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El hecho de que no se haya presentado antes a unas elecciones, la ausencia de estudios demoscópicos comparativos y su aún balbuciente estrategia de comunicación impiden la formación de un juicio certero en torno a esta cuestión

Melilla y la incógnita VOX

Hace unos días me preguntaron en una reunión que diera mi opinión sobre el nuevo partido VOX. En concreto me plantearon dos cuestiones, a saber, las razones por las cuales había logrado una representación relevante en las elecciones andaluzas y en segundo lugar, sobre el papel que podría llevar a cabo de ahora en adelante en el sistema político español, vamos, lo que comúnmente llamaríamos ‘perspectivas electorales’. Sobre lo primero les contesté que no poseía suficientes datos para hacer tal análisis y sobre lo segundo que carecía de una bola de cristal para saber cual sería el futuro de esa formación política. En cualquier caso, y por no desairar a mis contertulios, sí les comenté dos aspectos que creo son relevantes y están conectados con aquellas dos cuestiones que me plantearon. Respecto a lo primero, recordé lo pasado unos años antes con el partido de Rosa Díez. En aquel entonces, la mayor parte de los partidos del arco parlamentario se pusieron en su contra por denunciar la corrupción por un lado y poner en cuestión el modelo territorial del Estado, ambos elementos conectados entre sí. Eso sí, nadie llegó al punto de estimar que era un partido inconstitucional como sí han hecho ahora con VOX. UPyD también era un ferviente opositor a los nacionalismos excluyentes, en particular el vasco y el catalán y puso en cuestión el sistema, por ello fueron a por ese partido con el ánimo de liquidarlo, desde distintos frentes, medios de comunicación, ámbito partidista, actividad parlamentaria e incluso la implosión desde dentro.

Salvando las distancias ideológicas, muchos de aquellos puntos son también defendidos hoy por VOX aunque hay una diferencia con aquellos años y es que ahora se ha producido un intento de subvertir el orden constitucional desde una región española y eso lo ha cambiado todo, polarizando aún más si cabe el campo político. Ese es el punto clave en mi opinión que ha permitido a VOX obtener un buen resultado electoral y le permitirá seguir creciendo. Sobre la segunda cuestión, hay un aspecto que creo que es esencial, a saber, la irrupción de VOX ha permitido reequilibrar el sistema político español desde un punto de vista ideológico. Escorado éste en una dirección centrífuga con relación al centro político, es decir, el Estado, ahora hay una fuerza que camina en dirección contraria, es centrípeta. Y ello es posible de nuevo solo si nos atenemos a las circunstancias del momento, es decir, el intento de subvertir el orden constitucional desde una región como Cataluña. Podríamos decir que este hecho ha sido providencial para VOX y al no estar solucionado permitirá a esta formación mantenerse a flote y consolidarse.

La aparición de VOX está forzando a algunos partidos a redefinirse de nuevo en el plano ideológico y ello afecta tanto a la izquierda como a la derecha así como al nacionalismo. Éste último ve peligrar su statu en sistema político, claramente favorable a sus intereses centrífugos, radicalizando por tanto sus posturas. La izquierda anti sistema ha vuelto a extremar si cabe aún más su discurso anti democrático, es el caso de Podemos y sus terminales y en el caso del PSOE ha evidenciado una vez más su maleable concepto de España, su profunda corrupción y sus dificultades para seguir siendo un partido de masas lo que podría condenarle a su ostracismo en el marco del sistema político en poco tiempo. Por la derecha, la más centrista o progresista, en el caso de Ciudadanos, ha debido revisar algunos de sus planteamientos, condescendientes con el sistema de organización territorial del Estado y aumentar su oposición al nacionalismo y en el caso del PP, sencillamente un saneamiento interno muy necesario, debiendo virar de nuevo hacia un enfoque algo más conservador que nunca debía haber abandonado. Por tanto, la llegada de VOX no ha podido ser más benéfica para el sistema, al margen de que uno pueda estar o no de acuerdo con todos sus planteamientos. Estos han sido atacados de una forma airada e incluso me atrevería a decir que, en algunos casos, ridícula, como así han manifestado de manera reiterada algunos periodistas y políticos sin escrúpulos al estimar que VOX era un partido inconstitucional, una aseveración ésta que ha acabado por comparar indirectamente a este partido con las terminales políticas de un grupo terrorista como ETA, olvidando conscientemente que existe una Ley de Partidos que expone con claridad qué formaciones políticas pueden ser ilegalizadas y bajo que supuestos. Las declaraciones son de tal gravedad que solo pueden ser entendibles en el marco de la profunda corrupción del sistema político español y también del periodístico, salvo alguna excepción.

