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Dos medidas contrapuestas y un mismo fin

Estos días coincide el anuncio de dos medidas contrapuestas, poner más concertinas en unas vallas y quitarlas por completo en otras, para lograr el mismo objetivo: evitar la inmigración irregular Estos días coincide el anuncio de dos medidas contrapuestas, poner más concertinas en unas vallas y quitarlas por completo en otras, para lograr el mismo objetivo: evitar la inmigración irregular. La primera se aplicará en el puerto para continuar con lo que ya se venía haciendo desde hace unos meses en el paseo del espaldón, pero ahora en las vallas que delimitan la zona de seguridad en los muelles Ribera I y Ribera II, donde dentro de poco habrá nuevas cuchillas para protegerlos. Se quiere así evitar que siga habiendo entradas irregulares a una infraestructura estratégica e imprescindible para el desarrollo social y económico de la ciudad. No hay que olvidar el grave problema que supuso el aumento desorbitado de inmigrantes aspirantes a polizones, superando las 19.000 intrusiones el año pasado. Está claro que eso había que frenarlo, porque este fenómeno, además de cobrarse varias vidas, ponía en jaque la seguridad de nuestro puerto y desbordaba a la Guardia Civil.
La Autoridad Portuaria apostó entonces por reforzar la seguridad en el paseo del espaldón, donde se producían el 90% de las entradas irregulares al puerto, con más cámaras de seguridad, vallas más altas y concertinas. La decisión trajo polémica por lo lesivas que resultan las cuchillas para quienes llevan a cabo esos intentos desesperados de llegar a Europa de manera irregular, pero el argumento que empleó la institución para llevarla a cabo es que no hieren a quien no intenta pasar. Los datos, de momento, le están dando la razón porque dichas intrusiones se han reducido a cero, trasladándose a otros puntos del puerto donde no hay cuchillas, y además, los melillenses han recuperado su espaldón, cerrado durante años a cal y canto por este problema de seguridad.
Por eso ahora quiere seguir la misma estela en esos puntos a los que se ha trasladado el problema de las intrusiones en las vallas que bordean los Muelles Ribera I y Ribera II, una medida que seguramente volverá a despertar críticas, y que contrasta con la que se está siguiendo en la valla fronteriza, donde el Gobierno del PSOE anunció como una de sus primeras medidas que quitará las concertinas que puso hace ya unos años. Quiere sustituirlas por medios «menos cruentos», como ha repetido hasta la saciedad el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, cuyo departamento trabaja en un informe del que ayer se filtraron los primeros detalles. Según un medio digital, la idea es sustituir las concertinas por mil agentes de Policía y Guardia Civil en Melilla, y otros mil en Ceuta.
Está por ver si el proyecto en el que trabaja Interior será como se ha filtrado en dicho medio y si se materializará dicho refuerzo de efectivos, ya que a priori resulta difícil de creer, máxime cuando la secretaria de Estado de Seguridad, Ana Botella, apuntó en su visita a Melilla hace tres semanas que el catálogo de la Jefatura Superior de Policía está casi al completo. Pero de todos modos, también parece difícil que destinar más agentes a la frontera vaya a terminar con la presión migratoria permanente que sufre esta ciudad desde hace años. La desesperación de los inmigrantes, que podrían superar al número de agentes que se destinen en la valla, siempre será más fuerte que cualquier dispositivo humano establecido a modo de dique de contención.
La solución está en la cooperación en origen para que estas personas que huyen de la miseria no tengan que emigrar. Que el PSOE, teóricamente socialista, no apueste por esa vía ahora que gobierna, y por la que tanto abogaba cuando estaba en la oposición, dice mucho de la incoherente política migratoria que está llevando a cabo en estos meses.

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