Las implicaciones psicológicas no sólo abarcan los aspectos mentales de las personas en cuanto a salud se refiere. El bienestar debe estar satisfecho desde la perpesctiva biológica, psicológica y social. Cuando alguno de estos tres apartados se ve afectado, la integridad de la salud de la persona se ve mermada y, por lo tanto, puede acarrear consecuencias sobre los otros dos pilares de la salud. En el caso concreto de los ciudadanos melillenses, hay algunos factores que afectan a los distintos apartados que conforman la salud; debidos a los problemas de la ciudad en materia de seguridad, la salud psicológica de la ciudadanía podría verse comprometida. En marzo de este mismo 2018 el Colegio Oficial de Psicólogos de Melilla publicó un estudio según el cuál hasta un 63,5% de los melillenses tenían planes a corto o medio plazo para salir de la ciudad. En dicho estudio se analizaban las principales preocupaciones de la ciudadanía, como son: la seguridad de los ciudadanos con respecto a accidentes de tráfico, creciente inmigración, atentados terroristas, etc; entre otras cuestiones que están relacionadas con el ambiente de la Ciudad Autónoma.
Desglosando un poco los datos de dicha encuesta, se extrajeron algunas de las conclusiones que se destacan a continuación: (i) que la mayor parte de los encuestados poseían una formación medio-alta y estaba en situación de paro, (ii) que el 79% estaba profundamente preocupado por la afluencia de menores extranjeros no acompañados (MENA) que deambulan por la ciudad, la existencia de un posible ataque terrorista y el incremento significativo de la inmigración, (iii) que al 76% de los encuestados les preocupa la actual tasa de paro y la corrupción política, (iv) que un 73% opina que Melilla tiene grandes niveles de incivismo, agresividad en la conducción y suciedad en las calles, (v) y que, en definitiva, el 63,5% de los encuestados tiene intenciones de marcharse de la ciudad a corto-medio plazo.
Implicaciones psicológicas
Salta a la vista que los datos son muy relevantes, mostrando unas tasas de preocupación ciudadana bastante altas; esto puede llegar a causar un malestar colectivo, porque no se están satisfaciendo las necesidades básicas de cada uno de los individuos. Estas necesidades están descritas y organizadas en la conocida “Pirámide de Maslow” (un célebre psicólogo estadounidense, fundador de la Psicología humanista).
En la base de dicha pirámide tenemos las necesidades fisiológicas, que sustentan todas las siguientes: seguridad, afiliación, reconocimiento y, en la cúspide, las de autorrealización.
Es importante la distribución jerárquica, piramidal, de las necesidades, dado que dicha distribución implica que, si no se satisfacen las necesidades más básicas, no es posible satisfacer las siguientes, en otras palábras: llegar a la cúspide, para finalmente ser una persona sana en términos de salud biopsicosocial.
Insatisfacción ciudadana
Revisando las preocupaciones de los melillenses, se pueden apreciar fuertes debilidades en diferentes áreas de la citada pirámide, destacando, sobre todo, la falta de satisfacción en la necesidad de seguridad (2º grado de importancia), entendiéndose seguridad no sólo como la protección ante el riesgo físico, sino también como la inseguridad laboral, económica, sanitaria, de propiedad privada, etc; en definitiva, la incertidumbre con respecto a temas como el futuro económico de la ciudad, la oosibilidad de formar una familia o de vivir libremente en base a unos principios determinados, es algo que impide a los ciudadanos llegar a alcanzar la salud plena y, consecuentemente, llegar a realizar acciones que intenten compensar estas insatisfacciones.
Que el 63,5% de los ciudadanos encuestados quieran marcharse de la ciudad a corto-medio plazo es un dato realmente alarmante, pero justificado en gran medida por la falta de seguridad en el futuro, de percepción de oportunidades.
Es de vital importancia satisfacer las necesidades más básicas, y si la ciudad no solventa este problema, puede desencadenar en los habitantes una respuesta pertinente (una conducta de huida, en definitiva), aunque por otro lado, esta respuesta no sería generalizada: en caso de que los individuos no tengan los recursos suficientes para marcharse (debido a circunstancias personales, familiares o laborales), podrían optar por alternativas más accesibles pero también más hostiles (descontento, quejas, manifestaciones), para intentar conseguir la satisfacción de su necesidad de seguridad por sus propios medios, o, incluso y en una perspectiva más extrema, podría darse una situación de “indefensión aprendida”; esto es, llevar a cabo conductas o comportamientos pasivos, motivados por la sensación subjetiva de “no poder hacer nada” para revertir la situación, hasta el punto de no responder a las posibilidades de cambio que se puedan dar.
De este modo, es muy importante llegar a cubrir las necesidades básicas para que, de manera colectiva, construyamos un entorno de convivencia y seguridad en el que cada uno de los ciudadanos pueda desarrollarse libre, plena y saludablemente.
