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Carta del Editor

Más España y menos Marruecos

A veces, al empezar estas Cartas, me siento como un orador ante sus jueces, lo que hizo Sócrates ante los 501 implacables jueces atenienses que le condenaron a muerte. Es lo mismo que dijo Karl Popper al comienzo de una de sus conferencias, en Barcelona, recogida en su libro "En busca de un mundo mejor", en el que añadió: "Nuestra civilización, que es esencialmente la civilización mediterránea, deriva de los griegos. Esta civilización nació en el período comprendido entre los siglos VI a IV antes de Cristo, y en Atenas". A veces, al empezar estas Cartas, me siento como un orador ante sus jueces, lo que hizo Sócrates ante los 501 implacables jueces atenienses que le condenaron a muerte. Es lo mismo que dijo Karl Popper al comienzo de una de sus conferencias, en Barcelona, recogida en su libro "En busca de un mundo mejor", en el que añadió: "Nuestra civilización, que es esencialmente la civilización mediterránea, deriva de los griegos. Esta civilización nació en el período comprendido entre los siglos VI a IV antes de Cristo, y en Atenas". Fue Solón, hacia el 600 antes de Cristo, el que salvó a Atenas prohibiendo que pudiera esclavizarse a cualquier ciudadano ateniense en razón de sus deudas y al que se debe la primera constitución creada para mantener la libertad de los ciudadanos. Solón fue un gran estadista y también un gran poeta. En su poesía habló de "eunomia" o buen gobierno, explicando esto como el equilibrio de los contrapuestos intereses de los ciudadanos.

Popper se hace la gran pregunta: "¿Qué hizo que Atenas inventase el arte y la literatura, la tragedia, la filosofía, la ciencia y la democracia, todo ello en un período de menos de cien años?" La respuesta la encuentra al volver a leer la "Apología" de Platón -"la obra filosófica más hermosa que conozco", dice Popper-: la existencia en Atenas, en el año 399 antes de Cristo, de un próspero mercado de libros en el que el gran Homero se popularizó rápidamente. La publicación de las obras de Homero fue la primera publicación de la historia, la que hizo de sus libros el primer instrumento de educación, el primer libro de lectura, la que enseñó a leer y escribir a los atenienses, lo que más influyó para el logro de la revolución democrática ateniense. Dos mil años más tarde Gutemberg inventó la imprenta y el Renacimiento italiano, entre otros movimientos y con España en lugar destacado, renovó el espíritu de Atenas y desarrolló la nueva erudición humanista y de la ciencia que finalmente transformó toda nuestra civilización. Concluye Popper: "Nuestra civilización es una civilización libresca… su comprensión de la libertad y su tutela de ésta son activos que descansan en nuestro amor a los libros… sin olvidar que una civilización consiste en hombres y mujeres individuales civilizados, en individuos que desean llevar una vida buena y civilizada…Este es el fin al que deben contribuir los libros y nuestra civilización".

Domingo 9 de septiembre. Estoy en Madrid, con sol, mientras Melilla padece -rara avis en nuestra ciudad- un severo mal tiempo. Tengo la desgracia de ver TV1, la televisión pública nacional. La manipulación podría ser más burda, pero no mucho más. Aclaro que no me gustaba la televisión pública de antes de la llegada del frentepopulismo pedrosanchista/comunista/separatista, pero lo de ahora ofende demasiado a la inteligencia de los ciudadanos, que somos los que la pagamos, no esos frentepopulistas que utilizan nuestro expropiado dinero para pagarlas, siempre que digan los que les mandan decir, obviamente. Que haya habido una manifestación no política, financiada con fondos privados de un ciudadano, contra el separatismo catalán socio del Gobierno de Pedro Sánchez era, en términos periodísticos, una gran noticia, en cuanto que era al menos extraña, como que un hombre mordiera a un perro, por ejemplo. La inmensamente cara televisión pública la despachó con unos instantes de información, una cifra de participantes facilitada por la Guardia Urbana -menuda fuente- y una equiparación con una manifestación de docenas de manifestantes proseparatistas. Qué asco, qué timo. Eso sí que es un robo, no el falso de España a Cataluña, como cuentan las consignas de los separatistas y sus compañeros comunistas y socialistas.
"Fascistas son los que prohíben el español en Cataluña o los que pegan a las mujeres que quitan lazos amarillos", dijo Agenjo, la profesora de Barcelona que se negó a dar las llaves de su colegio a los separatistas el 1-O, en el transcurso de la manifestación convocada por el empresario José Manuel Opazo y celebrada el domingo pasado en Barcelona. Asistieron, con banderas españolas y petición de que se termine el gobierno actual de comunistas y separatistas, 2.000 personas -según los "imparciales", como se demostró el 1-O, jefes de los Mossos y de la Guardia Urbana, y los medios de comunicación al servicio de independentistas y comunistas-, más de 20.000, según los organizadores y, según los medios alemanes, cerca de 300.000 personas. Obviamente la TV1 fue la primera en apuntarse a las consignas y las cifras oficiales, tratando como con asco la información sobre la manifestación. Mucho asco, pero mucho menos del que dan ellos. Por cierto, y aún a sabiendas de que, por decisión del empresario convocante, la manifestación no era un acto político, sino ciudadano, el único partido que acudió oficialmente representado a la manifestación fue Vox.

Sobre el futuro de Melilla, un tema preocupante y apasionante sobre el que volveré más de una vez, hay mucho que meditar y hablar, partiendo de una base que me parece indudable: así, tal y como ahora estamos, queramos o no, nos guste o nos disguste, no podemos seguir. Que vuelva el pasado es imposible, en un mundo en el que se está produciendo un nuevo orden (y Melilla está en el mundo, inevitablemente). Y está en África, aunque cada vez es más claro que los melillenses debemos mirar más a España y a Europa, y menos a Marruecos. Para ser más España y más Europa tenemos que atraer a los que toman decisiones en Europa y apoyarnos en los más destacados de nuestros europarlamentarios. Sobre eso tenemos que empezar a hablar y, sobre todo, actuar.

Posdata. Pablo Casado, al que tanto apoyé y de quién tan bien hablé cuando era aspirante, me empieza a desilusionar. Pero el gran problema no es que me desilusione a mí, sino que, perdida la naturalidad que tanto alabé, empieza a desilusionar a los muchos que esperaban, esperábamos, de él una inmediata, clara y contundente oposición al Gobierno, Frankenstein y peligrosísimo para España, de Pedro Sánchez/Pablo Iglesias/Torra/PNV. Por cierto, yo sí tengo masters y diplomas, y bien que me los trabajé, no como otros (Pedro Sánchez, por ejemplo).

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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