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El rincón del Libro

De “El Cónsul de Sodoma” sobre Jaime Gil de Biedma al Libro de Álvaro del Amo “La Comedia Cinematográfica Española”

Cine y literatura: de “El Cónsul de Sodoma” sobre Jaime Gil de Biedma al Libro de Álvaro del Amo “La Comedia Cinematográfica Española” Publicado Por Alianza Editorial (MADRID 2009).

Tanto el cine como la lectura nos invitan a conocer espacios diferentes. El poeta Antonio Gamoneda ha dicho que “Leer es vivir dos veces”. Haciendo extensiva esta frase al cine podríamos decir que “Ver una película es vivir otras vidas”. Por eso frente a espectáculos salvajes como la llamada fiesta nacional, el fútbol de masas o espectáculos similares existen dos posibilidades de ampliar nuestros conocimientos, de experimentar nuevas sensaciones y, efectivamente, de vivir dos veces y de vivir otras vidas. Son, sencillamente, el cine y la lectura. Hablar de estas cosas no suele ser rentable, tiene más tirón el dedicarse a los cotilleos de los famosos, poner verde al gobierno o despreciar a los políticos en general, la mayoría de ellos empeñados más en su lucro personal que en el beneficio de los conciudadanos que, muchas veces, les han colocado en esos puestos. Así que, como decían los geniales Tip y Coll, otro día hablaremos del gobierno, hoy de cine y literatura.

Entre los últimos estrenos pueden citarse algunas películas que pueden verse y otras que pueden, o deben, ignorarse. Claro que eso es según el cristal con que se mire y, desde luego, aquellos films que no se citan ya suelen estar en el lado negativo de nuestra opinión. Una película casi excepcional es “El cónsul de Sodoma”, título que obedece a una frase del poeta Jaime Gil de Biedma al ser nombrado Cónsul Honorario de Filipinas en Barcelona. Dirigida por Sifrid Monleón narra la vida del poeta catalán de la generación de los 50, autor de una obra lírica de cierta solidez y cuya homosexualidad siempre fue tema de escándalo en algunos círculos. Jordi Mollá interpreta a Gil de Biedma con un buen tono al que dan la réplica actores como Álex Brendemühl, que también veremos en “Las dos vidas de Andrés Rabadán, dirigida por Ventura Durall y que narra la historia escrita por el propio Rabadán publicada como libro-comic por la editorial Norma (Barcelona, 2009), quien además de hacer descarrilar 3 trenes en Cataluña mató con una katana a su padre, que era un tío asqueroso, motivo por el cual estuvo años y años en prisión. Dicho papá además de maltratar a su esposa, intentó abusar de su hija adolescente y mantuvo una relación borrascosa con su hijo hasta el final. Llamada por los periodistas “El asesino de la ballesta” Rabadán pasó “una vida detrás de las rejas”, preso en los pabellones de psiquiatría sin tomar ninguna medicación y creando su obra gráfica, exclusivamente con bolígrafo negro, hasta que la conoció Durall y la llevó al cine.

Gil de Biedma de quien todavía existen personas que le conocieron en Manila en sus años jóvenes, cuando viajaba como representante de la Compañía General de Tabacos de Filipinas, además de poemarios como “Compañeros de viaje” (1959), “Cuagro poemas morales” (1962), “A favor de Venus” (1965), el muy aplaudido “Poemas póstumos” (1968) o “Las personas del verbo” (1975), los ensayos “El mundo y la poesía de Jorge Guillén” (1960) y “El pie de la letra” (1980) publicó un fragmento de sus memorias titulado “Diario del artista seriamente enfermo” en 1974 como continuación de su “Retrato del artista en 1956) (Plaza&Janés, Barcelona, 1994). La relación que se estableció entre escritores de la llamada “gauche divine” barcelonesa, alrededor de Carlos Barral dio importantes frutos como el compañerismo entre un joven Juan Marsé, espléndidamente interpretado por el citado Brendemühl y el ambiente sórdido de una Manilla, tan sucia como está hoy mismo y con las aguas podridas del río Pasig tan cerca del lujoso palacio de Malacañang, residencia de la presidenta Gloria Arroyo Macapagal que gobierna con mano dura un país empobrecido y casi aislado, dan como resultado un documento de gran interés. Las aventuras homosexuales de Gil de Biedma en aquellos y estos pagos desembocan en su terrible enfermedad, pero entretanto asistimos al desarrollo de una existencia repleta de posibilidades donde el lujo, los negocios a alto nivel, las intensas relaciones con hombres y mujeres y la incursión del protagonista en las luchas por derrocar el franquismo nos permiten un amplio conocimiento de la vida catalana y de la visión moral de un mundo bastante oscuro. Es preciso destacar la poca gracia, escasas dotes interpretativas y mala impresión y rechazo que causa la supuesta actriz Bimba Bosé en un papel que podría haber sido precioso con otra protagonista. A veces los apellidos no sirven para mucho, el éxito es de quien lo trabaja..

Bárbara Allende Gil de Biedma, también emparentada con la ínclita Esperanza Aguirre, es más conocida como Ouka Leele. Según Rafael Gordon su obra “Busca lo inaprensible de la esencialidad, le da forma y lo humaniza”. Tras esta afirmación Gordon ha rodado una película de 117 minutos, con un trabajo de 5 años y en la cual la pintora realiza un mural de 240 metros cuadrados: “La mirada de Ouka Leele”. Acompaña a las imágenes la canción “Una isla desierta” de Ricardo Franco interpretada por Inma Serrano. Bárbara Allende, muy conocida en los círculos artísticos de Madrid fundamentalmente, es una artista trabajadora, constante, fotógrafa de iconos que reflejan todo cuanto de humano encierra el espíritu, es vista por Gordon en “La mirada de Ouka Leele” como una artista esencial, creadora de una obra extensa, variada y llena de talento lo que constituye “un documento y testimonio vivo y eterno” de la creadora considerada por el realizador como un genio desde que comenzó a conocer su obra y que le llevó, en 1987, a idear este largometraje lleno de vida y movimiento.

