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En corto

La temporalidad laboral se agrava

El Ministerio de Trabajo hizo públicos el lunes los datos relativos a la evolución del mercado laboral en febrero. Y ya podemos ver varios efectos negativos tanto en el aumento del paro, como en el empleo creado, como en los tipos de contrato. Por ejemplo, el número de desempleados en ese mes es el más alto desde 2013, aún en plena recesión económica. Los contratos firmados de carácter indefinido que ya cayeron en enero, lo han vuelto a hacer en febrero, nada menos que un 3,21 por ciento, unos 5.600. Y, no hay la más mínima duda entre los expertos, de que la causa hay que buscarla en la espectacular subida del 22,3 por ciento del SMI, ya que esta caída no se observaba desde 2014. Hay que anotar además que, en años anteriores, algunos meses se llegaron a ver crecimientos superiores al 20 por ciento en la contratación indefinida. Sin duda, uno de los grandes logros de la reforma laboral de la ministra Báñez.

En febrero, no sólo decrece la contratación indefinida y sube el desempleo, la afiliación a la Seguridad Social, aunque crece en casi 70.000, es el dato más bajo de 2016. No hay la menor duda, en consonancia con la desaceleración de la economía, la subida del SMI y las continúas insinuaciones de que se va a derogar la reforma laboral, subir impuestos a las empresas y aumentar las cotizaciones, de que las empresas están tomando sus decisiones dando por hecho que las cosas se van a poner feas. Por supuesto, tampoco ayuda, el decreto llamado de Igualdad que el viernes aprobó el Consejo de Ministros y que, al cierre de este artículo, aún no se había publicado en el BOE para su entrada en vigor. Cierto, que después habrá de ser convalidado en este caso ya por la Diputación Permanente. Pero, sin duda, establece una nueva serie de trabas burocráticas que muchas empresas tendrán dificultades en poner en práctica.

El gobierno ha decidido, con el dinero de todos y a costa de lo que sea, hacer campaña electoral. El volumen de gasto público sin cobertura ronda ya los 16.000 millones de euros, un agujero con el que se encontrará el nuevo inquilino de La Moncloa, sin haber hecho nada ni bueno ni malo.

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