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Carta del Editor

Adiós Falconetti, adiós

Semana marcada por el inicio del que será un largo juicio contra los golpistas catalanes. Gran parte del futuro de España se juega en esa Sala del Supremo. Los golpistas lo fían todo a Estrasburgo. Los jueces de nuestro Tribunal Supremo se fían de sí mismos y de la Constitución española. Estrasburgo podrá decir lo que sea, como ha hecho múltiples veces con Inglaterra, Alemania o Francia, sin que en ningún caso los tribunales de esos países les hayan hecho caso. España, supongo y espero, haría lo mismo. Semana marcada por el inicio del que será un largo juicio contra los golpistas catalanes. Gran parte del futuro de España se juega en esa Sala del Supremo. Los golpistas lo fían todo a Estrasburgo. Los jueces de nuestro Tribunal Supremo se fían de sí mismos y de la Constitución española. Estrasburgo podrá decir lo que sea, como ha hecho múltiples veces con Inglaterra, Alemania o Francia, sin que en ningún caso los tribunales de esos países les hayan hecho caso. España, supongo y espero, haría lo mismo.

Elecciones nacionales. Con Pedro Sánchez, en ese importante asunto como en tantos otros la indefinición es la norma, no la excepción, y lo que “Falconetti” dice hoy podrá ser contradicho mañana por él mismo, y así hasta el infinito. La inmensa mayoría de los españoles quiere que, como Sánchez prometió en la moción de censura, se marche ya, pero su mujer y él no quieren marcharse todavía, con lo bien y lo barato que se viaja en el Falcon y se veranea en Doñana. Pero nada es eterno y por fin Sánchez, derrotado y mitinero desde el atril público de Moncloa y tras ocho meses de catástrofe para España, anunció el viernes por la mañana que las elecciones generales serán el 28 de abril y, si no hay novedades y cambios de opinión, habrá un real decreto de disolución de las Cortes el ya próximo 4 de marzo. Fin de la pesadilla y comienzo de la batalla electoral nacional, muy próxima a las elecciones locales, así que estamos ante un en un ensayo con todo. Adiós Falconetti, adiós.

Hora de meditar, también. Me hacen meditar dos cosas que leo. Una, del libro “La mente de los justos”, de Jonathan Haidt, que comenta sobre un proverbio chino: “Toda amistad es cambiante, solo el interés personal es constante”. Otra, de Antonio García Trevijano, un insigne republicano: “Yo no perdono ninguna traición. La traición para mí es el pecado más grave que hay porque ataca directamente al principio fundamental de la humanidad, que es la lealtad”.

Estoy de acuerdo con el proverbio chino y con lo de García Trevijano y centrándome en lo de la lealtad recurro a una de las muchas respuestas que se han producido tras mi anterior Carta, concretamente sobre lo que escribí de Jesús Delgado el domingo pasado, y quisiera destacar esa respuesta por su clarividencia, que se une al respeto y al cariño que tengo por la persona que me la envía: “Se lo has dejado bien claro. Algunos, carentes de visión, se empecinan en cavar su propia tumba; frenarles, pese a los buenos propósitos detrás del intento, puede retardar la caída pero al agujero caerán, más pronto o más tarde. Su incapacidad mezclada, peligrosamente, con una vanidad sin límites no les deja siquiera ver que tienen ya la pala en la mano”. Debería meditar más de un político, o aspirante a serlo, sobre eso.

Es, en cualquier caso, lamentable que lo que pudo ser un gran proyecto de cambio en Melilla, un cambio que nuestra ciudad necesita desesperadamente, pueda quedar enterrado por la deslealtad, la ignorancia política y la torpeza con las que está actuando una sola persona.

Un aviso más sobre la gravedad de la situación de nuestra ciudad, el video de título “Los cuatro sucesos que destruirán Melilla antes de lo que crees” de la Spanish social studies, un video que en Melilla se ha hecho más que viral. No sé si existe o no el tal Spanish social studies. Sí sé que existen estudios sociales sobre España, evidentemente. Sí creo que las cuatro conclusiones a las que llega hay que tomarlas en consideración. Las cuatro conclusiones que pueden destruir Melilla y no a largo plazo, según la Spanish social studies: 1/ Éxodo masivo, destrucción de cualquier tipo de fabricación, desastrosa relación con Marruecos y comercio desapareciendo. 2/ Ciudad de funcionarios y previsibles recortes en el número de funcionarios, dada la inactividad. 3/ Bancarrota en una ciudad que no es productiva y a la que el Estado español irá dejando de apoyar, al no producir nada. 4/ Conversión en una ciudad cuartel sin vida civil, como las islas Chafarinas, por ejemplo.

Es un destino terrible y posible, una previsión deprimente y quizás realista, pero no es inevitable, si se produce el cambio, empezando por el cambio político en los principales partidos, que Melilla necesita. ¿Se producirá? Hay que luchar para lograrlo, recordando que la soberanía no está en los partidos, sino en el pueblo. Si no lo hacemos, si no luchamos para lograr que los cambios se produzcan, todo seguirá empeorando y nos irá muy, pero que muy mal a todos, incluyendo a los acomodaticios y medrosos.

Posdata. Me parece inaudito que una política como Paz Velázquez critique el “oportunismo, sectarismo y la deslealtad” de alguien, ministra (por muy lamentables que fueran, que lo fueron, sus declaraciones sobre la situación sanitaria en Melilla), ministro o lo que sea. Sería interesante que releyera Paz Velázquez -está en las hemerotecas- lo que ella y su familia escribieron hace cinco años, lo que insultaron a personas y familias, como las de Juan José Imbroda o las mías, por citar solo un par de ejemplos.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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