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La firma invitada

Bienvenidos a la incertidumbre

Es verdad que la política –como la vida– nunca es del todo predecible, pero no siempre los llamados "politólogos" han estado tan de acuerdo en reconocer su ignorancia. Tanto en lo nacional como en lo global, comenzamos este nuevo año instalados en la incertidumbre, asistiendo entre expectantes y escépticos lo que nos pueda deparar el 2019. España, hoy por hoy, parece sumergida en un callejón sin salidas con el problema catalán (de los nacionalistas catalanes, para ser más exacto) en el que, por mucho que se empeñe el Gobierno, el diálogo no existe y las soluciones posibles sólo pasarían por cesiones políticas y económicas que, naturalmente, el resto de las autonomías no van a aceptar. Y con razón. Vuelve pues el viejo problema que no supo, porque no pudo, resolver la Constitución del 87: el café que se calentaba para dos o tres (Cataluña, Euskadi y tal vez Galicia) no hubo más remedio legal que aguarlo un poco y repartirlo con una generosidad incómoda e impuesta que en lugar de solucionar el problema, lo multiplicó. ¿Y ahora qué? Nadie sabe cómo desliar la madeja porque unos se niegan a negociar y otros a utilizar la fuerza de la ley pero cediendo porciones ante la queja unas veces murmurada y otras gritada del resto de las autonomías.

Este acercamiento al nacionalismo catalán y el pacto mil veces negado y al final compartido incluso más de lo necesario, según muchos, con lo que Sánchez calificaba antes de la moción como "el populismo" de Podemos con el que jamás partiría peras, ya ven en que ha quedado. Llegar al poder con los de Iglesias, con Bildu, con los soberanistas aportando tan solo 84 diputados, ha convertido al viejo PSOE en algo irreconocible que, según opiniones autorizadas, les pasará factura en las urnas.

Y en la derecha otro tanto. Irrumpe VOX ante la sorpresa de la mayoría y se organiza una extraña conga en la que nadie quiere agarrarse del otro. VOX es la bicha ahora mismo, la bicha necesaria para alcanzar el poder, y hasta Ciudadanos, dispuesto a pactar con lo que se le ponga al alcance, establece unas líneas rojas que el PP intenta ignorar en su postura favorita: de perfil. El precio para el partido de Génova por estas alianzas, según las misma opiniones autorizadas, les pasará factura en las urnas. No es una buena compañía porque sus votantes más radicales tienen a VOX mientras Ciudadanos anda brujuleando por todos los sitios menos en Cataluña.
¿Qué le queda al elector de-toda-la-vida que no le convence ninguno pero hasta ahora elegía el mal menor del bipartidismo? Ni el PSOE ni el PP son ya referentes por sus alianzas ni sus alianzas parecen tener un recorrido lo suficientemente largo o profundo más allá de los forofos. Y para complicar más el panorama, a un lado y a otro surgen nuevas plataformas que muy posiblemente fraccionen aún más el voto.

Y luego está el lenguaje. Lo de fascistas, casta, extrema derecha, soberanistas, constitucionalistas, monárquicos, republicanos, heteropatriarcales, europeístas, todo-lo-contrario etc. va perdiendo cualquier valor por la repetición cansina que implica a su vez una banalización de la terminología. El más que incomprensible –al menos para mí– mensaje evangélico del "que no está conmigo está contra mí" se ha hecho carne en la sociedad española y hasta ha convertido en enemigos a quienes caminaban más o menos por el mismo sendero.

Pero me preocupa lo del extremismo. ¿Es realmente VOX un partido de extrema derecha? Es posible que sí o que esté muy cerca de serlo, al menos en sus postulados. Pero la pregunta que me hago es si es de extrema izquierda Podemos que, en palabras de uno de sus dirigentes, Luis Alegre, aseguraba algo para mi escandaloso: "El colmo es el argumento ese de que los padres tenemos derecho a elegir la Educación de nuestros hijos. No, para eso está pensada la Educación pública, para defender o proteger a los hijos del hermetismo de la ideología de sus padres". Claro que peor es la opinión al respecto de las CUP partidarias de que a mis hijos no los educara yo sino "la tribu". Son sólo dos ejemplos que las hemerotecas guardan de "las cosas de Podemos" que se han ido amortiguando –aunque poco– con el tiempo. Pero es que para VOX, "el barco negrero Open Arms desembarca en Algeciras con más de 300 ilegales a bordo, convertido en un negocio impulsado por Soros y Sánchez para enriquecer a la organización 'no gubernamental' de turno y a las mafias traficantes en los países de origen" y por si esto fuera poco plantean soluciones radicales en asuntos que ya tenía superada la sociedad española. Y todo esto, claro, no resulta nada tranquilizador.

Y así entramos en un nuevo año en el que Torra, todo un presidente de la Generalidad, llama a los catalanes a "rebelarse ante la injusticia y hacer caer los muros de la opresión". En fin…
¿Hacia dónde va España? ¿Qué cesto se puede armar con estos mimbres? ¿Dónde quedó la cordura, la ideología, los principios que eran la piedra angular de los partidos? Ya sólo parece contar el poder, llegar al poder y mantenerse al precio que sea, con los apoyos de quien sea y competir ofreciendo al pueblo pan y circo aunque no haya de dónde sacar el dinero para lo que hoy, tristemente, sólo es un espectáculo muchas veces basura: nada menos que la cosa pública.

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