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El Torreón del Vigía

Juana

He estado rodeado de mujeres fuertes, de las mejores, de las que por creencias daban santo y seña, o por fe se entregaba a los demás, de quien con calor y frio vendía unos cupones de la ONCE o de aquella que por los años cincuenta y con todo su mundo en una maleta arribaba en el correo desde su Málaga natal para buscarse la vida. Todas tuvieron y todas perdieron para de nuevo renacer. Por eso no me vale que se pongan colores donde nos los hay ni que se okupe algo que es patrimonio de todos. He escuchado en casa hablar tanto de Clara Campoamor y de Victoria Kent que nunca me llamó la atención que en las aulas de la Facultad tuviese compañeras cuando aquellas fueron las primeras de la Universidad Central en Madrid. En la Capital ya desde hace mucho pasan desapercibidas las taxistas o las conductoras de bus o metro, y ahí está la clave en que no nos llame la atención, porque ellas, y va para algunos pueden llevarnos con la misma diligencia que un hombre. Que veamos normal lo que lo es, que no juzguemos, ni volvamos la cabeza por razón de sexo. Aparquemos la hipocresía, la doble moral, no veamos la viga en situaciones ajenas, no hagamos de nuestra existencia un camino plagado de discriminaciones, no quitemos el derecho a la vida a quien es otro ser y no es apéndice de nadie, que con seguridad se pueda volver a casa sin miedo a la oscuridad o a los portales, y que por eso y por la libertad sexual no pongamos reparos a que la prisión permanente revisable se instaure. Que a igual trabajo se perciba un mismo sueldo. Hay muchas mujeres anónimas que han labrado su futuro haciendo realidad sus sueños, pasan a nuestro lado o viven en la puerta de enfrente. Pero pongamos freno al odio que tantos siembran, no permitamos reproducir un modelo masculino malo porque entonces vamos al fracaso. Todo esto no es progreso como tampoco lo son los escraches ni la lucha anticapitalista coreada en las manifestaciones por una minoría. El 8 de Marzo debe ser un día de todos, y que pronto no se celebre porque habremos alcanzado la igualdad, rompiendo los vergonzantes techos de cristal. Que como deseo para el 2020 se pueda conseguir que el Manifiesto una, pero hasta que eso llegue que en nuestro día a día rompamos con lo injusto y con tantas frases hechas que atentan contra el honor, imagen y dignidad de las personas. Allá en la serranía, Juana no conoció las privaciones, vivía en pleno centro del pueblo en la casa familiar, por amor se levantaba temprano e iba a amasar el pan o los molletes del desayuno, llevaba comida a un sacerdote preso por su condición religiosa en aquella guerra civil hasta que fue asesinado, y luego cuando los demonios familiares llevaron a la ruina en su hacienda, dejó el frio pueblo para ir a Málaga y puso sola un mar por medio para salir adelante. Creo en valores como el tesón, respeto, fe, trabajo, dialogo, verdad, entrega, amistad, justicia, bondad y sacrificio. Me dicen que era alegre, que cantaba, que le daba un punto al café como pocas y que bordaba la cocina. Apenas recuerdo su sonrisa, se fue demasiado pronto y yo solo tenía seis años. Juana era mi madre.

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