Al margen de estas cuestiones también surgió el planteamiento del futuro que podría tener VOX en Melilla. El hecho de que no se haya presentado antes a unas elecciones, la ausencia de estudios demoscópicos comparativos y su aún balbuciente estrategia de comunicación impiden la formación de un juicio certero en torno a esta cuestión. Pese a ello, conviene matizar algo esta primera aseveración. Y ello es así porque el voto en Melilla ha sido tradicionalmente conservador durante estas últimas cuatro décadas, también por el hecho de que existe una fuerte abstención electoral y por último porque existe un asunto que ha solido polarizar a los votantes y los partidos en la ciudad, me refiero a la eterna cuestión de las relaciones con Marruecos. Este asunto es de vital importancia pues de él depende el modelo de gestión fronteriza que está acabando poco a poco con Melilla, al ser fuente de problemas de todo tipo, entre ellos los migratorios. En un momento de cierta tensión debido al cierre de la aduana comercial y una entrada desaforada de Menas que va a costar a las arcas municipales nada más y nada menos que catorce millones de euros el próximo año, como afirmó recientemente el consejero de Bienestar Social, debería ser un tema presente en la agenda de cualquier partido político en Melilla. Pero todo esto, insisto, es consecuencia de la mala gestión fronteriza y por supuesto el mal planteamiento de las relaciones con Marruecos. Han pasado cuatro meses desde que el sultán decidiera cerrar la aduana comercial y al gobierno socialista, recordemos, el puntal del lobby pro marroquí en España, tan solo se le ha ocurrido ofrecer un mundial a Marruecos que, por otra parte, no fue una propuesta de Sánchez, como nos han hecho creer, sino del propio Mohamed VI a través de la Real Federación Marroquí de Fútbol en aquella ruinosa final de la Supercopa de España en la ciudad de Tánger, algo que entonces pasó desapercibido. Sánchez, cabeza visible del PSOE y por tanto del lobby pro marroquí, se ha limitado a cumplir su papel, el que el PSOE ha realizado siempre en favor de los intereses de la dictadura marroquí. Por cierto, el gobierno marroquí está utilizando a miembros de las Fuerzas Auxiliares, es decir, a militares, en labores de control aduanero en la frontera de Beni Enzar. No sabemos si es definitivo, si se debe a bajas temporales de funcionarios o es un paso más en esa guerra silenciosa que lleva a cabo contra España y en particular Melilla, y que supone una militarización también del paso fronterizo además del perímetro. Ningún partido político ha dicho todavía nada.

La cuestión marroquí y la lucha contra la corrupción deben ser en mi opinión dos de los ejes esenciales del programa político de cualquier partido nuevo que se presente en Melilla y ello es así porque son dos asuntos que han sido olvidados en las agendas de los actuales partidos contendientes. El hecho de que exista una gran bolsa abstencionista implica la posibilidad de movilizar a una porción de electores que, en estos momentos, no prestan su voto a ninguna formación política, siendo, en principio más sencilla esa movilización, dependerá del programa político y la estrategia de comunicación elegida. Por tanto las opciones para VOX están de momento abiertas. Habrá que analizar en los próximos meses su campaña y su programa de gobierno. En cualquier caso, intuyo que si esta formación se dedica a plantear lo mismo que el resto de partidos, es decir, mantener el actual statu de la ciudad, con sus eternos problemas, no tendrá ninguna posibilidad de acceder a la Asamblea al no poder movilizar a esa parte del electorado que ha ido engrosando en estos últimos veinte años una abstención sin precedentes en Melilla, en torno al 40% o bien han repartido sus votos en formaciones también de reciente aparición pero con escasa proyección al haber orientado su agenda hacia lo que califico de micropolítica, es decir, una forma de huir intencionadamente del debate de las grandes cuestiones que atañen a la ciudad. Frontera, Marruecos, inmigración, seguridad, vertebración social y cambio del modelo productivo deben estar en primer plano además de la lucha contra la corrupción, endémica ya en Melilla. Responder a estas cuestiones es responder a los grandes desafíos que debe afrontar la ciudad en los próximos años de manera urgente.

Otrosí: El PSOE de Aragón y de Extremadura, proclaman abiertamente la ilegalización de los partidos secesionistas catalanes. Exactamente lo mismo que VOX. Interesante.

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