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El rincón de Aranda

Escuchando música celestial

Referente al dicho: “Música Celestial”, según en el cuadernillo de la revista “Muy Interesante”, de marzo de 1999, se puede leer, que en la Antigüedad esa frase, era muy debatida entre las dos clases de música: la instrumental, que todos conocemos y escuchamos, y la celestial, inaudible para los sentidos humanos. Ésta última, algunos poetas, la determinaban por la velocidad y distancia de los astros, llegándose a afirmar que las 7 notas de la escala, se correspondían con 7 planetas del sistema solar; y las consonantes eran los acordes de dos o tres notas, que equivalían a los 12 signos del zodiaco. Claro que más tarde, las hipótesis que defendían estas existencias quedaron en agua de borrajas, aunque la expresión se perpetuó para desdeñar, por absurdas e ilógicas, aquéllas promesas que se hacen envueltas en palabras, aparentemente serias, pero totalmente engañosas y fulastronas. Más o menos como lo que escuchamos, a veces, en los mítines de algunos partidos políticos, cuando todos (sic), desde un extremo a otro, enmascaran la ley básica del capitalismo, que es en lo que verdaderamente piensan: “Tú o Yo”, y no con el afable y amigable: “Tú y Yo”. El gran Antonio Machado escribió: “¿Tú verdad? no, la verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”. Pero claro que para eso, si es que a alguno le da por leer, debieran reflexionar con lo que decía James F. Clarke, un americano erudito y muy religioso del siglo XIX: “…Que un político siempre piensa en las próximas elecciones, y un estadista, en la próxima generación”. Qué gran diferencia, ¡eh!. Es algo parecido como comparar a Antonio Cánovas con Pablo Casado, ambos de la misma cuerda, en que éste se ha aliado con la extrema derecha en Andalucía, y piensa hacerlo en el resto de España, y aquél, gracias a Martínez Campos, trajo a los Borbones, con “El Pacificador” Alfonso XII a la cabeza, montado en su caballo. Igual que Manuel Azaña con Pedro Sánchez, aunque a aquél, la derechona blandiendo cañones y fusiles, bendecidos por la Muy Santa Madre Iglesia Católica, apenas lo dejaron hacer nada, y encima quedaron miles de muertos en los campos de batalla, en las tapias de los cementerios, y los que quedaron en las cunetas, que aún los están buscando; y a éste, los herederos de aquélla “bendita” derechona, están intentando acorralarlo con la sempiterna cantinela de la aplicación del 155. También tenemos a Alberto Rivera que, de momento, solo de momento, yo lo comparo con Francisco Silvela; aunque éste se pagaba sus viajes y comidas oficiales, de su pecunio particular, ganándose el apelativo de “La Daga Florentina”, porque le importaba un carajo, poner verde a cualquier diputado en el Congreso; y a Rivera, como la mochila aún la tiene vacía de “cosas extrañas”, veremos si cumple lo que dice, y sus adláteres no se la cargan de fulañí, como las tienen los demás partidos, que podemos ver, en los juzgados desde hace años.

En política, como dice Isaías Lafuente: tan malo es radicalizarse como ridiculizarse; yo solamente espero, y deseo que se ridiculicen, y no que se radicalicen, como lo está haciendo el joven Casado. Lo digo por Andalucía, que algunos, que siempre creyeron ser los dueños del “Cortijo de La Pasta Gansa”, han recogido ya sus bártulos, y se están encomendando a la Virgen del Rocío, con aquéllo: “Virgencita que me quede como estaba”.

Cosa improbable, claro.

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