Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

El rincón de Aranda

La Calle Margallo

Leyendo el “Artículo del Mes”, del Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla, en el que se refiere a la espada “Isabelina” del General Margallo, y otro con la reciente inauguración de temas culturales en el remozado edificio del viejo mercado, me ha venido a la memoria que el 2.02.2002, este periódico me publicaba un artículo en el que hablaba de ese mismo edificio situado en la famosa calle de aquél general; construido en noviembre de 1909 e inaugurado en marzo de 1910.
Yo proponía, que ese edificio fuese convertido en un museo, donde se pudiera admirar una buena pinacoteca, o un conservatorio, con su sala de conciertos y un buen aforo; y mire usted por donde, que desde hace unos días los melillenses ya pueden disfrutar de esas instalaciones que servirán para la enseñanza del bello arte de la música. No sé, pudo ser, quizá, a lo mejor, ¡oiga! quién sabe, si alguien que se sienta en una de las poltronas, (que no son poltronas, sino unas sillas muy incómodas y tiesas), del edificio de Enrique Nieto, leyó aquél humilde artículo de hace 16 años, que este insignificante y modesto escribidor ya proponía algo similar para ese edificio.

Yo me imagino, -solo imagino ¡eh!-, que si gracias a aquél antiguo articulito mio, el antiguo mercado de la calle Margallo, ahora es un gran conservatorio: ¿por qué no puede ser, ya que estamos, que a alguien se le ocurra echar abajo el letrero de Napoleón que figura en una de las calles del cerro de Camellos, y en su lugar colocaran el nombre del músico D. Julio Moreno. ¿Por qué no, ¡eh!?.

Pero siguiendo el hilo de la espada “Isabelina” del heroico General Margallo, debo decir que hace algunos años, uno mis dos “mecenas” residentes en la ciudad, me envió varias colecciones de antiguas revistas, donde en “La Ilustración Ibérica”, n.º 567 de 11.11.1893, leo cómo describe, el periodista valenciano, Luís Morote la muerte de este general, encontrándose, como los demás corresponsales, encerrado en el Fuerte de Cabrerizas Altas: “Hora, las 8,30 de la mañana del 28 de octubre, Margallo, con su ayudante Cuadrado, salió poniéndose al frente de la guerrilla. Allí permaneció durante un rato con un heroísmo y una temeridad inconcebibles. Rostrogordo está disparando. Aquí, en la cantina, no hay ni pan. Van escaseando las municiones de fusil. De artillería hay bastantes. Todos los fuertes están tirando ahora. El enemigo dispara ya a 200 metros. Ha habido necesidad de poner una pantalla de madera blindada en la abertura de la batería. En vista de la escasez de municiones, se economizan tiros de fusil. Los cruceros “Conde de Venadito” y “Alfonso XII”, junto con la Plaza no cesan de hacer fuego. Son las 10 de la mañana. El fuego de la Plaza y el de todos los fuertes, incluso el nuestro, va logrando desalojar de sus posiciones al enemigo. Son unos momentos de desesperación y angustia indescriptibles. Por dos ó tres veces avanzan y retroceden rápidamente nuestras guerrillas. Los soldados calan las bayonetas y cargan. Hay inminente peligro de que entren los moros en el fuerte. El fuego ya no es fuego: es una nube de balas que silban y pasan por encima de nosotros, o caen a nuestros pies cuando no dejan en tierra a un combatiente. El General Margallo está en la explanada del fuerte. No puede concebirse qué valor demuestra ante las balas, que le rodean por todas partes. Impávido, imperturbable, con una temeridad que nos produce escalofríos, da voces de mando, arenga a los soldados, grita a cuantos le rodean y alza de cuando en cuando la cabeza para mirar serenamente alguna bala que silba cerca de él. En un momento en que se vuelve para dar una orden, un proyectil le alcanza y cae instantáneamente muerto…”.
“El Tte. de Artillería, Sr. Salto, futuro yerno de Margallo, emplazó dos cañones en la explanada del fuerte, e hizo cuatro disparos al enemigo, recibiendo una herida en el brazo izquierdo. Vemos venir el Bon. Disciplinario y otro de Ingenieros trayendo convoy. Luchan heroicamente. El cabo Agustín Juan Leopoldo, del Disciplinario, es el primero que entra en el fuerte”.

Las bajas desde el 27 al 31 de octubre fueron: 4 oficiales, 3 sargentos y 15 soldados, muertos. Entre los que se encontraba un soldado desaparecido. Los heridos fueron: 1 jefe, 14 oficiales, 1 sargento, 5 cabos y 67 soldados.

Sirvan estas líneas, como una pincelada de modesta información, para los amantes de nuestra Historia, y felicito a los responsables del Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla (Biblioteca Militar), por su labor en la divulgación nuestra Historia, que como bien saben, toda ella repleta de hechos heróicos que merecen ser conocidos por todos los españoles.

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€