A veces hay películas que nos traen recuerdos, otros nos hablan de la injusticia del mundo, de la gente que sufre y de los seres estúpidos que hacen la vida difícil a sus semejantes. Etc, etc.
Y aquí está: LAS NIEVES DEL KILIMANJARO es un film sobre la injusticia y sobre la opresión pero, también, sobre la bondad y la honradez, distribuida por Golem. El director francés Robert Guédiguian ha elegido un elenco de buenos actores y un perfecto escenario para el tema: Marsella. Un sindicalista se ve forzado a participar en el despido de 20 trabajadores portuarios y va sacando papeletas. Entre los despedidos se encuentra él mismo, aunque su cuñado le critica ese exceso de caballerosidad. Jean-Pierrre Darrousein como Michel y Ariane Ascaride como Marie-Claire son dos esposos, con sus hijos, nietos y sus problemas, sobre todo cuando el sindicalista pasa a ser un prejubilado forzoso. Llevan juntos 30 años y dan una fiesta, invitando a los portuarios despedidos.
Hijos y amigos les dan un regalo que consiste en dinero y un viaje para ambos para ver las nieves del Kilimanjaro. A partir de ahí estaremos ante una acción trepidamente, un drama griego de difícil comprensión. Veremos como la juventud con sus problemas a cuestas, actúa de una u otra manera y como los mayores tienen que buscar caminos de comprensión y de ayuda, incluso siendo ellos deberían ser ayudados.Actuaciones como las de Gérar Meylan, Maryline Canto, Grégoire Leprince-Ringuet, Anaïs Demoustier, Adrian Jolivert; un movimiento de la cámara con nervio, donde se muestra la laboriosidad de Marsella y sus gentes, hacen de esta una película que debemos ver, ha merecido importantes premios.
También Golem distribuye una emocionante película japonesa de Hirokazu KORE.EDA titulada KISEKI-MILAGRO. Las interpretaciones de los niños hermanos Kaki y Ohshiro Maeda son magistrales, los demás están a la zaga y dejan una buena impresión. Las fotografías de Yutuka Yamazaki impresionantes y la historia enternecedora. Con esos mimbres vale la pena recomendar esta película que en 126 minutos relata la historia de un par de niños separados por el divorcio de sus padres. Cada uno vive con padre y madre, pero se relacionan por teléfono y hacen planes juntos. El padre es un haragán y la madre algo nihilista. Son los niños quienes mueven todo el argumento. Entonces sucre que se va a abrir una nueva línea del tren bala, y se dice que cuando se crucen los dos “shinkansen” habrá un milagro. Allá van los niños y sus amigos para conseguir que ese milagro sea realidad, casa uno en sus particulares existencias o cuestiones. Película divina con permiso de la Conferencia Episcopal.
ELEFANTE BLANCO es una buena y dramática película que cuenta la existencia, nada irreal, de la Villa 21, en los alrededores miserables de la capital de Argentina. Dirigida por Pablo Trapero y con excelentes interpretaciones de Ricardo Darín y Jeremie Renier como dos abnegados sacerdotes y Martina Gusman como una esforzada trabajadora social. Tratan de ayudar a miles de desarraigados que malviven alrededor de un impresionante edificio que quiso ser un hospital de Buenos Aires, cuyas obras comenzaron en 1937, las siguió Perón cerca de veinte años después y siguieron siendo un contenedor de basura hasta hoy mismo.
En ese barrio fue asesinado el padre Mugica y trás esa figura se levanta un entorno de piedad que poco o nada puede hacer frente al narcotráfico, la corrupción, la violencia y la incultura. Teniendo como lema la obligación de seguir vivos tanto el párroco como el sacerdote que llega, huyendo una indiscriminada matanza, su trabajo es tremendo. Apenas cuentan con la ayuda del obispo y menos aún con la sociedad civil. Con estos mimbres tenemos un film lleno de dolor, de incomprensiones y soledad. Estremece la música pero más aún los paisajes desolados, las vidas a la deriva y la permanente abnegación de esas personas que trabajan frente a todos los inconvenientes del desarraigo y la incomprensión del mundo exterior. Vale la pena ver esas personas sin ningún futuro y esos problemas que nadie es capaz de resolver.
LA PESCA DEL SALMÓN EN YEMEN nos sorprenderá. El británico, director de “Chocolat” y “Las normas de la Casa de la Sidra” ha utilizado la novela de Paul Torday con guión de Simon Beaufoy y nos ofrece una película fantastica, diferente, preciosa. Un aparentemente tímido Ewan McGregor como Fred Jones y una linda Emily Blunt como Harriet Chetwode-Talbot dan el contrapunto a una enérgica, aunque poco femenina Kristin Scott Thomas como secretaria del primer ministro británico y a un extraño jefe yemení que interpreta Amr Waked. El tema es que ese jeque quiere pescar salmones en medio del desierto yemení y los ingleses se prestan a ayudarle a convertir en terreno abrupto en un espacio de aguas dulces donde esos peces puedan vivir y conseguir nadar contra corriente para llegar al mar. A eso se unen los problemas matrimoniales de Fred y el que el novio de Harriet sea un capitán destinado en Afganistan. Es una buena trama, amable, intrigante a veces, llena de metáforas, con amplios recovecos para la sátira política. ¿Porque los británicos se empeñan en complacer al jeque, cuya actuación precisamente no está bien vista por algunos yemeníes?. Un buen conflicto, bien resuelto. Al final triunfará el amor y se resolverán las dificultardes. Entretanto dos horas de buen cine.
MADRID 1987 es una película que también puede ser una obra de teatro. Trás una especie de prólogo en el cual un escritor se encuentra con una estudiante que quiere hacer un trabajo sobre él, ambos pasan el resto de la película en el escaso espacio de un aseo donde sólo existe un retrete, un lavabo y su espejo, un baño, una ventana y unos paredes desconchadas. Allí un genial José Sacristán, nada retocado en lo físico, y una hermosa María Valverde, magnífica en su plenitud juvenil, dialogan sobre el ser humano, la sociedad, el mundo del franquismo y la diferencia de puntos de vista de las diversas generaciones. David Trueba, así, nos ofrece una excepcional película que nos hará pensar y nos dejaba la evidencia de que en España también se puede hacer buen cine, incluso sin empeñarse en grandiososo presupuestos, repartos excesivos o grandilocuencias verbales. Muy sutil, excelente, la música y un ágil, aunque dificil, movimiento de cámara. María y Sacristán excepcionales cada uno en su papel.
