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El candil

Y usted se dirá

Y a mí que me importa sus blancuras, con toda la razón. Pero estaba yo pensando cómo les entretenía y sacarles de la rutina política, cuando mirando distraidamente me encuentro con un blanco cadáver que me deslumbró, era mi pantorrilla aquella que en otros tiempos recordados era ella ¡morena!, y que feliz quedaba expuesta a los rayos del Sol; todo era juventud y poderio, ni manchas, ni arrugas, ni lentes, ni quejos, en fin, que con la dictadura yo estaba mejor y supongo que usted también ¡éramos prolíficos! Hoy somos castos o mejor dicho castísimos, y es porque la moral temporal nos ha impuesto un celibato contra nuestra voluntad, sin embargo nos hemos hecho pecadores "no desearás a la mujer u hombre de tu prójimo" y vamos y nos liamos con la esclerosis o el reuma, con la senilidad o el trauma, la fibromialgia y el quejido y asi llegamos a tener unos un harén, otras una lencería de bodys sustitutos de gigolós, y llegamos mal que bien a ser un todo de malos pensamientos ¿O nó?.

Pero "que nos quiten lo bailao" yo a mi bola, de cómo resolver el bronceado de mi pantorrilla sin manchas de mal alguno, asi que me veo "luciendo" palmito por las playas de Melilla entre la multitud de veraneantes turistas y mirones de muro por no decirles "cules" playeros o charnegos preparados para el asalto. Ahora bien, siempre que el doctor lo autorice, que la piel se queda en pellejo y no está el horno para bollos, que me puede el sol Torra (r) y salir pidiendo separarse por mucha vaselina que la dé, y si no veamos los resultados de Sánchez que por más body milk que le da más le pide el "atorramiento". Así que si me ven moreno, no se preocupen que no he asaltado la valla, simplemente habré amanecido dorado, harto de estar blanqueado por tantos aires de frescos permanentes.

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