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Grandes políticos que fueron oradores… y Rufián

Yo creo que los actuales representantes políticos andan un poco a la greña y descontrolados. No recuerdan que están en sus escaños por los votos que nosotros hemos depositado en las urnas, y merecemos el máximo respeto, cuando hablan en nuestro nombre. Algunos no practican el sentido común, como Rufián, que más bien parece un chulo de una “cooperativa de pobres y depauperadas servidoras del catre”, donde las ladillas suelen bailar un pasodoble al compás de cada empuje del cliente encamado. Este hombre, careciendo de una básica cultura que pueda demostrar desde la tribuna del Congreso, es chabacano e histriónico. Pienso que en la dirección de su partido, no deben estar muy contentos con él porque, aunque lo han colocado en el puesto de insolente provocador, con actitud tabernaria desafiante, alzando los
brazos, como si estuviese a punto de poner un par de banderillas de fuego, lo que hace es insultar a sus contrarios. Ante todo el escándalo que han formado en el Congreso, se merecen que todos y cada uno de estos “merdellones”, se marchen a sus casas, para evitar el bochorno y la vergüenza que les hacen pasar a sus votantes. También nos avergüenzan, como ya digo, éste garlocho Rufián y compañía, por el serrín y el estiércol (cagajones), como diría Borrell, que sueltan cada vez que tienen la palabra; igual que los “azules” y sus primos
“naranjitos”. Éstos están que se suben por las paredes, sin haber asimilado aun que Sánchez está en la Moncloa, por los votos de los españoles, aunque haya sido por una moción de censura, que tan legítima es como si hubiese ganado las Elecciones.
Aunque no me harán ni puto caso, yo les aconsejaría a toda esta caterva de maleducados impresentables, que leyeran algo de sus ilustres predecesores, como Francisco Silvela, que fuera gran orador y literato, que aconsejaba “Gastar quevedos en los ojos, y en el estilo (sic)”. O la contestación que le hizo a Romero Robledo (el Pollo de Antequera), con su frase parlamentaria más famosa: “Su Señoría ha llegado a una situación en que todavía se le oye, pero ya no se le escucha”.
También podrían darle un repasito a las biografías de Castelar, Salmerón, Azcárate, Sagasta, Cánovas, Echegaray, De los Ríos, etc. pero sobre todo la de Azaña; todos ellos desde la tribuna del Congreso de los Diputados, y de las publicaciones filosóficas y poéticas de Antonio Machado: “Para dialogar, preguntad primero; después… escuchad”. Creo que esta gente lograrían aprender algo de política, al menos educación y el saber como comportarse en lo que representa un Parlamento para la ciudadanía de un país, que es el Templo de la Palabra, y no el tabernario chabacano y vulgar escenario en lo que lo hanconvertido
Y sobre el hipotético salivazo, gargajo o escupitajo, que Jorge Salvador de ERC, le lanzó a Borrell al pasar delante de él, yo creo que sí que se lo lanzó, porque el gesto que hace, muy disimulado, como “mirando al tendido”, que hace con el carrillo derecho, y las voces de alerta del Ministro: “¡eh!, ¡eh!…”, no hay duda. Ese gesto se parece al que hacíamos los niños cuando le robábamos las algarrobas al borriquillo de Valero, que al comérnosla, con las semillitas solíamos hacer apuestas para quién llegaba más lejos: unos con un tubito y otros a pleno pulmón. También debiera existir una ley, en la que a cualquier diputado expulsado por “sinlachón”, como al Rufián hace unos días, y el Martínez Pujalte, del PP, en 2006, se les descuente de sus opíparos haberes, como suspensión de empleo y sueldo dos, tres o más meses, como a cualquier funcionario público, y sin poder ejercer como diputado: así que si su formación solo tiene seis, ya sabe que serían cinco los que contaría su partido durante el castigo. ¿Creen que nuestros políticos serían capaces de aprobar una ley así?.
Yo pienso que si; y por favor no me llamen ingenuo, sino “bienpensado”.

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