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Recuerdos Patronales en honor a Nuestra Señora de la Victoria

Un año más gracias a Melilla Hoy volvemos a ver en sus páginas Recuerdos Patronales escritos en el pasado siglo y publicados en El Telegrama del Rif. Muchas son las personas que a lo largo de los años y en los días cercanos a la festividad de Nuestra Señora de la Victoria, Patrona Coronada y Alcaldesa Honoraria Perpetua de Melilla, escribían sobre Ella. Esplendores del Cristianismo
Orígenes de la advocación de Nuestra Señora de la Victoria

Celebrando hoy nuestra ciudad la más solemne de sus festividades religiosas nos mueve una vez más dedicar a la celestial Patrona de Melilla, en mínima ofrenda por ser nuestra, una exposición sucinta de los orígenes en el Orbe católico, de la piadosa significativa y bella advocación con que la Santísima Virgen María, es venerada en esta antiquísima plaza de guerra, desde los tiempos inmediatos a la conquista del Peñón, hasta los presentes días.

Tanto las Bellas Artes en el caudal inmenso de sus magníficas representaciones como la Historia, en la profunda ciencia que encierra en sus doradas páginas, todas aquellas y cada una de las manifestaciones del saber humano, nos dan la pauta y nos ilustran a la vez de los acontecimientos más remotos de la vida de la Humanidad. Aquellos siempre beneméritos cronistas de la antigüedad sabido es del culto lector, nos legaron los frutos de su ingenio y dedicada observación. No mencionaremos sus hombres pirnicpales porque aun así son muchos, solo sumaremos para el presente trabajo, cómo en los tiempos del Paganismo, la diosa Victoria era una divinidad, y por serlo asi, en la comunidad de pueblos de Grecia, primero, y Roma después, los hijos de los hijos llevaban su hombre, juntamente con el de Minerva, Nike, o el de Lucio, Tilo. Afírmase que 300 años antes del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, el culto a la diosa Victoria, era el oficial de los romanos.

Al advenir el Cristianismo, ya conocemos tan diferentes persecuciones decretadas por los Emperadores. Extendida su dominación a España florecieron en Córdoba mártires de la fe de Cristo, los dos hermanos Acisclo y Victoria. Juntamente con estos valientes defensores de las doctrinas del Evangelio, sufrieron tormento glorificando al Señor innumerables confesores de la iglesia militante, pudiéndose citar más de diez que con a el nombre de Victoria, venera el santoral cristiano.

Semilla de tanta sangre generosa derramada fue el triunfo del Cristianismo por el Edicto de Milán, dado por el Emperador Constantino, y en nuestra Patria la conversión de Recaredo, siendo la Aurora con su luz esplendente que anunciaba el culto público a Dios a la Virgen Santísima y a los Santos. España por María que a medida que se exaltaba la devoción de los fieles se abatían los falsos dioses del Paganismo; en la denominación árabe se demostró paladinamente que veinte años, [cien] y siete siglos de invasión, con una nueva fe, lengua, costumbres y procedimientos, no pudo exterminar el cristianismo de los españoles; pudo también hacer florecer un arte, que basado, claro está, en los restos de la dominación romana y visigótica, es la admiración de las generaciones; pudo igualmente crear, si empleamos esta palabra hasta un rito mozárabe que como una reminiscencia o evocación del pasado aún se practica en Toledo y Salamanca, pero no pudo arranca la fe: por eso desde Covadonga, el inmortal Pelayo alzó el Signo de la Cruz: Santa María de la Victoria; los Reyes Jaime I y Fernando III, el Santo, reconquistan el suelo patrio llevando ante sus ejércitos a la Virgen de las Victorias y también de las Batallas, que aun se conservan en Valencia y Sevilla. Isabel la Católica y Fernando V de Aragón, entronizan en Málaga a Nuestra Señora de la Victoria; el insigne Cardenal Cisneros, consagra en Orán a la Virgen de la Victoria y sus hermanos de hábito elevan más tarde un templo en Tetuán a Nuestra Señora de las Victorias.

La batalla naval de Lepanto marca la devoción al Santo Rosario con el triunfo y dominio del poder de los turcos por Santa María de la Victoria. Los Pontífices San Pio V y Gregorio XIII, instituyen su festividad en el Orbe católico; los reyes cristianísimos de Francia, entre ellos Luis XIII solemniza a la Virgen de la Victoria, sus éxitos guerreros; igualmente Carlos de Anjou. Las diócesis italianas de Mesina y Nicosia, y en la propia Roma se celebran solemnidades conmemorativas de triunfos sobre los enemigos de la fe, a Santa María "della Vitoria". La Orden de Mínimos de San Francisco de Paula la tiene por su principal Patrona y extendió el culto por todas partes a la Virgen de la Victoria: los Carmelitas de Praga instituyeron su fiesta en aquella católica ciudad: es Europa por Santa María de la Victoria. y finalmente los Franciscanos llevaron la devoción al Nuevo Mundo.

