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El Torreón del Vigía

El valor de la amistad

Decía Baltasar Gracián, “los amigos multiplican lo bueno de la vida y dividen el mal”. Se busca y no siempre se alcanza. Aparece en el momento menos esperado, de manera circunstancial, en un lugar de ocio o de trabajo, puede que de la mano de otra persona o sin ella. La amistad nunca pide, siempre da, ofrece, sin medida, sin tiempo, aguarda y acoge, escucha, y los mejores amigos escuchan lo que no dices y fundamentalmente es leal. Una lealtad que se traduce en no dar siempre la razón o mejor decir lo que uno quiere escuchar sino en lo que conviene a esa otra persona sin egoísmos, sumando y no enfrentando, abriendo la mente cuando esta no quiere ver una realidad. En la amistad no hay distancia, los acorta una palabra, es el aliento cuando estas decaído, una mirada que sabe que piensas y un silencio para decir más que palabras. Es estar sin decaer, es no entrometerse salvo lo justo, es compartir, es no juzgar ni faltar a nadie, y unir. La amistad siempre suma, conforta, perdona, aguarda, calla, aporta, es aquella que siempre piensa en ti y al que puedes llamar sin importar ni horas, ni momentos. Porque si los hubiese a eso no llamamos amistad. Esta nos da libertad, espacio, es honesta, se alegra de lo bueno y comparte nuestro dolor. Y en ese instante administra la dosis justa para sanar a un corazón que se rompe por dentro y aplica un washapp, pone un dedo encima de tu nombre en un móvil o te abre las puertas de un hogar. No pensemos que para hurgar en la herida o para hacer daño a otro, al contrario para con objetividad buscar la solución y respetar a todos. Un hombre fue al encuentro de Sócrates llevándole al filósofo una información que juzgaba de su interés: ¡Quiero contarte una cosa al respecto de un amigo tuyo!. Espera un momento, le dijo Sócrates Antes de contarme, quiero saber si hiciste pasar esa información por los tres tamices. ¿Tres tamices?. Vamos a tamizar lo que me quieres decir. Debemos siempre usar los tres tamices. El primero es el tamiz de la VERDAD. ¿Tienes la certeza de que eso que me quieres decir es verdad?. Bueno, fue lo que oí que otros contaron. No sé exactamente si es verdad. El segundo tamiz es el de la BONDAD. Con certeza, debes haber pasado la información por el tamiz de la bondad. Avergonzado, el hombre respondió: Debo confesar que no. El tercer tamiz es el de la UTILIDAD. ¿Pensaste bien si es útil lo que viniste a hablar al respecto de mi amigo? En realidad, no. Entonces, le dijo el sabio: Si lo que quieres contarme no es verdadero, ni bueno, ni útil, entonces es mejor que lo guardes solo para ti. La amistad no llega por el poder, el apellido o el dinero. Cuando los vientos de la vida soplan fuerte se quedaran a tu lado los que siempre lo fueron. La amistad no es celosa, comparte, te da libertad, es empática, es aquella que aún sabiendo cómo eres le sigues gustando, es una mano sobre el alma.

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