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Atril ciudadano

“El frívolo reclamo”

En una semana en la que se conmemora el 70 Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cada vez es mas continuo el ruido de tambores y voces en grito para reclamar, insistentemente, “humanos derechos”. Humanos de clara identificación con el modelo patrio, abanderado si puede ser, confesional , que vea en la mujer principal y casi únicamente su carácter maternal, que estén hartos de tanta corrupción (en esto si tienen buena razón y causa) y de buena raza.
El frívolo, además de peligroso e injusto, reclamo de lo identitario se ha instalado en el panorama de la competición electoral y lo ha hecho para quedarse. Algunos motivos no le faltan, pero hacer, al candor de las emociones, de la inmigración, principalmente, como la gran amenaza para la seguridad y las oportunidades, torna a cruel y a irreal. Ofrecer soluciones al filo de lo imposible es el pedigrí del populismo; sumarse a ellas o imitarlas, el suicidio (político).

Melilla es un escenario natural para que las emociones cuezan. Ya se sabe que estas tienen en su composición una mezcla de razón, anhelo y utopía. Solo hace falta moverlas, la debilidad del adversario político hará el resto. En general, en todo el territorio nacional, la izquierda tradicional, desde hace tiempo, no pierde de vista su retrovisor de babor, ya ha cogido costumbre y hace números con ese carril a su vera, pero la derecha de siempre, tiene dos a estribor, que compiten entre sí y le acechan a ella. Y aquí, en este lado de la carretera, hay menos hábito y, por ello, más incertidumbre.

Radicalizarse está en boga, la moderación se vuelve añeja, como pasada de moda. Unos se radicalizan para alcanzar el poder, otros para intentar mantenerlo y así lo que verdaderamente subyace es el mandar aún incluso de incendiar socialmente. En nuestra ciudad, en Melilla, el transformismo político siempre escribió páginas notorias, baste recordar un poco. Ese transformismo, sin duda, será abono para adoptar mensajes, amparar renuncias y aceptar drenajes. Todo dependerá de los números resultantes o, incluso, quizás antes. Los “financieros” partidarios hacen cuentas, pero “cuentan” de la misa menos de la mitad, así los “feligreses” siguen creyendo en el misterio y se emplazan para el próximo oficio que esperan revelador.

Mientras esta carrera a la meta prolija en la interesada confusión de ideas, de socios y adversarios y de promesas y cumplimientos; de la pura escenificación de “imprescindibles y excelencias”, mientras, los verdaderos problemas, los retos y sus sombras, la razonable esperanza, todo aquello que necesita del espacio común, queda bajo el inducido opiáceo de la batalla campal, cual asalto, en la que se perderá o mantendrá el castillo. Es solo una opinión.

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