Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

Buenos días

Vuelta al cole

Aún conservo la Enciclopedia que tenía cuando era alumno de la Unitaria (colegio de” Balde” de niños y de niñas), en la cual Don Fernando Calvo de la Fuente, el inolvidable maestro de nuestra niñez, solía decirnos, cuando nos preguntaba algo y no sabíamos o no acertábamos la respuesta: “Al primer tapón, zurrapa”. . Enciclopedia, que junto a una libreta cuadriculada o de una raya, el palillero, la pluma, la caja de colores Alpino, el lápiz mordisqueado, la goma y un bonito estuche de madera que me trajeron los Reyes, en una cartera de cuero que me hizo mi padre, era todo el material escolar que solía llevar a mi “escuela”, en la cual aprendí que España limitaba al norte con el mar Cantábrico y los montes Pirineos, que la separan de Francia…, que un hectómetro equivalía a cien metros…, que la jineta era un mamífero y la abubilla un ave, y que la guerra de Sucesión duró 13 años, y en la cual perdimos Menorca y Gibraltar.

Y los niños teníamos tiempo de jugar al fútbol con las pelotas de trapo; al “pincho” con una lima vieja;, a “piola”, etc., a todos aquellos juegos callejeros, que a la vez que servían para comunicarnos unos con otros, también tenían la ventaja de ejercitar nuestros pequeños y ágiles cuerpos, sin necesidad de tablas de gimnasia ni ejercicios programados. Y éramos, la mayoría, delgados y veloces. Y no es que comiéramos menos, sino que nuestra alimentación era más sencilla y natural. Meriendas de pan con chocolate “Nelgi”;, el “Joyo”, pan con aceite y azúcar morena… a veces, algún domingo o festivo, unas rodajas de salchichón o sobrasada. Pero eran los menos.

Una Enciclopedia. Un solo libro, en el cual se encerraba todo el saber necesario para el niño que iba camino de convertirse en hombre: Gramática, Geografía, Historia, Aritmética, Ciencias Naturales, y también un capítulo dedicado a la Urbanidad y Comportamientos ante los demás
. A veces creo sentir el olor a pan caliente de la banca, el hiriente y metálico de la tinta de los tinteros de plomo, el terroso e insabible de las tizas, cuando solíamos escribir en la pizarra los dictados que nos hacía de El Quijote, con su voz sonora y hueca, como diría Machado, “aquel maestro, enjuto y seco que llevaba un libro en la mano…”
Eran otros tiempos. ¿Mejores? ¿Peores? No lo sé. Tal vez distintos. Pero, eso sí, eran menos pesados. Al menos para los escolares de aquel tiempo en comparación con los de hoy. Esos escolares ,que no solo vienen aguantando el sobrepeso de sus valijas y macutos, sino también, y eso es lo que creo,, de tantos libros, libretas y utensilios que, mas bien, hacen de la enseñanza directa y sencilla, un puzzle enrevesado de piezas y ramificaciones confusas por exceso. Tampoco nuestros padres tenían los gastos excesivos ,que al parecer tienen hoy, los padres de esos alumnos, que acuden a clase cargados como pequeños porteadores de la enseñanza, y que tal vez y simplemente, por una intemporal ley natural que expone”: “lo excesivo suele anular, en la mayoría de los casos, lo primordial.” Y ya se sabe: “el saber, cuanto mas sencillo, mucho mas sabio”. Lo dicen los vedas. Y lo digo yo también. Buenos días, maestro y maestra. Maestra y maestro…que tanto monta…

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€