La Viceconsejería de Festejos ha vuelto a superarse y después del éxito de la cabalgata de Reyes que dejó un buen sabor de boca, ofreció ayer a los melillenses una cabalgata como broche final de las fiestas de Carnaval de primer nivel, repleta de contenidos. Lo principal es que los melillenses se volcaron, no solo arropando el desarrollo de este desfile que fue mucho más que una exhibición de carrozas, sino que también se implicaron vistiendo algún disfraz a cual más original. La imagen de una avenida tomada por ciudadanos y con carrozas a rebosar de disfrazados, sin duda ayudó a recuperar la imagen de aquellos carnavales de los años 80 cuando Melilla vivía esta fiesta con plenitud.
La cabalgata ocupó una superficie lineal de más de 500 metros. Sin lugar a dudas, los pasacalles se convirtieron en protagonistas de esta fiesta, tanto por su número, como por las coreografías y lo atractivo de sus trajes. Se estima que más de 700 personas tomaron parte en la actividad como figurantes. A destacar los gigantes hinchables y no faltó tampoco la música a lo largo de todo el recorrido, contribuyendo sin duda a animar la fría noche. En cuanto a los disfraces, en la cabalgata pudieron verse los magníficos trabajos que este año han concurrido a los certámenes tanto de adultos como infantiles, así como la originalidad y buen humor de los melillenses.
La seguridad fue también otra nota a destacar de la planificación de este año, no sólo por el vallado que recurrió toda la Avenida evitando que los transeúntes pudieran ser atropellados por las carrozas, sino también por los custodios.
Pasadas las nueve y media de la noche se llevaba a cabo la quema de la sardina a las puertas del Palacio de la Asamblea, con la que se ponía ayer el punto y final a una cabalgata de carnaval tomada por los pasacalles locales y las decenas de melillenses ataviados para la ocasión con disfraces originales y divertidos.
