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Un Gobierno intrascendente

La respuesta que ha ofrecido en el Congreso a una pregunta de la diputada Mari Carmen Dueñas da muestras de esa nula acción del Gobierno, cuya política exterior es generosa en los viajes de su presidente por medio mundo con mucha foto y pomposidad, pero tremendamente tacaña en lo que Marruecos se refiere, a la vista de los hechos Como se intuía desde el principio, el paso del tiempo confirma que el Gobierno de Pedro Sánchez es un gran envoltorio con poco contenido. En Melilla lo estamos comprobando en primera persona con lo que ha sucedido con el cierre de la aduana comercial. Tres meses después de que Marruecos anunciara la medida, y dos meses y medio desde que la puso en marcha, seguimos exactamente igual que el primer día o incluso peor, porque la falta de noticias genera más incertidumbre. Las consecuencias ya las estamos pagando no solo con un descenso de la actividad comercial, sino también por el éxodo de empresas melillenses que ya han empezado a trasladarse al otro lado de la frontera, con lo que eso conlleva para nuestra economía. Nuestro principal pilar económico que es el comercio y tejido empresarial, con una salud frágil desde hace unos años, está entrando en parada y el Gobierno no solo no hace nada por revertir la situación, sino que encima profundiza en ella al mirar a otro lado y no decir absolutamente nada.
La respuesta que ha ofrecido en el Congreso a una pregunta de la diputada Mari Carmen Dueñas da muestras de esa nula acción del Gobierno, cuya política exterior es generosa en los viajes de su presidente por medio mundo con mucha foto y pomposidad, pero tremendamente tacaña en lo que Marruecos se refiere, a la vista de los hechos.
Dice el Gobierno en su respuesta que «desde que se tuvo conocimiento de la situación, el mismo día 1 de agosto, se mantuvo comunicación telefónica con las autoridades aduaneras marroquíes, a fin de confirmar la puesta en marcha de la medida». Cabe preguntarse por qué no lo hizo antes, cuando Marruecos anunció la medida con un comunicado en la frontera. La delegada del Gobierno en Melilla, Sabrina Moh, dijo entonces que ya estaban trabajando. ¿Mintió entonces?
El Gobierno continúa su respuesta recordando que solicitó un encuentro con los responsables de Marruecos, que quedó fijado para el pasado 13 de septiembre en Rabat, entre el Director General de Aduanas de Marruecos y la Directora del Departamento de Aduanas e Impuestos Especiales de la Agencia Tributaria, que «se desarrolló en un clima cordial y de cooperación» «se abordaron algunos asuntos relacionados con el comercio de interés común de ambos Estados», además de «la situación ocasionada por la decisión de la administración de las aduanas marroquíes sobre el cierre al tráfico comercial de la frontera de Melilla».
«Por parte española, se trasladó el malestar creado en la región a consecuencia de esta decisión y nuestra disposición para trabajar conjuntamente sobre esta cuestión, ofrecimiento que fue bien acogido por parte de las autoridades del reino alauita». ¿Malestar? ¿Cuándo? ¿Dónde? Aquí sólo hemos visto resignación por parte del Gobierno, empezando por el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, y terminando por la delegada, que no se pronuncia más allá que decir que están trabajando con discreción.
La guinda de la respuesta es cuando el Gobierno dice que ha llegado a «un acuerdo para la creación de un grupo de trabajo para estudiar los diferentes aspectos que implica el tráfico fronterizo en la zona desde la perspectiva del control aduanero, con el fin de encontrar soluciones que mejoren la labor desempeñada por las dos administraciones. Se tratará esencialmente, de poner en práctica los procedimientos, la organización y los medios idóneos para promover el comercio lícito y contribuir a la mejora del paso de viajeros». Es decir, que el grupo de trabajo, más de un mes después de la reunión, aún ni se ha constituido. Y mientras tanto, la incertidumbre se agranda y la autoridad que debería haber ejercido España para hacer cumplir los acuerdos bilaterales con Marruecos se empequeñece. Es, lo vemos todos, consecuencia de la inacción de un Gobierno intrascendente, al que nada le importa Melilla y su futuro, a la vista de los hechos.

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