Nunca una denominación como la de “madre” podría darse a este planeta con tanto acierto. Sin quitarle merito a una madre, ésta nunca lo haría mejor, pues sabemos hasta donde puede llegar su amor hacia un hijo, no todo le es posible, tiene limitaciones. Sin embargo la Tierra abastece a todas sus criaturas como si de hijos reales se trataran, sin hacer distinciones, sin tener preferencias. La Tierra es el gran y hermoso planeta donante que nos da la vida y que nos hace posible la vida.
En relación a la alimentación que los seres humanos recibimos de la gran Madre Tierra, se podría decir que es de una abundancia y variedad sin parangón: frutos de incontables árboles, plantas y arbustos, de maravilloso sabor y magnificas propiedades para el cuerpo. Las plantas transforman miles de sustancias donadas por la tierra y las convierte en ricos y jugosos frutos. Y aunque haya hambre en el mundo, la Tierra da alimentos para que participemos todos del festín de su generosidad, y más aún.
Verduras, frutas, frutos secos, cereales, tubérculos, legumbres, algas y semillas de todo tipo pueden completar una alimentación perfectamente sana para el ser humano, quien además incluye en su dieta carne y pescado más que nada por darle placer a su paladar o por costumbre y tradición, sin embargo la Tierra ya previó todo lo que necesitamos sin tener que sacrificar ninguno de sus maravillosos hijos, los animales, nuestros hermanos.
La Tierra da alimentos para alimentarnos a todos, por lo que ningún ser humano debería pasar hambre. Tambien en los países del llamado tercer mundo la Tierra regala alimentos para sus hijos, grandes cosechas de cereal que sin embargo son destinados a otro fin: alimentar el ganado que se cría intensivamente en el primer mundo. Grandes industrias ganaderas alimentan millones de animales con el cereal producido en el tercer mundo, donde muchas personas, tambien niños, mueren de hambre. Un comportamiento normalizado pero de enorme trascendencia para la especie humana.
Por suerte cada vez mas personas saben y comprenden que no se necesita comer carne para vivir, y no hablo solo vivir bien, sino vivir de forma incluso más saludable que los consumidores habituales de carne. Además cada vez mas personas sienten que la Tierra es un todo y sus criaturas forman una unidad, lo que significaría que ser caníbal no es solo cuestión de comer carne humana, ser caníbal es tambien comerse a un hermano, a una hermana, a un animal que es capaz de sentir.
Como el comer carne cruda no resulta sabroso, a lo largo de los siglos el ser humano ha aprendido a condimentar y aderezar la carne que consumía. Sin embargo hoy existe una gran variedad de productos vegetales que hacen las delicias del paladar más delicado. Además la cocina vegetariana esta alcanzando unos niveles de creatividad que no tienen nada que enviarle al mejor de los restaurantes carnicos.
Estimado lector, no piense que quiero quitarle sus deseos de comer carne, tampoco que lo reprima, pero no estaría mal que cada persona se propusiera reducirlo gradualmente, los animales se lo agradecerán. Para mí que soy vegetariano desde hace muchos años tampoco fue fácil, sin embargo le puedo decir que sí se puede, pero poco a poco, sin fanatismo y con mucho amor hacia los animales que no desean ser matados, ni consumidos, sino vivir hasta el final de sus días naturales. La clave es no hacer a ninguna criatura lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Pues los animales nos ven como sus hermanos mayores, los que sin embargo de forma incomprensible los matan cruelmente y luego los consumen. Que duda cabe que la humanidad del futuro recordará a la humanidad presente como a la formada por una especie primitiva y bárbara, que mataba animales sanos y jóvenes para comérselos, algo incomprensible para ellos, pues indudablemente el futuro será vegetariano.
