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El rincón de Aranda

Algunos pasajes de la memoria histórica

Cuando murió Franco en la cama de un hospital, un señor muy de izquierdas, me decía que los ideólogos del nuevo estado (se refería al actual), dudaron si acudir al funeral o echar al tinte la camisa azul.

Yo creo que algunos fueron a la tintorería, y otros lo hicieron ya hacía una década. Sobre Franco, con su sonrisa burlona, comentaba que era un gallego bajito, y con bigote, que desde Marruecos se convirtió en el “Padrino” de todos los españoles. Pero ya más serio comentaba:
“…La paz de Franco fue una paz vengadora, una paz construida sobre la liquidación del enemigo, un enemigo que era la República, votada por el pueblo español, que él destruyó”. Aunque en la posguerra, convirtió España en una áspera crueldad, cerril y mediocre oscurantismo cuartelario-católico, conjugando muy bien el terror con los negocios de sus conmilitones y familiares más directos. Entonces la propaganda del Régimen, era la encargada de hacer acatar las normas de conducta que el Gobierno y la Iglesia, dictaminaban, convirtiendo, por ejemplo, las consignas que durante la guerra habían instado al ciudadano de retaguardia a apretarse el cinturón, ellos la materializaron en la posguerra en dos palabras: “restricción y racionamiento”, ¡y chitón!, porque: “…usted no sabe con quién está hablando…”. Frase repulsiva de los eternos vencedores que aún, solapadamente, como de “esquinilla”, les funciona a algunos de sus descendientes. Desde los púlpitos, la prensa, la radio y las aulas de la Sección Femenina, con sus pololos, se predicaba la moderación, porque los años de guerra habían abierto una sima entre la etapa de la República, pródiga en novedades y reivindicaciones de todo tipo.

Hoy en día decirle a un joven, obrero o universitario, que en el régimen de Franco se fusilaba en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, pienso que les sonará a chino, lo mismo que al Presidente del PP, Casado, que cuando se refiere a la guerra civil, dice que es “la guerra del abuelo”. A este preclaro, ilustre e insigne joven, le deseo que lo de su Máster se aclare favorablemente para él, y no como a su compañera Cifuentes; y también que se lea algunos, de los miles de libros escritos sobre esa “guerra del abuelo” a que se refiere, que pienso le daría un poco más de lustre en Historia; o si no, que cambie de asesores en Historia.

Habían ganado los “buenos”, y la guerra había terminado, y prohibido mirar hacia atrás, censurándose cualquier manifestación de su huella, que de por sí era tan evidente en tantas familias destrozadas tantos suburbios miserables, pueblos arrasados, prisioneros abarrotando las cárceles, exilio, represalias y la economía maltrecha. Entonaban himnos al porvenir, con una retórica mesiánica y triunfalista, empeñada en minimizar las secuelas de aquella catástrofe, un porvenir, o nueva generación, que él había dejado hecho trizas. Sabiendo además que esa maldita guerra todos la perdieron, incluso ellos, que dijeron que ganaron.

También cuando se habla de las visitas que hicieron los “grandes soldados”, Eisenhower, el 21.12.1959, y De Gaulle 8.06.1970, al dictador Franco, para respaldarlo a nivel internacional, hay que decir, que a finales de 1947, preludio de los Pactos de Madrid de 1953, se produjeron las primeras pruebas de que la actitud de las potencias occidentales hacia el régimen de Franco comenzaba a cambiar, al producirse la ruptura entre los antiguos aliados de la II G.M.: el “mundo libre” (las democracias), frente a la “dictadura comunista”
(Rusia y su telón de acero), fue el momento más importante del régimen franquista para consolidar su salida del ostracismo internacional, a que nos llevó Franco y su régimen. Los EEUU se centró en su valor geoestratégico, porque además de “controlar el Estrecho de Gibraltar, el territorio peninsular podía servir también de base de retaguardia para el dispositivo militar norteamericano en Europa, mientras que las Islas Canarias ocupaban una privilegiada situación en el control de una extensa área del Atlántico y del África noroccidental”. También deben saber que De Gaulle vino a España, al refugio de Juanar, en el pueblo de Ojén, Málaga, a escribir sus memorias; que pocos meses después fallecía en su país.

Y para finalizar, debemos recordar lo que Azaña decía: “Vendrá la paz, y espero que la alegría os colme a todos vosotros; a mí, no (…) porque cuando se tiene el dolor español que yo tengo en el alma, no se triunfa personalmente contra compatriotas (…). Cuando estén colmadas de muertos las cuencas de España, muchos creerán haber engendrado una nueva patria; o lo dirán, para que la sangre de sus manos parezca la sangre de un parto. Se llaman padres de la patria, o sus comadrones, y no son más que matarifes”.

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