Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

La Guardia Civil avisa que quitar las concertinas sería “terrorífico”

Advierten que los inmigrantes “portan machetes, garfios y picos de obra; arrojan excrementos, cal, ácido, lejía, piedras…”. En la foto, cuando se instalaron las concertinas

La situación de violencia en los perímetros fronterizos de Ceuta y Melilla va ‘in crescendo’. Los saltos masivos se suceden sin solución de continuidad por parte de los miles de inmigrantes que sueñan con llegar a Europa y que aguardan en los bosques aledaños a las verjas. En octubre pasado, unos 300 subsaharianos intentaron llegar a Melilla en una acción organizada justo en el intervalo en el que se producía el relevo de los Grupos de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil. Lo lograron 200. En primera instancia acudieron al lugar seis agentes como única fuerza de contención. “Los inmigrantes nos estudian y cuando se producen los relevos de fuerzas aprovechan el momento”, cuenta Sergio Márquez, secretario en Melilla de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC).

Fuentes de la Benemérita de Ceuta afirman que los subsaharianos protagonizan episodios cada vez más violentos: “Portan machetes, garfios y picos de obra; nos arrojan excrementos, cal, ácido, lejía, piedras… En principio, su objetivo es pacífico, pero arrasan con todo lo que sea y tienen un comportamiento agresivo para llegar a territorio español”.

En los últimos meses, según asegura Sergio Márquez, los guardias han sido testigos de una novedad: “Los inmigrantes prefieren enfrentarse a nosotros para que se produzca una apertura de diligencias judiciales y de ese modo evitar que sean rechazados en frontera como contempla la Ley de protección de la seguridad ciudadana”. Otros denominan “expulsiones en caliente” a esos rechazos. Por esa razón, los choques cuerpo a cuerpo entre subsaharianos y agentes son cada vez más habituales.

La carestía de medios humanos y materiales en Ceuta y Melilla es alarmante, advierten desde las delegaciones de la AUGC en las ciudades autónomas. En ese clima de violencia, los agentes no cuentan con chalecos antibala, la flota de vehículos es escasa y vieja, las cámaras de seguridad no abarcan la vigilancia de todo el perímetro fronterizo y solo en Melilla la Comandancia de la Guardia Civil reclama 320 agentes más, lo que duplicaría la actual dotación.
“Los inmigrantes se enfrentan a nosotros para que haya apertura de diligencias judiciales y de ese modo evitar ser rechazados en frontera”
Las lesiones físicas y psicológicas provocadas por esos enfrentamientos cuerpo a cuerpo condenan a bajas médicas de larga duración a varios agentes de las dotaciones estables de las dos ciudades autónomas y de las unidades de refuerzo GRS que llegan de la Península.

El Ministerio del Interior informa de que entre enero y noviembre de este año llegaron a España 59.048 inmigrantes irregulares, mientras que en 2017 fueron 25.786 en el mismo periodo. Es decir, hasta la fecha se ha producido un incremento del 130 por ciento de entradas ilícitas.

Las fronteras calientes de Ceuta y Melilla, dada su naturaleza terrestre, están siempre en el punto de mira de la opinión pública. Las medidas de seguridad que protegen el tránsito clandestino a esas ciudades no son del todo disuasivas. Hasta noviembre saltaron las vallas más de 6.000 inmigrantes, un siete por ciento más que en los primeros 11 meses de 2017.

Las imágenes de subsaharianos heridos por las concertinas y aupados a las vallas no son plato de buen gusto para ningún gobierno central. Pero los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado que están a pie de verja lo tienen aún peor. “Lo llamamos la ‘frontera chicle’ porque muchas veces no sabemos si rechazar o no rechazar a los inmigrantes porque la legislación es muy laxa y no tenemos un protocolo claro de actuación”, explica Sergio Márquez.

Loading

Redacción

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€