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Esquinas de la memoria

Ángel Gil

¿Que hay detrás de ellas?. No quiero pensar que la nada. Hay mucha vida deseada que construimos con sueños pero que hicimos realidad, a pesar de tantos. Hoy te miro y te veo perdida, llegas a confundir mi nombre, tu pasado y el mio. Tu vida es la permanente borea de tantos Levantes y tu figura se desdibuja, se quiere encontrar pero el sonido de unos pocos te ensordece y te pierdes. Aquello que un día levantamos se derrumba a nuestro paso, pero no decaigo. Llegas a estar irascible y sufro en ese instante, por lo que siempre fuiste, por como te entregaste a todos o como me enseñaste valores. No eres tú pero eres a la que siempre quise y no dejare de hacerlo. Flaqueas pero seguiré cerca, aunque duela y me haga mil preguntas o me revele por que no te mereces esto. Hoy mas que nunca veo unos brazos extendidos, que acogen o que me llaman para encontrar el alivio ante un agobio. Eso me enseñaste a diario a hablar desde el interior, instantes antes de salir a la calle y luego un beso, mientras tu mano, ya llena de experiencia, me transmitía fuerza, apoyo, confianza y amor. En la tarde de tu vida, quedan esos campos donde sembraste como pocos y te aguarda una eternidad, donde sobra lo material y no cabe ni el odio ni el dolor. Cuando a tu lado me siento me planteo donde quedó tanta lucha, tanta soledad de los tuyos y ahora comprendo que el amor enseña a perdonar, y cuando lo haces eres feliz y te colma sin poseer apenas nada. Tal vez pensaste que tus enseñanzas caían entre la zarza que a tus palabras le ponía sordina pero hoy me siento tu mejor alumno, el mas obediente y sobre todo el hijo que aunque no tuviste, también fui tuyo. A veces no hace falta decir mamá para querer como tal, para respetar, para no usar ni ser egoísta buscando un bien propio mientras hago lo posible para dejarte sola. Tuve la suerte de conocerte, El nos puso en el camino y ya hasta el final. Me diste tanto y aunque no todo, creo que algo te dí. Compartiste tu memoria y luego yo fui la tuya, mis decisiones siempre las tomé pensando en ti. Me buscabas en la noche cuando tu vida echó el freno y ya iba marcha atrás. Sigues viviendo en un lugar, en el balcón que se asoma a la plaza y mas de una vez desearía subir las escaleras para tener un reencuentro. Estoy seguro que mi vida no seria igual, que con tus palabras me darías la medicina que necesito y al corregirme volverías a ser justa. En estas letras van tantos a los que el olvido les vació sus recuerdos y también a los cuidadores de pacientes de alzheimer, familiares o no, que como yo, aprendí el valor que una mirada perdida tiene cuando hay amor.

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