Melilla piadosa y tradicionalmente religiosa, merece párrafo aparte en el presente artículo. El perfume deleitoso de la devoción a Nuestra Señora de la Victoria brota conjuntamente con el heroísmo, la bizarría, el esfuerzo y la abnegación de los españoles en sostén y defensa constante de la vieja Ciudadela, cuya aguerrida guarnición, con sus general al frente, la proclama Patrona. Voto y ofrenda solemne que el Gobernador y Mariscal don Antonio Villalba y Angulo hizo un día a la Virgen de la Victoria y se perpetúa en la emocionante ceremonia de la entrega del mando de la plaza, cada vez que un nuego Comandante General es designado para ejercer su cargo.

Largo es el historial de la Sacratísima imagen, que como todos sabemos se venera en el templo de la Purísima Concepción a cargo y custodia de los Padres Franciscanos Capuchinos; cuyos milagrosos portentos y notorias circunstancias hicieron siempre famosa la devoción de los melillenses a la Santísima Virgen de la Victoria.

La piedad y la fe, ha sido constante y permanente por ser fiel trasunto de la catolicidad de España.
Enrique Moya Casals
El Telegrama del Rif de 8 de septiembre de 1946

Aquel día se publicaba también la información referente a la procesión de Nuestra Señora de la Victoria:
La Solemne Procesión de Nuestra Señora de la Victoria. Excelsa Patrona de la Ciudad
Ayer tarde a las siete, como se tenía anunciado, salió procesionalmente de la Capilla Castrense la tradicional y solemne procesión de la Santísima Virgen de la Victoria, Excelsa Patrona de nuestra ciudad; que con antelación al acto había sido trasladada con asistencia de numerosos cofrades y fieles desde la iglesia de la Purísima Concepción donde es venerada por todo el pueblo de Melilla a la Capilla Castrense, punto de partida procesional.

Abrían marcha, batidores a caballo de la Guardia Municipal, con uniforme de gala y un sección de Artillería a caballo con banda de cornetas, y seguidamente la banda municipal de música. En dos largas y nutridas filas seguían los acogidos de la Asociación General de Caridad, niños y niñas de las escuelas, Asociaciones, Hermandades y congregaciones oficiales, civiles y militares y todas las Parroquias de la ciudad, con Cruz Alzada.

Seguidamente marchaban los señores que forman la Junta de Gobierno de la Congregación, señores Beltrá, Franco Romero, Bosmediano, Zapata, Peré, Carcaño, Nogales, González y Asenjo, y los señores Cabanillas, Rivas y Silva, por las Congregaciones de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de Nuestro Señor de la Flagelación de Batería J y Santo Cristo del Perdón, del Real.

Daban guardia de honor a la Virgen Santísima, números de la Guardia Civil y detrás de la imagen sus Camareras, señoras de Marfil y Carcaño, y el Padre Predicador Benjamín Ortiz Román, Canónigo Arcediano de Oviedo.

Ocupaba la presidencia de honor el General Excmo. Sr. D. Ricardo de Rada, Jefe del Cuerpo de Ejército del Maestrazgo que ostentaba la representación de S.E. el Jefe del Estado Generalísimo Franco, Presidente Honorario de la Congregación de Nuestra Señora de la Victoria.

En la segunda presidencia figuraban SS.EE. los Generales señores Cayuela, Redonde (don Luis y don José) Guerrero Lacaustra, Arteaga y Ponte; S.E. el Delegado del Gobierno señor Castro López; Vicario Eclesiástico don Sebastián Carrasco, Interventor Regional, Teniente Coronel señor Bocinos; Presidente de la Congregación de Nuestra Señora de la Victoria, señor Marfil; Coronel Jefe de Aviación, señor García de Veas; Comandante de Marina señor Rodríguez Lizón; Subdelegado de Hacienda, señor Martínez Hinojosa, y otras representaciones. Seguían el Ayuntamiento bajo mazas y comisiones militares y civiles.

La procesión recorrió con el mayor orden el itinerario señalado de antemano para la misma, estando los edificios del recorrido adornados profusamente con banderas y colgaduras, y las calles invadidas de numeroso público que admiraba con entusiasmo a la Virgen, arrojando flores y palomas a su paso, esto último en la calle de Marina.

Cerraba la procesión, una Compañía de Infantería del Regimiento 52, con banda y cornetas, que al terminar el acto desfiló ante la Imagen y autoridades.

Terminado el acto, la Imagen de Nuestra Señora de la Victoria, fue trasladada procesionalmente a la iglesia de la Purísima Concepción, acompañada de los cofrades y de numerosos fieles.

La Junta Directiva de la Congregación, que preside don José Marfil fue muy felicitada por la perfecta organización del solemnísimo acto y por el orden que presidió durante el recorrido de la procesión.

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