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Los vendedores piden que se ajuste el precio y que se ponga un control más férreo sobre los vendedores ilegales de pescado

Los pescaderos temen cerrar sus puestos si continúan pagando la gestión del DVCE

La zona de pescadería vuelve a la normalidad tras dos semanas de huelga

Los comerciantes de pescado del mercado regresan a sus puestos de venta tras estar ausentes dos semanas a causa de una huelga. El motivo de la misma era el pago de la gestión del DVCE. Las pérdidas monetarias de estos vendedores alcanzan el valor de medio mes de ganancias y advierten que si no hay cambios y no se lucha contra la venta ilegal algunos puestos puedan verse obligados a cerrar.

Tras dos semanas sin pescado, los vendedores empiezan a ocupar sus puestos desde hace dos días, una situación poco común en los mercados de abastos de la ciudad melillense. ¿El motivo de huelga? La gestión del Documento Veterinario Común de Entrada, un control en la aduana de la cantidad de mercancía que se venderá en la ciudad.
Pero a pesar de que todo parezca que vuelve a la normalidad, no hay que irse más allá de la realidad para ver que no es así, los “daños colaterales” siguen dando coletazos. Y es que a pesar de que hayan regresado, los vendedores de la zona de pescadería del mercado central aún tienen mucho que quejarse, pero poca opciones que hacer. Desde allí, comentan al medio que han tenido que regresar porque no quedaba de otra, “era volver o seguir sumando pérdidas a una cuenta que tiene que alimentar a toda una familia y que no es muy alta”.
Durante el periodo en el que la venta de mercancía estaba restringida por la huelga que llevaron a cabo, los pescadores estiman que las pérdidas monetarias alcanzan la cifra de medio mes o más de ganancias, por lo que han decidido regresar a sus mesas de ventas tras comprobar que “con esto no iba a haber muchos cambios”.
Regresaron y volvieron a llenar el mercado del mejor pescado de la lonja, eso sí, con una diferencia con respecto a otros días, en vez de llegar a primera hora de la mañana con la mercancía, lo tuvieron que hacer a las doce del mediodía, lo que supone sumar a ese periodo de pérdidas unas cuántas más. “No es lo mismo empezar a vender a primera hora, en la que los clientes saben que ya estamos preparados con los productos expuestos, que empezar a media mañana, puesto que los usuarios empezaron a venir varias veces antes de las doce y al ver que no había decidieron irse a grandes superficies para obtener el pescado”, afirma un comerciante.
Durante la mañana, podía pasarse por el mercado y pensar que nada había pasado ya que el pescado parecía fresco, recogido de ese mismo día; la realidad era que algunos comerciantes a causa de este retraso a la hora de pasar aduana tenían una cantidad de pescado comprado que no se vendió en un día, por lo tanto lo que anteriormente a esto se vendía a lo largo de un día, con la vuelta después de la huelga se vende en dos, afectando, como aseguran desde allí, a la frescura de los ejemplares.
Asimismo, entre unos vendedores y otros, se podría apreciar cierto desacuerdo, ya que había algunos que afirman que algunos pescadores que se habían declarado en huelga seguían comerciando con locales hosteleros para continuar con la venta, algo que a pesar de las acusaciones no se puede comprobar y cerciorar.
Pero el problema no solo reside en la gestión del Documento Veterinario Común de Entrada, hay algo más que está a la vista y al alcance de casi todo el que acuda a las puertas o alrededores del mercado central, la venta ambulante e ilegal de pescado.
Si alegan que pasar esta gestión ya supone una pérdida económica, a eso le añaden la competencia desleal que existe a pocos metros de las puertas de sus comercios. Seguro que la figura del comerciante ambulante de pescado es casi reconocible por todo habitante de la ciudad, y del que no también, ya que las condiciones en las que se encuentra el pescado no son precisamente las más salubres. Cajas en el suelo, al sol y con insectos a su alrededor, además los vendedores del mercado central alegan que “esconden el pescado en ocasiones en alcantarillas para no ser requisado por la fuerzas de seguridad y posteriormente requisado”.
Por lo tanto, además de pedir que se revise los precios de la gestión en la aduana, piden a las autoridades melillenses que haya un control más exhaustivo contra esta situación, ya que como aseguran “no pasa ningún control de sanidad y ponen en peligro la salud de las personas que lo compren, nosotros cada día sí pasamos uno en el mercado antes de exponer nuestros productos, por lo que la gente puede comprar tranquila sabiendo que lo que se llevan no contiene nada peligroso e insalubre”.

Los clientes no quieren otra huelga de pescadores

Las sensaciones que se respiran en el mercado son distintas, entre ellos chocan y con la otra cara de la moneda, los clientes, también.
Algunos han notado la ausencia de estos puestos, otros no tanto. Algunos no le dan la razón, otros se ponen de parte de los comerciantes y piden al igual que ellos una solución pronta. Lo que sí ha sido común entre todos ellos es que la idea de concebir un mercado central sin pescado fresco todos los días es inconcebible, puesto que afirman que “como este pescado no se encuentra en ningún otro sitio; ni en grandes superficies, ni congelado”.
Algunos usuarios durante estos días, al no poder acceder a la compra habitual de estos productos, han ido tirando del anteriormente comprado, cocinado y congelado, pero vuelven a respirar tranquilos al ver que pueden de nuevo comprar como de costumbre.
Pero sigue habiendo el mismo temor y la misma pregunta entre ellos, ¿Volverán a hacer huelga si la situación no sufriese ningún cambio o mejora? A ello, los vendedores responden que no hay peligro de más huelga, pero de que alguno de los puestos vaya echando la cortina de hierro, sí; el porqué lo asignan a la aduana.

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Luisa Maria Sanchez Ballesteros

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