“Es muriendo como se resucita a la vida eterna”“Es muriendo como se resucita a la vida eterna”San Francisco de Asís
Cuando aún no habíamos terminado de celebrar la Navidad, cuando en nuestros hogares seguíamos respirando el ambiente festivo motivado por la conmemoración de la llegada del Mesías, una triste noticia nos rompía el corazón en mil pedazos. Quien fuera Hermano Mayor de esta Congregación, Francisco Verdugo Escribano, emprendía el último viaje al que todos estamos llamados a realizar algún día.Paco, nuestro querido Paco, se ha ido demasiado pronto, inesperadamente, dejando un inmenso vacío entre quienes tuvimos el privilegio de conocerle y quererle. Con su forma de ser y actuar lograba ganarse rápidamente el cariño de todos. San Francisco de Asís decía que: “La verdadera enseñanza que transmitimos es lo que vivimos; y somos buenos predicadores cuando ponemos en práctica lo que decimos.”Y en Paco se materializó la frase de nuestro Patrón. Él transmitió todo cuanto vivió día a día, empapándose de las enseñanzas de los franciscanos en su querida iglesia de la Purísima Concepción. Ya el nombre que le impusieron en la pila bautismal, le imprimió carácter. Posteriormente, con el paso de los años, con sus obras y acciones “predicó con el ejemplo”. Persona afable, sencilla y generosa, dispuesta siempre para ayudar sin esperar nada. Ese buen humor que lograba arrancar una sonrisa a todos, dedicando especial empeño con quien sabía que no estaba pasando por un buen momento.Poco tiempo ha transcurrido desde el 8 de septiembre último, festividad de nuestra Patrona, que por las inclemencias meteorológicas no pudo procesionar. ¡Allí estaba El!, con su cámara fotográfica, buscando la mejor de las imágenes de la Madre para guardarlas como un tesoro. Este año, si Dios así lo quiere, Nuestra Señora de la Victoria volverá a procesionar por las calles de Melilla. Regresará al templo y en la recogida cuando ya todo se ha concluido con éxito y se respira una inmensa alegría por “el deber cumplido”, no será lo mismo, porque no podremos verle allí, animando a los portadores, contando sus vivencias. Estará ¡sí!, porque su recuerdo permanecerá vivo en cada uno del nuestros corazones. Estamos convencidos de que ya goza de la presencia de la Madre. Él que tantas veces entonó su himno, a buen seguro que ha logrado el “Puesto de honor” que reza en una de sus estrofas. No es fácil despedir a un ser querido, no es sencillo vivir sin su presencia física pero… ¡tendremos que aprender! Intentar recordarle desde la alegría de saber que está junto a Nuestra Patrona por la que sentía una devoción especial, porque ha sido merecedor de ello, de un lugar en ese Cielo donde van los justos, los limpios de corazón.Su paso por esta vida terrena ha dejado una huella imborrable, un gran legado de buenas acciones y una familia maravillosa que, aunque sumida en el dolor, son una muestra palpable de cuanto Paco fue y lo que representará siempre.Hombre de Fe, de grandes convicciones religiosas, que puso de manifiesto a través de su vinculación a esta Congregación y a la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Con su perseverancia logró que en la Junta de Gobierno de la Congregación pudiese haber mujeres, hecho histórico ya que para nada se contemplaba algo así y desde tiempo inmemorial estuvo formada por hombres.Hablar con él era como abrir el libro de la historia de Melilla, y conocer de primera mano una serie de anécdotas y vivencias que ya forman parte de la propia de la ciudad.Al escribir estas líneas hemos de contener las lágrimas que nos provoca su partida, para poder juntar estas palabras y expresar todo cuanto representa para nosotros, sus Hermanos en la Fe, sus Amigos, porque así lo sentimos.Aun no nos habíamos repuesto de las pérdidas de Carlos Castañeda y Nuria Quiles, cuando el Padre ha llamado a Paco para tenerle cerca, para que ya goce de su Celestial Presencia.Tanto es lo que podríamos decir de Él, que precisaríamos muchas páginas para expresar todo cuanto sentimos. Orar por su familia para que pronto encuentren el bálsamo que calme su dolor. Y por nosotros para que seamos dignos algún día de estar con Él en el Reino de los Cielos. ¡Hasta siempre Paco! ¡Paz y Bien!
