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Buenos días

Pegar a una mujer

Al hombre que pega a una mujer, lo culparía igual que al que pega a un niño o al que pega a un semejante. Tenemos el don de la palabra, precisamente para evitar la imperfección de la violencia. Sabemos hablar y tenemos la obligación de demostrarlo. Por eso, antes que culpabilizar, hemos tenido la sensatez del conocimiento. Somos seres, a los cuales, les han infundido un entendimiento para una reflexión, que nos atempere el impulso. Debido a esa ventaja que tenemos de corregir el instinto en pos del intelecto, ello nos ratifica convalidando nuestra humanidad. Denominación preferente en este planeta donde habitamos. Por lo tanto debe existir para nosotros, una realidad más allá de la apariencia. Una verdad, ajena a un espejismo. Somos una entidad no un desorden. Y desde esa honorable razón, debemos responder. Para ello, la Ley se hizo presente en medio del simulacro y lo tendencioso, para ayudarnos a configurar nuestra presencia, más allá de ella misma. La Ley no solo nos arropa y nos defiende, también nos enaltece como criaturas ajenas a los logros por la fuerza bruta y la sin razón. Más que una ley, es un orden en pos de la evolución y la dignificación de la criatura. Por lo cual debemos valorar y defender, todo aquello que pueda atentar contra ella, desacreditándola y minusvalizandola en su cometido, que no es otro, que la defensa de nuestro propio crédito y nuestra propia grandeza.

Al hombre que pega a una mujer, lo culparía igual que al que pega a un niño o un semejante. Pues no solo nos acompaña el don de la palabra, sino que con él nos llega también el deber de la justicia, la equidad y el discernimiento. Pues dentro de la violencia de género, últimamente difundida, tal vez se encuentren escondidas otras violencias que no aparecen y que pudieran ser también origen por desgracia de las aparecidas. Con lo cual esa “justicia” no solo se haga presente para culpabilizar, sino también para saber el por qué se culpabiliza. Al menos eso, es lo que aconsejan, los siempre recordados “derechos humanos”.

Buenos días.

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