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El Ejército salta a la política

No debería sorprender que algunos de los miembros de las Fuerzas Armadas salten a la política. Lo triste es que los partidos acudan a ellos como una consecuencia del conflicto político catalán, que han ensalzado el patriotismo y la preocupación por la unidad del país, y no antes, por la valía que pueden demostrar en responsabilidades públicas El Ejército se mantiene al margen de la política, pero en las elecciones generales que se celebran dentro de poco más de un mes tendrá un protagonismo indiscutible. Y no es porque los partidos políticos hayan decidido prestarle a las Fuerzas Armadas la atención que se merecen en sus programas electorales, sino porque entre los candidatos habrá algunos militares que dan el salto a la política. El número no es elevado, pero sí significativo si se tiene en cuenta que la presencia castrense en las listas era prácticamente nula o anecdótica. En los últimos años, sólo el PSOE y Podemos habían elegido a militares para sus candidaturas, con Zaida Cantera y el ex Jemad, Julio Rodríguez, respectivamente. En estas elecciones se suman varios más, y dos de ellos serán cabezas de lista en Melilla, como son el ex comandante general, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, candidato al Congreso por el PP, y el ex oficial de La Legión José Antonio Herráiz, candidato a la misma Cámara por Vox, partido éste que ha reclutado a más mandos militares para sus listas en el resto de España.
El PSOE ya ha mostrado sus reticencias a estos fichajes militares, a pesar de que fue el primero en hacerse con uno hace cuatro años al llevar como candidata a Zaida Cantero, que estuvo recientemente en nuestra ciudad. Y así lo hizo ver la ministra de Defensa, Margarita Robles, cuando dijo que las Fuerzas Armadas están «al margen de cualquier discusión política» y la «neutralidad política» es la «clave» de su labor, por lo que «sería bueno que ninguna fuerza política tuviera la tentación de utilizarlas». Las palabras de la ministra revelan esa doble vara de medir típica del PSOE, que hace suyo el refrán de “consejos vendo y para mí no tengo”.
No es una novedad ni debe de sorprender a nadie esa actitud del PSOE, que en Melilla también se ha encargado de intentar desprestigiar la candidatura del PP, encabezada por Díaz de Otazu, diciendo que es una imposición de Génova. Eso lo sabrán en el seno del PP, pero aunque fuera cierto, tampoco sería un escándalo, y menos después de que esta semana, el histórico socialista melillense Amin Azmani haya destapado un dedazo en el PSOE local para colocar a un candidato afín, Jaime Bustillo, por encima de la decisión de las bases.
Tampoco debe sorprender la presencia de militares en las listas electorales. Mientras están en activo, limitan voluntariamente sus derechos civiles, pero si pasan la reserva, deben ser libres de ejercer sus derechos, al igual que ocurre en otros países como Estados Unidos, donde no es raro que después de años en el servicio activo, destacados miembros de las Fuerzas Armadas han ido ocupando altos puestos de la Administración hasta llegar, ni más ni menos, que a ser presidentes del país.
Además, no hay que olvidar la importancia que tienen para el país las Fuerzas Armadas, a menudo olvidada por los responsables políticos. No obstante, que se recurra a los militares deja en mal lugar a la clase política profesional, muy denostada en amplios sectores de la sociedad, como aseguran muchos estudios demoscópicos. Sin embargo, las Fuerzas Armadas siempre están entre las instituciones mejor valoradas por los españoles. Por eso decimos que no debería sorprender que algunos de sus miembros salten a la política. Lo triste es que es que los partidos acudan a ellos como una consecuencia del conflicto político catalán, que han ensalzado el patriotismo y la preocupación por la unidad del país, y no antes, por la valía que pueden demostrar en responsabilidades públicas.No debería sorprender que algunos de los miembros de las Fuerzas Armadas salten a la política. Lo triste es que los partidos acudan a ellos como una consecuencia del conflicto político catalán, que han ensalzado el patriotismo y la preocupación por la unidad del país, y no antes, por la valía que pueden demostrar en responsabilidades públicas

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