevo presidente del Partido Popular, Pablo Casado, no va a estar hoy en Melilla, ni que Melilla, como Villar del Río, sea una ciudad ficticia. Estoy convencido de que, si el tiempo no lo impide -como ocurre con harta frecuencia en el aeropuerto melillense- el nuevo presidente del PP estará hoy unas horas en nuestra ciudad y creo que es conveniente que, para mejor entender la situación de Melilla, tenga ocasión y tiempo de leer estas líneas.

Melilla, como el resto de España, necesita un profundo cambio político. En nuestro caso melillense dicho cambio es más que urgente y necesario, es una cuestión de supervivencia. Para España y para el PP, usted, Sr. Casado, debe ser uno de los grandes artífices de ese cambio. Ha logrado ser presidente del partido a pesar de que casi todo el PP establecido -con el de Melilla en lugar destacado- se posicionó, e incluso ordenó, votar contra usted y a favor de la continuidad. Ha ganado por coraje y ha despertado una ilusión -manifiestamente perdida desde hace años- en el partido más votado de España, una España que, con el actual Gobierno y con lo que no se ha hecho y se ha dejado hacer desde hace años, rendidos ante la falsa superioridad moral de la izquierda, está también en una situación crítica, quizás la más peligrosa de nuestra larga y brillante historia.

Nuestra ciudad tiene, además de los problemas del resto de España, los suyos propios como, por ejemplo, el de la vecindad de un país, Marruecos, cuya doctrina oficial -como la de Puigdemont en Cataluña- es que Melilla deje de ser española, problema agravado porque una parte importante de la población melillense, en continuo crecimiento porcentual, es de origen marroquí y porque la economía melillense, acogotada por una burocracia omnipresente y paralizante, ha pasado a depender en muy alto grado de las decisiones del vecino país, que no es que sea un enemigo, es que no quiere que sigamos existiendo como ciudad española.

Como he resaltado, y lo seguiré haciendo, en varias de mis últimas Carta del Editor, y ante una situación de profundo e inevitable cambio, la primera cosa que es imprescindible lograr en Melilla -como en el resto de España, con usted- es un cambio de la estructura política existente, ya demostradamente incapaz hoy de hacer frente a los nuevos retos. Y ese cambio político debe empezar, en el caso del PP local, el partido mayoritario en Melilla, precisamente dentro del partido que usted ahora preside. Hasta el hermano del presidente, mi buen amigo Javier Imbroda -ahora en Ciudadanos- está de acuerdo en que el PP debe "regenerarse", "teme el talento y la mediocridad se va implantando a cambio de favores y redes clientelares… el talento da miedo, prefieren tener seguidores en vez de generar líderes" e incluso aboga por "la limitación de mandatos para evitar casos de corrupción… y en una o dos legislaturas, a casa". Si eso no lo consigue usted y basándome en mi experiencia periodística melillense de más de 33 años -desde que fundé el MELILLA HOY y con el recuerdo de los muchos cambios políticos que en Melilla se han producido, en buena medida alentados y posibilitados por este periódico (pregúntele a José María Aznar, por ejemplo)- le puedo asegurar, admirado Pablo, que el PP local va a obtener un rotundo fracaso electoral en mayo.

Bienvenido a Melilla, mister Casado, y ánimo. Le deseo lo mejor, en sus temas judiciales -que creo y deseo que terminarán en nada, aunque es conveniente protegerse del fuego amigo- y en los políticos, porque España, y Melilla muy especialmente, necesitan el cambio del que usted -tras su inesperado, para mí no, triunfo electoral- representa una de sus grandes esperanzas.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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