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Carta del Editor

Que todo parezca que cambia para que todo siga igual ya no funciona

Suaves señales de desaceleración en la economía española, según los datos del EPA del último trimestre. El paro, que estaba en el 8% al empezar la crisis económica mundial, ha bajado del 15% por primera vez desde entonces. Una mala cifra, aunque menos mala que antes. Pero van a subir otra vez las llamadas cotizaciones sociales, así que pronto volverá a subir el paro. Los presupuestos del PSOE y Podemos no son progresistas, son regresivos, Actualidad Económica dixit. Entorpecen el crecimiento, la inversión y el empleo y, además, ponen las bases que obligarán a mayores recortes en el futuro, con unos presupuestos de ingresos ficticios, que no se pueden ni se podrán conseguir, y unos gastos que serán muy superiores a los anunciados, “en un momento de desaceleración económica”, además.

Suaves señales de desaceleración en la economía española, según los datos del EPA del último trimestre. El paro, que estaba en el 8% al empezar la crisis económica mundial, ha bajado del 15% por primera vez desde entonces. Una mala cifra, aunque menos mala que antes. Pero van a subir otra vez las llamadas cotizaciones sociales, así que pronto volverá a subir el paro. Los presupuestos del PSOE y Podemos no son progresistas, son regresivos, Actualidad Económica dixit. Entorpecen el crecimiento, la inversión y el empleo y, además, ponen las bases que obligarán a mayores recortes en el futuro, con unos presupuestos de ingresos ficticios, que no se pueden ni se podrán conseguir, y unos gastos que serán muy superiores a los anunciados, “en un momento de desaceleración económica”, además.

Escribe Pedro Fraile Balbín: “Como Ilich Ulianov, Lenin, hizo hace un siglo, los populistas actuales (Pablo Iglesias, por ejemplo) juzgan sus propuestas económicas como un instrumento político más, no muy diferente de la NEP (Nueva Política Económica) leninista. Y, aunque intentan disfrazar sus propuestas económicas con un ropaje de moderación social-demócrata, es importante no perder de vista que el objetivo final que persiguen es establecer una dictadura no muy diferente de la de entonces. No olvidemos que, además de inventar el terror moderno organizado desde el Estado, Lenin pavimentó el camino hacia el desastre económico que fue la Unión Soviética”. Tienen razón los jueces del Tribunal Supremo cuando denuncian que “se está asimilando como normal la destrucción del Estado de derecho”. Lo de los presupuestos pactados entre Sánchez e Iglesias no es sino un paso más en esa dirección de terminar con el Estado de Derecho actual, nacido con la aprobación de la Constitución en diciembre de 1978, hace casi 40 años, como recordó el jueves en una conferencia en Melilla el presidente del Senado, mi amigo de hace muchos años, Pío Garcia-Escudero.

Como era de esperar, El País, el periódico que más daño ha hecho a España durante los últimos años, redobla sus ataques contra Pablo Casado, el nuevo- en todos los sentidos- líder del PP, que el miércoles tuvo una brillante, valiente y admirable intervención en el Congreso. Muy buena noticia para el PP y, sobre todo, para España. Ya se están empezando a romper las cadenas de “lo políticamente correcto”, por fin. Ya algunos, Casado y Rivera, por ejemplo, empiezan a calificar en el Congreso (el lugar donde los políticos deben hablar, no en conciliábulos privados) como golpistas y asesinos a los que lo son desde hace ya muchos años. Ya, por fin, el ”no sabe qué parte del no es no”, el líder nominal -no real- del Frente Popular que padecemos, el “doctor plagio” que gobierna con los golpistas, ha anunciado, como los niños pequeños cuando se enfadan, que ya no se habla con el líder de la oposición que, por cierto, tiene muchos más escaños que él. Pero no parece que Pablo Casado se haya asustado o apenado mucho Ya se empieza a terminar el miedo a denunciar hechos evidentes, a decir la verdad. Por fin.
“Sólo hay algo peor en España que los políticos y los jueces, los periodistas”, dice Jiménez Losantos (jueves, 24 de octubre, por la mañana). Se refiere, entre otros, a PRISA, al Grupo Planeta -la Sexta, Antena 3-, la catalana TV3, los medios públicos controlados por los golpistas y el Grupo Godó. “La mayor parte de la base del PP se ha ido a Vox”, añade Losantos. “¿Usted, Sr. Sánchez, qué comparte con el nazi Torra?. Todo, comparte el Gobierno”, se autocontesta el periodista que, aunque a veces crea lo contrario, no es el único que defiende a España, ni el único periodista que se atreve a defenderse de cloacas y poderes establecidos varios. Hay otros muchos, nosotros entre ellos, los que lo hacemos, desde hace mucho tiempo, desde hace más de 33 años, sin desfallecer y aguantando todo tipo de ataques (lo de algunas redes sociales y lo de ciertos analfabetos imbéciles redomados, tontos hasta la náusea, gordas y malos hasta la repugnancia, es cada vez peor) en nuestro particular caso. Que MELILLA HOY, que dentro de unos meses cumplirá 34 años en nuestra ciudad, haya resistido tanto y a tantos poderosos poderes, es un auténtico milagro que agradecemos todos los días del año, cada uno de esos días, a los muchos melillenses que nos leen y apoyan, que nos muestran permanentemente su gratitud y nos animan, sin descanso, día a día, a no rendirnos, a seguir luchando por esta España y esta Melilla tan peligrosa y gravemente amenazadas. Nuestra promesa sigue siendo la que ya hicimos el 21 de abril de 1985, el día de nuestro nacimiento: no nos rendiremos jamás. E insisto: no podemos, aunque queramos, separarnos de la política, porque la política -efectivamente- es la vida. Y ni en España ni en Melilla podemos obviar, aunque muchos medios de comunicación lo hagan, que Vox existe e insiste en sus denuncias contra los golpistas (lo que otros partidos no se atrevieron a hacer), y que el golpe de Estado contra España también existe, como la invasión silenciosa de Melilla y la extrema peligrosidad de la situación económica, social y la burocrática paralización de nuestra ciudad.

Una última consideración política dentro de esta situación atroz en la que nos hallamos. Los partidos políticos son medios de acción política, no fines en sí mismos. No deben ser una secta, una palabra que lleva connotaciones religiosas y de división o ruptura. Son medios para intentar canalizar algo, para conseguir algo previamente definido en sus programas. Si no lo consiguen, deben cambiar o, en su defecto, desaparecer, por las buenas, simple extinción, o por las malas, prohibición legal, como la que debiera aplicarse a los partidos golpistas, tal y como decía Pedro Sánchez, nuestro lamentable presidente del Gobierno, antes y exactamente lo contrario de lo que dice ahora. En un mundo cambiante, y una Melilla, en el mundo, también cambiante, los partidos o cambian o desaparecerán. Repetir lo del conde de Lampedusa en la célebre novela El Gatopardo, que todo parezca que cambia para que todo siga igual, ya no funciona.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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