La prostitución es un problema que preocupa mucho a quienes tienen que vivir puerta con puerta con él, y pese a ello nos encontramos con una vergonzosa realidad: las dos administraciones públicas que deberían trabajar para solucionarlo, Delegación del Gobierno y Ciudad Autónoma, miran a otro lado. Ayer, hoy y, lo que es más grave, parece que también mañana El problema de la prostitución en la vía pública existe desde hace años en las calles de Melilla. Afecta sobre todo al centro y barrio del Real, y más concretamente en la calle Jiménez e Iglesias. Nadie puede negar este problema porque es más que evidente a cualquier hora del día, y fundamentalmente por la noche, cuando numerosas mujeres se instalan en las esquinas para ejercer el que, dicen, es el oficio más antiguo del mundo. Y pese a ser un problema que preocupa mucho a quienes tienen que vivir puerta con puerta con él, nos encontramos con una vergonzosa realidad: las dos administraciones públicas que deberían trabajar para solucionarlo, Delegación del Gobierno y Ciudad Autónoma, miran a otro lado. Ayer, hoy y, lo que es más grave, parece que también mañana.
Los vecinos del Real sufren en primera persona las desagradables consecuencias de la prostitución. Peleas, alcohol, drogas, intrusiones en sus portales para llevar a cabo relaciones sexuales… En resumen, inseguridad. Después de años aguantando y proponiendo soluciones, se han plantado y el pasado lunes salieron a la calle para mostrar, en palabras de la asociación de vecinos, su “cabreo”. Pero tras la manifestación, a la que acudió un centenar de familias, sigue la tónica general de quienes se deberían haber dado por enterados: no hacer nada al respecto. Al menos, en apariencia, porque nada ha cambiado.
En este punto, la pregunta que cabe hacerse es por qué la Delegación del Gobierno y la Ciudad Autónoma no hacen cumplir la normativa legal para acabar con el problema. De la Delegación del Gobierno, en manos del PSOE, no solo dependen las competencias de seguridad ciudadana, sino que además es su responsabilidad que los ciudadanos del país vecino que pasen a Melilla regresen a Marruecos por la noche. En el caso de las prostitutas, que proceden de allí, la Delegación del Gobierno se muestra permisiva, como vemos a diario.
La Ciudad Autónoma, en manos del PP, podría hacer también mucho si aplicara el Reglamento para la Garantía de la Convivencia y la Protección del Espacio Urbano, que la Asamblea aprobó hace tres años y medio, y que permite sancionar numerosas conductas incívicas, entre ellas la prostitución que se ejerza en la vía pública. Concretamente, en las zonas residenciales o cercanas a colegios, parques infantiles u otros lugares donde se lleven a cabo actividades comerciales o empresariales. La multa es tanto para quienes ejercen la prostitución como para quienes reclaman estos servicios, y puede llegar a un máximo de 750 euros por ser considerada una infracción leve. Pero este Reglamento de Convivencia, lo vemos todos, sirve únicamente para adornar la página web de la Ciudad Autónoma donde está colgado, porque en Melilla siguen dándose conductas incívicas todos los días y a todas horas sin que se aplique para acabar con ellas.
¿Por qué la Delegación del Gobierno y la Ciudad Autónoma, PP y PSOE, miran a otro lado en este problema? Se escudan en que es un problema complejo, y de acuerdo que lo es, pero hay herramientas para abordarlo y no las están utilizando. Porque lo más fácil para estas administraciones públicas y los partidos políticos que están en ellas es no hacer nada, dejar que nuestras calles sigan siendo burdeles, que otros sufran las consecuencias de la prostitución, y recurrir a la palabrería para salir del paso en un momento dado en vez de pasar a la acción si de verdad quisieran arreglar el problema. Pero parece que no quieren. Entonces, como defendió la Asociación de Vecinos del Real en la manifestación, quizá tendrían que venir otros para que empiecen a trabajar de verdad en ello.
