Hablando de economía y de España, afortunadamente, a pesar del drama que se nos avecina y como contrapeso a tanta ignominia, están publicándose cada vez más libros en defensa de España y de los españoles. Dos ejemplos recientes: el de María Elvira Roca Barea y su Imperofobia y Leyenda Negra, y el de Federico Jiménez Losantos y su Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos. María Elvira concluye en su magnífico libro que "La existencia de la hispanofobia es útil al mundo protestante y rentable económicamente cuando llega el caso" y añade: "El mundo protestante necesita culpables, enemigos, un diablo que justifique lo que va mal, como toda corriente histórico-ideológica que nace contra algo. Los nacionalismos funcionan de la misma manera. Esto en la mentalidad católica no se ve ni se comprende, porque el catolicismo no nació ni se ha mantenido contra algo", por eso, lo mismo que España, el catolicismo se defiende tan mal. Federico resume, casi al final de su denso y extenso libro superventas : "El comunismo no es sino la culminación monstruosa, gigantesca, de todas las tendencias liberticidas de la historia", y añade: "el mejor antídoto para combatir la desmemoria, el olvido en el que se fundan todos los despotismos, es el que se rescata del polvo de los archivos y las bibliotecas, con la fuerza del maravilloso Siglo de Oro español" especialmente el de "aquellos brillantes teólogos españoles de los siglos XVI y XVII", como los de la conocida como Escuela de Salamanca, que adelantó muchos de los fundamentos conceptuales que desarrollaron posteriormente los teóricos de la Escuela de Viena -Menger, Mises y Hayek- aportaciones como el valor de la propiedad privada frente a la comunal o la defensa de la propiedad como hecho natural, de Aristóteles a Mercado, entre otras del inmenso Juan de Mariana y su defensa de la propiedad frente al poder, del dinero como base de la actividad comercial, de los bajos impuestos y el libre comercio como remedio contra la pobreza o de la limitación del poder por la ley.
Todo muy antiguo, pero al mismo tiempo muy moderno. Nos encontramos ahora ante lo que ya muchos denominan, con razón, la nueva dictadura del Frente Popular. Algo así como el título del libro de Manuel Álvarez y Roberto Villa, 1936. Fraude y Violencia en las elecciones del Frente Popular. Si el resultado de las elecciones no le gusta al Frente comunista-nacionalista antiespañol-terrorista que ahora gobierna, si la derecha o el liberalismo no tienen -según el Frente- derecho a existir, pues se cambian las leyes, se elimina el Senado (en el que el PP tiene la mayoría absoluta que le otorgaron los españoles) se gobierna por decreto y se pierden el tiempo y el dinero -además de insultar la inteligencia de los ciudadanos españoles- intentando vender el absurdo de que el problema más importante y urgente que tiene hoy España no es el separatismo catalán, ni la inmigración autodescontrolada, ni el latrocinio de la anunciada subida de impuestos y el horror del aumento del gasto/dispendio público, sino la exhumación del cadáver de Franco y la reivindicación de la dictadura del terror del golpista (contra la República), asesino, miedoso e inútil Compayns.
"El dominio de la izquierda en los medios de comunicación es mayor que en ninguna otra época de la historia, especialmente en España… El aparato ideológico del comunismo militante y el socialismo adjunto han hecho del franquismo la única dictadura conocida, visible y condenable, pese a haber desaparecido voluntariamente hace más de cuarenta años, mientras se sigue glorificando la resistencia comunista al franquismo y a la democracia, cuyos héroes son la ETA, Terra Lliure o el FRAP de Álvarez del Vayo y el padre de Pablo Iglesias" (F. Jiménez Losantos, Memoria del comunismo). Ganar la batalla contra ese dominio de la izquierda en los medios de comunicación españoles -ahora incrementado con el nuevo Gobierno y el indisimulado y pavoroso afán podemita/comunista de controlar los grandes medios, empezando por la televisión pública- es tan necesario como posible, siempre que, para empezar, se intente, incentivando la libertad en vez del enchufismo y el pelotismo pagado.
En estos tiempos convulsos, de cambio acelerado e inevitable, una de las frases que más oigo y más me enfadan es la de "yo soy apolítico, yo paso de la política". Tú puedes pasar de la política -contesto- pero la política jamás pasará de ti. Todos vivimos en la polis, la denominación dada a las ciudades-estado independientes de la antigua Grecia. Todos hemos otorgado competencias a los regidores de la polis, a los políticos, y estamos afectados por lo que ellos hacen, de manera que es indispensable, para el buen funcionamiento de las cosas, que los políticos se sientan afectados por lo que piensan y desean las personas, los habitantes de la polis. Inhibirse es claudicar… y perder la razón a la hora de protestar.
Posdata.
Tuve ocasión, el pasado día 21, y como miembro de la Comisión Directiva de la Plataforma de Empresarios de Melilla, de conocer al nuevo presidente del PP, Pablo Casado. Es una de las grandes esperanzas políticas de España y ha demostrado un valor y una decisión desgraciadamente poco frecuentes en la derecha española. Para empezar, no teme insistir ante los medios de comunicación en la absoluta falsedad de la superioridad moral de la izquierda (sobre la que tanto insisten los guerra civilistas actuales, tipo Pedro Sánchez) sobre la derecha. Para continuar, me parece que es consciente de que su partido necesita muchos cambios, empezando por las listas electorales de las próximas elecciones.
Pablo Casado es un líder muy joven que transmite serenidad y, al mismo tiempo, decisión. Es una persona extraordinariamente amable y, aún más extraordinariamente, muy natural, con una naturalidad nada impostada, al contrario de lo que les ocurre a tantos otros políticos. "Mi compromiso con Melilla es absoluto", nos dijo y, viniendo de él, me lo creo. El tiempo dirá, pero desde luego esta ciudad nuestra necesita mucho compromiso y mucha ayuda.
