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La Legión y Melilla, historia de un pacto que resiste el paso del tiempo

Legionarios del Tercio Gran Capitán I de Melilla desfilan en la ciudad

Melilla y la Legión tienen historias entrelazadas. Desde la creación de la unidad, por iniciativa personal del teniente coronel Millán Astray en el marco de la Guerra del Rif, ha tenido un papel destacado en el norte de África. En julio de 1921 fueron dos banderas de la Legión, comandadas por Franco y Fontanés, las responsables de librar Melilla del sitio al que la habían sometido las harcas rifeñas de Abd-El-Krim, salvando la ciudad. Si bien el nombre de “Tercio Gran Capitán I” de la Legión no fue asignado a nuestra bandera hasta 1940, la unidad siempre estuvo ligada al destino de nuestra plaza, hasta el punto de convertirse en un signo identificativo de la misma y en un motivo de orgullo para todos los melillenses. El Tercio Gran Capitán I de la Legión es uno de los baluartes y signos más identificativos de la ciudad de Melilla. Su historia, profundamente ligada a nuestra ciudad, comienza con un Real Decreto promulgado un 28 de enero de 1920, en el marco de la Guerra del Rif -que había comenzado en 1911-, y bajo el Gobierno de Manuel Allendesalazar, en los estertores finales del período constitucionalista de la regencia de Alfonso XIII.
La experiencia militar en África había llevado a los mandos del Ejército a concluir que la medida de crear una Fuerza Regular Indígena para ahorrar bajas españolas (adoptada en 1911) había sido plenamente eficaz, aunque no suficiente, ya que una de las principales “pegas” de dichas tropas, pese a su valentía, era que habían protagonizado momentos puntuales de deslealtad. España necesitaba un cuerpo de choque profesional, bien entrenado, bien equipado y diseñado para actuar en vanguardia, al estilo de la Legión Extranjera francesa.
El teniente coronel de infantería José Millán Astray, consciente de las necesidades militares de España en África y tras largos estudios, desarrolló un ambicioso y detallado plan para la creación de la Legión española, que incluía no sólo aspectos logísticos y organizativos, sino también una importante dosis de mística y simbología; Millán Astray rescató para la Legión algunos términos provenientes de la gloriosa historia militar de España, como “tercio” o “bandera”. Además, como profundo conocedor y admirador del Bushido (un estricto código ético militar japonés basado en el honor y la lealtad), insufló a la nueva unidad de un espíritu particular, que la diferenciaba del resto de unidades.
El 2 de septiembre de 1920 se nombraba por Real Orden a Millán Astray como jefe del recién creado “Tercio de Extranjeros”; un mes después, el 7 de octubre, quedaba formada la I Bandera de la Legión, cuyo mando fue asignado al comandante Francisco Franco Bahamonde. La unidad se basó en en cuartel de Dar Riffien, a 10 kilómetros de Ceuta.

Annual y Melilla
El total de hombres en la Comandancia General de nuestra ciudad, a principios de 1921, era de 24.776 (5.020 de ellos, indígenas), si bien únicamente se consideraba “elementos operativos fiables” (por su experiencia en combate) a menos de 5.000 hombres.
Entre junio y julio de 1921, las operaciones militares desarrolladas por las unidades bajo el mando del General Manuel Fernández Silvestre -al mando de la Comandancia General de Melilla- condujeron al hundimiento del frente en torno a Melilla, y lo que comenzó siendo un intento de conquistar la bahía de Alhucemas, acabó por convertirse el el mayor desastre militar de la historia colonial española. El general Silvestre, principal responsable del desastre, se suicidó en Annual.
Las noticias de la grave derrota llegaron pronto a Melilla, que se aprestó a la defensa, ya que era ja “joya” de la zona oriental del Protectorado y uno de los pocos puntos que aun resistían el envite de las hordas de Abd-El-Krim.. Toda la guarnición antes citada había servido para reforzar diferentes líneas durante el desastre, y la ciudad estaba casi indefensa.
En este escenario de desesperación, con los melillenses agolpados en el puerto tratando de embarcar en algún buque que los alejara de la inminente masacre, se produjo la llegada del buque “Ciudad de Cádiz”; la tarde del día 24 de julio, desembarcaba en Melilla la primera bandera del Tercio, mandada por Franco, y la segunda, mandada por Fontanés.
La intervención de la Legión en la salvación de nuestra ciudad de la ira de los cabileños supuso la rúbrica de un pacto no escrito de unión entre las historia de Melilla y la Legión, pacto que aún hoy persiste en la devoción de la ciudad por una de sus unidades más representativas.

Honor
El papel de la Legión como fuerza de vanguardia se seguiría afianzando en los siguientes años, en cada conflicto y escaramuza; la Legión formó parte de las unidades de vanguardia que participaron en el decisivo desembarco de Alhucemas en 1925, que propiciaría el fin de la Guerra del Rif y supondría la constitución de los protectorados francés y español de Marruecos. También ha luchado por España en el Sáhara, la Guerra Civil y, más recientemente, en las misiones internacionales con participación española, como la antigua Yugoslavia, Albania, Macedonia, Bosnia, Irak, Afganistán, Líbano y República Democrática del Congo.
El balance total de méritos de la Legión incluye 22 cruces Laureadas de San Fernando (la mayor condecoración existente en el Ejército español) individuales y 7 Laureadas colectivas, además de un gran número de medallas militares individuales y colectivas.

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Fernando Lamas Moreno

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