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Sin visitas en 100 días

Los miembros del Gobierno de Pedro Sánchez han visitado en sus primeros 100 días todas las comunidades autónomas, salvo La Rioja, Ceuta y Melilla.
Significativo. No será por falta de oportunidades o motivos El Gobierno de Pedro Sánchez cumplió la semana pasada sus primeros 100 días de gestión, sobre los que el presidente hizo un balance organizando un curioso acto donde las personalidades invitadas fueron más protagonistas que la propia gestión realizada. Más le valía, dados los tropiezos, las contradicciones, correcciones y dimisiones por las que ha estado marcada, quizá producto de la entrada de este Gobierno como un elefante en cacharrería tras ganar el PSOE la moción de censura, la primera que termina con éxito en nuestra democracia. Tras ese hito, es lógico que ahora quiera aferrarse al poder para agotar el mandato sin tener que verse abocado a adelantar elecciones. Por ello, ni siquiera le sonroja utilizar la tramitación de una ley sobre violencia machista, ese terrorismo doméstico que sigue imparable cobrándose víctimas, para cambiar otra ley, la de Estabilidad Presupuestaria, y saltarse así la mayoría que el PP tiene en el Senado porque así lo decidieron los españoles en las urnas en 2016.
Aún queda por ver en qué queda eso. Mientras tanto, volvamos al tema que nos ocupa, que son los 100 días de gestión del PSOE en La Moncloa. Es significativo que en ese tiempo, los miembros del Gobierno, excluido su presidente, hayan viajado, de acuerdo con la agenda oficial, en 150 ocasiones. De ellas, 103 han sido por España y 47 al extranjero, incluida la reunión informal del gabinete que Pedro Sánchez convocó el 24 de agosto en Quintos de Mora (Toledo). Los miembros del Gobierno de Pedro Sánchez han visitado en sus primeros 100 días todas las comunidades autónomas, salvo La Rioja, Ceuta y Melilla.
Significativo. No será por falta de oportunidades o motivos por lo que ningún ministro de los muchos que integran el Gobierno de Pedro Sánchez (más que el anterior y que ningún otro en la historia democrática de España) se ha dignado a viajar a las dos Ciudades Autónomas, que son, no debe olvidarlo, también parte de España.
En lo que respecta a Melilla, en estos 100 días hemos tenido uno de los más graves problemas en nuestra frontera en los últimos años, como es el cierre de la aduana comercial por decisión unilateral de Marruecos. Una decena de camiones han permanecido retenidos un mes y medio en tierra de nadie y al final han tenido que regresar a Melilla ante la imposibilidad de pasar al país vecino para transportar las mercancías que llevaban cargadas. El Gobierno dice que trabaja de manera discreta en este tema y que va a crear un grupo de trabajo. Quizá el grupo sea tan discreto como el trabajo que vienen desempeñando en Moncloa, porque no hay noticias al respecto y, mucho nos tememos que tampoco se espera que las haya a la vista de los hechos.
Ningún miembro del Gobierno ha venido por aquí para dar la cara o, al menos, apoyo. Más bien ha preferido mandar al PSOE a regañar a la Ciudad Autónoma y al PP por ser los únicos que no se han callado ante este cierre. Tampoco ningún miembro del Gobierno ha viajado a la ciudad por el Día de Melilla, y aunque es verdad que en años anteriores pocos han sido los ministros que han venido, ya fueran del PP o del PSOE, alguno sí que ha venido algún 17 de septiembre como merece una fecha tan importante para esta ciudad. En esto también notamos diferencias los melillenses respecto a otras comunidades, ya que la presencia de miembros del Gobierno suele ser habitual en el resto de días regionales. Y en Ceuta, donde han vivido dos graves saltos a la valla, como ninguno en los últimos años, tampoco ha ido ningún ministro. El del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dio su apoyo a los agentes desde la otra orilla, en Algeciras.
Esa es la importancia que el Gobierno del PSOE da a Ceuta y Melilla, las únicas, junto a La Rioja, que aún no ha pisado. Aquí nos tenemos que conformar, de momento, con la visita de una secretaria general del Ministerio de Política Territorial, y un viaje frustrado de la secretaria de Estado de Seguridad que no quiso esperar las dos horas de retraso de su vuelo y prefirió posponer sine die un viaje que tendría que realizar no ya ella, sino su superior, el propio Grande-Marlaska. Habrá que seguir esperando al Gobierno, al igual que a sus soluciones ante el cierre de la aduana.

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