El consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, avalan la importancia y validez del programa de educadores de calle que ha permitido, desde el mes de mayo, recuperar a más de 200 niños que se encontraban en situación de calle, niños y jóvenes llegados desde el vecino país que en ocasiones presentan patologías como diabetes sin tratar, enfermedad renal grave, problemas de salud mental o discapacidad física o psíquica. Daniel Ventura, que sigue denunciando la saturación de los centros de acogida, califica de "aberración" que Marruecos permita la migración de menores o el abandono de niños en la calle. Dejó de manifiesto el consejero que Melilla "ha apostado desde el principio por el programa de educadores de calle desde que se hizo en dos ocasiones en distintos momentos hace unos tres años de manera experimental, donde pudimos ver que tenía utilidad", de ahí que en mayo, tras un concurso, se contratara a la empresa Clece para que lo desarrollara durante un año, con 16 profesionales y un presupuesto de 425.000 euros. El programa se centra en la localización e intervención de los menores extranjeros no acompañados que llegan a la ciudad y no quieren estar en centros de acogida.
Ciudad pionera
Daniel Ventura explica que Melilla "ha sido pionera" en la puesta en marcha de programas de intervención con menores en situación de calle, adelantándose incluso a la recomendación que en este sentido realizó Naciones Unidas en 2017. Es más, "a nivel de la Unión Europea cuando se evaluaron algunos programas para ver qué se hacía con menores, se comprobó que éramos la única localidad tanto española como a nivel europeo que hacía un programa de estas características en el que se actúa para conocer cuál era su estado de salud física y mental, sus necesidades y pretensiones y al mismo tiempo, ayudarles tal como marca la Ley del Menor".
Manifiesta el consejero que el programa "está funcionando porque los educadores están consiguiendo recuperar a muchos de los niños llegan a Melilla". Indica que entre los muchos jóvenes que cruzan la frontera se encuentran "niños que pueden ser manipulados por otros menores o adultos de la calle, y con este programa intentamos que no caigan en manos de mafias, ni de determinadas personas que quieren hacer un mal uso de ellos, hacerles daño o incluso llevarlos a cometer delitos".
Con el programa de educadores estima que se han podido recuperar desde el mes de mayo a algo más de 200 menores, de ahí que en Purísima acoja a más de 650 menores "que es un número de residentes extraordinariamente exagerado para un centro de estas características".
Pero señala el consejero que buena parte del volumen de menores que localizan en las calles o que están en los centros de acogida tienen más de 15 años, algunos rozan ´los 18 años, por eso "hay muchas salidas por mayoría de edad, de ahí también que tengamos tanto dinamismo con entradas y salidas en los centros, porque cada día tenemos alguien que cumple la mayoría".
Diabetes y otras patologías
La mayoría de los menores en situación de calle lo que buscan no es ir a un centro de acogida, sino intentar embarcarse como polizones, el conocido "riski" entre el colectivo, sea de la forma que sea. Los educadores hablan con ellos, les escuchan, les ayudan, les asesoran, pero "no los pueden forzar a nada, sino convencerlos para que dejen la calle y vayan al centro".
Indica el responsable de Servicios Sociales que los educadores de calle derivan a los menores que presentan problemas de salud, a los centros sanitarios o el hospital.
Entre ellos es habitual el consumo de sustancias, pero también se han localizado casos de menores que presentan patologías como la diabetes, niños insulinodependientes, problemas renales que requieren de diálisis, niños con problemas de salud mental, niños con discapacidad intelectual o física, y estos casos son los que se derivan al centro asistencial, para que reciban una atención más personalizada.
El último caso se ha dado hace unos tres días con un niño palestino "con dificultades mentales y en las rodillas, que una vez se detectó y evaluó, ha sido trasladado a la Gota de Leche". Reconoce Ventura que "no es lo mismo atender a 140 menores en el Centro Asistencial que 600 en Purísima, donde se quedan los que pueden desenvolverse por sí solos".
Trabajadores
Daniel Ventura quiso felicitar al equipo de educadores de calle por la "gran labor, callada e importante, que llevan a cabo; porque son personas que se implican, que están comprometidas con lo que hacen, porque son grandes profesionales". Aclaró que el equipo de 16 trabajadores está formado por educadores y trabajadores sociales, así como una enfermera que cuentan con la certificación adecuada, así como diez auxiliares que les apoyan que cumplen lo que marca la legislación en cuanto a contar con una formación básica.
¿Qué buscan?
Afirma Daniel Ventura que la mayoría de los menores extranjeros no acompañados que acceden a Melilla lo que persiguen es poder documentarse, "es el medio para lograr su fin, que es el de poder llegar al resto de Europa y muy pocos se quedan aquí, donde tenemos casos de chicos que se han formado, viven y trabajan en Melilla". El resto busca alcanzar la península para ir con familiares o amigos.
"Lo que ocurre con los niños de la calle es que buscan esto mismo pero de una forma más rápida. Haciendo el 'riski', irse como polizones poniendo en riesgo sus vidas. Pero el camino que han elegido para hacerlo es vivir en la calle, un camino disruptivo porque pueden caer en manos de personas que los llevan al mundo el consumo o al delito, y son los que tienen un peor pronóstico, porque si han llegado aquí con todos esos problemas, como la drogadicción, también se lo llevarán cuando lleguen a la península o al resto de Europa".
"Hablamos de niños que tienen grandes dificultades para abandonar ese estilo de vida, pero buscan lo que es una aspiración lógica para todos, mejorar sus vidas, vivir en un sistema social y de vida más avanzada que el que dejaron en su país, en Marruecos, donde tienen una renta per cápita muy baja y muchas necesidades", apostilló.
Nula colaboración europea al hacinamiento de Melilla
Recuerda que la Ciudad Autónoma viene denunciando la situación de hacinamiento y saturación de los centros de acogida desde hace mucho tiempo, pero se lamenta de que hasta el momento ni el Gobierno central, ni las comunidades autónomas, ni incluso la Unión Europea, han mostrado interés en colaborar.
"A nadie le ha importado nada de lo que se vive aquí, ni de lo que viven estos niños, con los que hacemos todo lo humanitariamente posible pero es urgente y necesario que se adopten medidas", denuncia Ventura. El consejero mantiene la propuesta de que se habilite un "corredor humanitario" entre Melilla y la península que permita a los menores acogidos ser redistribuidos por todo el país, permitiendo además que puedan llevar a cabo su proyecto migratorio, el de acudir a localidades nacionales o europeas buscando una nueva vida.
La actitud de Marruecos con sus menores, “una aberración”
Aunque el consejero dice que no critica las aspiraciones o sueños de estos menores, sí denuncia la actitud de Marruecos. "Lo que critico es que su país se desentienda de sus súbditos, de sus hijos y creo que es una aberración total de las autoridades de un país en vías de desarrollo, que permita que los niños de Marruecos estén en la calle, que sean abandonados por sus familias y que no pongan remedio a este tipo de comportamientos", afirma.
Es más, indicó que de los trece mil menores extranjeros no acompañados que acoge España en las distintas comunidades autónoma, "el 70% son marroquíes, y esta es la tónica también en Europa". Reitera que es "una aberración por parte de las familias marroquíes que abandonen a sus hijos" y también de las autoridades del país vecino "que lo están permitiendo o mirando hacia otro lado, algo que en ningún otro país se permitiría que pasara porque es algo antinatura".
