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El candil

Somos todos iguales, pero…

El humano como ser es igual en donde sea y de donde sea, es como el ladrido del perro de cualquier Continente, sólo que la vida de cada uno se hace, se forma y obra según el cúmulo de "circunstancias" que le rodeen en el momento, todo ello desde que se nace e incluso antes. Por eso hay que cuidar las circunstancias y ser lo suficientemente inteligentes para que estas, las circunstancias, no sean anómalas a nuestros mejores deseos para con nosotros, nuestras familias y nuestra sociedad la que por otras circunstancias y pluralidad es más difícil guiar por la que entendemos como la mejor senda, pero para ello hay tener en cuenta que la senda es a su vez otra circunstancia más. Y así llegamos a la moral, esa que ha sido creada y enseñada por otras circunstancias a su vez, sean o no religiosas.

Para llegar al mejor resultado de cuál es la mejor moral debemos acercarnos al resultado de los hechos pasados que han formado, a su vez, la historia de la experiencia. De ahí salieron los libros que se dicen Sagrados, como pueden ser la Biblia, el Corán, la Tora y el Antiguo o Nuevo Testamento, pasando por el Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio; alcanzando el Dharma Indú o libro del "camino eterno" en el Induismo, y aunque este se basa en síntesis de tradiciones indias sin un personaje fundador, pero siempre siendo una moral constante.

Nosotros por contra, tenemos una Constitución como moral a seguir y si no somos capaces de protejerla y hacerla cumplir por aquéllos sin moral alguna, entonces sólo entonces, se ha de imponer con los medios coercitivos que la ley nos dá, tal como el llamado artículo número 155 dice. Lo que no se debe hacer es dejarlo entre indecisiones y corrientes de medias aguas que, sólo nos darán desestabilizaciones difíciles de mantener, tampoco hay que desequilibrar la postura por la que vivimos.

Si en nuestro hacer y moral nos declaramos en una sociedad como de Centro habremos de saber del equilibrio, no se puede desequilibrar favores a costa de la sociedad más desprotejida, esto sólo da quebraderos de cabeza y evoluciones anómalas que luego hay que atajar drásticamente y si esto no se hace bien por cierta debilidad peligrosa para el conjunto de una sociedad total, la misma sociedad nos obliga luego a desaparecer mandándonos al baúl de los recuerdos históricos. Y de ahí depende que una Democrácia no se vuelva autocrática, para ello tenemos en España una Democracia social y de derecho, que nos facilita con el voto experimentar resultados aún acosta de sufrir inexperiencias, superadas o no por nuestra anterior experiencia, está claro que esto se sostiene mediante una moral que ataje y relegue al neo-liberalismo al ostracisno, aún a cuenta de que llegue al oscurantismo sectario cubierto de liberalidad, absurdo más aún cuando en la monarquia parlamentaria y demócrata no existe el "absolutismo" real, es el caso de España. Por tanto, cuando la reacción de parte de nuestra sociedad es contraria a la actividad politica existente y dirije sus votos por otra ruta a seguir más afin a la letra Constitucional, cómo es la unión nacional del Reino (guste o no) se ha de ser más respetuoso con la entereza de esa parte social que está harta de componendas anti voto, enjuagues capitalistas y resquebrajaniento social, por falta de moral, ésa de la que estamos tan en falta hoy por hoy y nos hace pensar en un cambio de voto más claro, aunque los liberales de pacotilla y extrema izquierda, lo intenten embadurnar de cariz ¿totalitario?… pués ya saben,, pongansen las pilar y limpien esá sociedad política que hoy nos ha llenado de corruptos, llamensen chorizos, estafadores, ladrones o criminales sociales, aparte ya del cuento de que por humanismo tengamos que ir perdiendo identidad nacional, porque todo es subvención, cuota de espectadores o sueldazo político. Si encima tenemos la permisibilidad en el juego y la falta de protección contra la ludopatía, convirtiendo nuestros hogares (tv) y nuestras ciudades en puntos de juego al hazar y no hazar, entonces y sólo entonces, debemos de cambiar el voto con determinación y sin dudas, porque lo que hay hoy no es admisible para el presente y menos aún como futuro. Enderecemos las circunstancias.

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