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Las mujeres integran solo el 3% de la plantilla de la Guardia Civil en Melilla

Lorena Alacís es una de las 18 mujeres guardias civiles que prestan servicio en la Comandancia de Melilla

Hace 30 años, las Cortes Generales dieron luz verde a la ley que abrió la puerta de la Guardia Civil a las mujeres para que formaran parte del Cuerpo en igualdad de condiciones que los hombres. Aquello ocurrió en septiembre de 1988 y aunque desde entonces el número de mujeres ha ido creciendo de forma progresiva, la realidad es que su presencia en la plantilla sigue siendo muy minoritaria. Actualmente, las mujeres representan poco más del 7% de los efectivos en España, una proporción que en Melilla no llega ni a la mitad, situándose en un 3%. El anhelo de la Comandancia de la Guardia Civil de nuestra ciudad es que la cifra vaya en aumento.

Según han informado a MELILLA HOY fuentes del Cuerpo, en una plantilla formada por unos 600 efectivos, 18 son mujeres y ocupan prácticamente todas las áreas operativas. Dos de ellas son mandos, una cabo y otra sargento. Por lo tanto, en la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla se da el mismo panorama que en el resto del territorio nacional, y es que la mayoría de las mujeres ocupan el puesto base de guardia civil.
Una de ellas es Lorena Alacís, una melillense de 34 años que siempre tuvo claro que quería seguir la tradición familiar y dedicar su vida profesional a la seguridad. Primero lo intentó en la Policía Nacional, pero la estatura le impidió seguir adelante en las oposiciones. Eso no le desanimó y lo intentó de nuevo en la Guardia Civil, donde logró entrar con 20 años y seguir, así, los mismos pasos de su tío y de su novio, hoy ya marido.

Pequeños obstáculos
Aunque la mayoría de sus compañeros son hombres, Alacís dice no sentirse diferente al resto en la Guardia Civil. Pero sí admite que aunque hayan pasado 30 años desde que las mujeres empezaron a formar parte de este Cuerpo, aún hoy se encuentran con pequeños obstáculos que, si bien “no son atrocidades y se pueden sobrellevar”, les dificultan esa plena integración.
Ocurre, por ejemplo, con cosas tan elementales como los baños y vestuarios. Cuando le tocaba trabajar en la valla, tenía que andar pidiendo permiso para poder ir al servicio del puesto fronterizo más cercano, un problema que al final se resolvió instalando baños para que pudieran usarlos los guardias civiles que estaban de servicio, tanto hombres como mujeres. Y hasta hace dos años, cuando a Alacís le tocaba conducción de presos a la cárcel de Alhaurín, tenía que esperar a que salieran todos sus compañeros del vestuario para poder cambiarse de ropa.
Son vivencias que prácticamente tienen en común las más de 5.000 mujeres que prestan servicio en la Guardia Civil, sobre todo las primeras que llegaron hace tres décadas, cuando todos los recursos materiales del Cuerpo estaban pensados para los hombres que integraban sus filas y hubo que empezar a adaptarlos a una nueva realidad.
Pequeñas anécdotas, en realidad, comparadas son la mayor dificultad que Lorena Alacís encuentra en su trabajo, que es la conciliación laboral y familiar. Sin embargo, admite que esto es algo que sufren tanto los hombres como las mujeres que tienen hijos, como es su caso y el de su marido, con dos niños pequeños de 5 y 8 años a los que no puede llevar nunca al colegio por sus horarios. A veces, tampoco su marido puede si tiene turno de mañana. Es entonces cuando tiene que recurrir a la ayuda de su madre, que “lleva los cuadrantes al día y se los sabe enteros”.

Una labor “importantísima”
Aunque a nivel nacional se cumplen 30 años de la incorporación de las mujeres en la Guardia Civil, en Melilla esta nueva realidad tardó un poco más en llegar. En la actualidad son 18, y casi todas tienen el mismo perfil de mujeres jóvenes, de entre 30 y 40 años, que han formado sus familias y están plenamente integradas en una plantilla formada mayoritariamente por hombres.
Aunque son pocas y no llegan siquiera a la veintena, en la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla valoran mucho “la labor importantísima” que desempeñan estas agentes cada día en casi todas las áreas operativas de este cuerpo de seguridad.
El deseo de la Comandancia melillense es que ese 3% suba próximamente, y por eso sus responsables animan a las mujeres a que vean la Guardia Civil como una posible salida laboral, en la que podrían asumir todos los puestos de trabajo que tiene el Cuerpo, que son muy variados al ser muchas las especialidades de las que se ocupa.
“Creemos que las mejoras legislativas que se han llevado a cabo en los últimos años pueden ser un aliciente para que aumente esa ratio de mujeres”, apuntan desde la Comandancia, donde aspiran a que Melilla deje de ser la provincia española con menos mujeres guardias civiles de todo el país.

Historia de la mujer en la Guardia Civil

En la década de los 40, varias décadas antes de que se aprobara por ley la incorporación de la mujer en la Guardia Civil, ya existían figuras femeninas en el cuerpo conocidas con el nombre de “matronas”. Su labor se limitaba a tareas como realizar registros corporales y controles a personas de su mismo sexo. Además, no podían llevar emblemas en su uniforme ni armas y solían ser viudas o huérfanas de guardias civiles.
Conforme pasaron los años, aumentaron las voces que pedían permitir a la mujer la entrada en el Instituto Armado, a la vez que se veía cómo en otros países la mujer ya formaba parte de los cuerpos policiales. En febrero de 1988 se promulgó un Real Decreto Ley que permitía a las mujeres acceder a unas pruebas “sin distinción de sexo” y les garantizaba “su progresión de carrera en condiciones de igualdad con el varón”.
Ese primer año hubo 2.917 mujeres aspirantes a entrar en el Cuerpo y 197 lograron entrar. A pesar de estar la ley recién aprobada, la presencia de mujeres dentro del cuerpo estaba lejos de estar normalizada, tal y como señala la propia Guardia Civil, y las mujeres tuvieron que hacer frente a los roles y estereotipos hasta entonces asentados en la sociedad y en el Cuerpo. A esto había que sumar que las instalaciones no estaban preparadas para ellas y ni siquiera se les había adaptado el uniforme de hombre o creado uno específico para ellas.
El antiguo General de División de la Guardia Civil y doctor en Ciencias Políticas Gonzalo Jar Couselo cuenta en uno de sus artículos anécdotas como “camiones cargados de compresas” que llegaban a los cuarteles o el problema de adquirir camisetas iguales a las de los hombres que tuvieron que ser cambiadas ya que dejaban al descubierto parte del torso de las mujeres. “En un principio se pensó aislar a éstas de los hombres pero final se integraron unos y otras en la práctica totalidad de actividades, si bien se dictaron normas para ejercer un control estricto sobre las posibles relaciones intersexuales”, explica Jar Couselo.
En 1993 ingresa la primera mujer en la Academia General Militar de Zaragoza y tras cinco años de formación se convierte en 1998 en la primera mujer en ser teniente de la Guardia Civil. En 2007 se crea el Observatorio de la Mujer en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, el primer órgano en este ámbito destinado a formalizar la igualdad efectiva entre hombres y mujeres en las fuerzas de seguridad.

La guardia civil de más rango, fichada por Interior
Este año, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha nombrado a Cristina Moreno, primera teniente coronel de la Guardia Civil y la mujer con más rango en el Cuerpo, como número dos del Gabinete de Coordinación y Estudios de la Secretaría de Estado de Seguridad.

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Redacción

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