Yo no iría a ver una película angustiosa y de cierto mal gusto titulada “Infectados”, “Número 9”, “Bienvenidos a Zombieland”, “Los fantasmas de mis exnovias” bodrio con actor caracuadrada de escaso interés, el horror de “Hermandad de sangre” o la terrible “Solomon Kane”, llena de efectos especiales, sangre y violencia, las estúpidas películas de vampiros, alienígenas o jóvenes malvados. Hay gente a la que puede gustar “Avatar”, que ha costado 500 millones de dólares americanos, o la extremadamente violenta “Blindado”, con un reparto de excepción, adrenalina pura. Si se puede ver “Algo pasa en Hollywood” dirigida por Barry Levinson con Robert de Niro, Sean Penn, Bruce Willis o la estupenda Robin Wright. “Teniente corrupto” es una película que ya tuvo una versión dirigida por Ariel Ferrara y ahora ha llevado a la pantalla Werner Herzog, uno de los impulsores del nuevo cine alemán, con Nicolas Cage en una arriesgada interpretación y Eva Mendes, menos trascendente, luciendo su hermosura. Es la historia de muchos policías, incluso de España, donde el cumplimiento del deber se mezcla con las pasiones, vicios y corrupciones que toda persona humana es capaz de experimentar. No es un buen ejemplo para los jóvenes. Y, efectivamente, mostrar en la pantalla lo fácil que es consumir drogas, cometer fechorías, maltratar a mujeres y otras lindezas debería ser algo más limitado o, al menos, controlado, sin llegar a la censura franquista capaz de eliminar una escena porque se hablaba de sexo o se abría un escote.

Hay quien todavía recuerda películas clásicas, algunas conmovedoras como “El signo de la cruz”, “Unión Pacífico” o “Las cruzadas” de Cecil B. De Mille, “El general murió al amanecer” de Lewis Milestone, “La mujer X” de David Lowell Rich, “Una chica angelical” de William Wyler o “Recuerdo de una noche” de Michel Leisen, películas con las que se puede pasar un rato agradable y que son ya clásicas en las escuelas de cine o facultades, por su gran calidad y excepcionales características que permiten aprender a quienes deseen ser actores y amar el cine a los simples aficionados. Al recoger su Óscar por “Belle Époque” Fernando Trueba dijo algo así como “Yo creo en Billy Wilder”, lo que viene a significar que seguir a los grandes maestros facilita comprender el mejor cine y, a veces, llegar a realizarle. Claro que tampoco se puede actuar como hizo un periodista al preguntar a un maestro como Francis Ford Coppola si estaba aprendiendo algo de Almodóvar que, en todo caso, podría ser discípulo del primero. Hay periodistas, locutores, políticos o actores que tienen menos nivel que un niño de primaria, además de una feroz incultura.

En un libro imprescindible Álvaro del Amo “se propone analizar, desde un punto de vista comercial, la comedia cinematográfica española actual”. El resultado fue una primera edición de “Cuadernos para el Diálogo” de diciembre de 1975 y una segunda de “La comedia cinematográfica española” de Alianza Editorial (Madrid 2009). Son 469 páginas donde los amantes del cine podrán conocer los entresijos de casi medio siglo de este tipo de cine en nuestro país, es decir desde los tiempos de la más férrea y denodada censura, pasando por el llamado destape y llegando a analizar los últimos films rodados. Efectivamente la comedida “Emparentada desde sus inicios con el sainete, la zarzuela y la astracanada,- escribe Del Amo- va perfilándose a lo largo de la primera mitad del siglo XX, y alcanza la consolidación definitiva en los años 60”. De ahí a nuestros días el recorrido es intenso y variado pues a las producciones ociosas de Mariano Ozores, nacionalistas de José Luis Saénz de Heredia, intrascendentes de Pedro Lazaga, cultas de José Luis Garci o sensacionalista de Fernando Merino asistimos a un cine más formal gracias a realizadores como Fernando Colomo, Fernando Trueba, José Luis Cuerda, Manuel Gutiérrez Aragón, Emilio Martínez Lázaro, Augusto Martínez Torres, Manuel Gómez Pereira, Felipe Vega, Jaime Chávarri, Vicente Escribá, Iciar Bollaín, David Gordon o los poco clasificables Joaquín Oristrell, Pedro Almodóvar, Santiago Segura, etc. No hay que olvidar a guionistas tan apreciados como el indispensable Rafael Azcona, José María y Ángeles González Sinde, muchos de los directores citados además de Jorge Grau, Francesc Bellmunt, Juan Miguel Lamet, José Luis Borau, José Luis Dibildos, Manuel Iborra, Carmen Rico Godoy, Lola Salvador Maldonado, Marta Balletbò-Coll, Álvaro Fernández Armero, Chus Gutiérrez, etc. De estos autores, de sus obras, del momento en que fueron rodeadas, de la sociedad española que las propiciaba, de los actores que las interpretaron y de las situaciones que reflejaban habla Álvaro del Amo en estas casi 500 páginas.

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