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Carta del Editor

Convertir la política en un estilo de vida aspiracional

Leo a Steve Bannon, ex asesor y luego íntimo enemigo del presidente Donald Trump y considerado uno de los padres del populismo moderno, en una entrevista que le hicieron en El País el lunes pasado. Me llaman la atención algunas de las cosas que dice. Ejemplos: China practica el capitalismo depredador; Salvini (vicepresidente de Italia) y Viktor Orban (primer ministro de Hungría) son los dos políticos más importantes hoy en Europa; no recibo ni un dólar de ningún Gobierno o partido; convertir la política en un estilo de vida aspiracional; Rusia es una cleptocracia gestionada por el KGB y su economía tiene el tamaño del Estado de Nueva York; los partidos aburridos de centro ya no pueden ganar. Leo a Steve Bannon, ex asesor y luego íntimo enemigo del presidente Donald Trump y considerado uno de los padres del populismo moderno, en una entrevista que le hicieron en El País el lunes pasado. Me llaman la atención algunas de las cosas que dice. Ejemplos: China practica el capitalismo depredador; Salvini (vicepresidente de Italia) y Viktor Orban (primer ministro de Hungría) son los dos políticos más importantes hoy en Europa; no recibo ni un dólar de ningún Gobierno o partido; convertir la política en un estilo de vida aspiracional; Rusia es una cleptocracia gestionada por el KGB y su economía tiene el tamaño del Estado de Nueva York; los partidos aburridos de centro ya no pueden ganar. Con esas ideas, insistiendo e insistiendo, sin miedo a expresar sus ideas, Bannon se ha hecho rico y, lo que es más importante, influyente, muy influyente, en cuanto que muy escuchado en un mundo muy cambiante.
“Un general (Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, si finalmente llega a buen término su permiso administrativo) y un coronel (José Antonio Herráiz) pugnan por el escaño de Melilla en el Congreso”, era un subtítulo de El País, también del lunes. Podrían haber añadido, si en El País, que cree saberlo todo y de todo intentan dar lecciones progres, supieran más de Melilla, que también hay otro militar (Emilio Guerra) aspirante, en este caso al Senado, por un partido, Coalición por Melilla, con aspiraciones fundadas de obtener un buen resultado, un partido que, con la elección de Emilio, ha dado un paso muy importante en la dirección de intentar ser el partido local que Melilla, por sus especiales características y su crítica situación-especialmente económica- necesita. Un grupo importante de empresarios locales, despechados con el trato que el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, les ha proporcionado durante años, han estado detrás de este primer gran cambio en CpM, cuyo deseable final sería pasar de ser un partido étnico-religioso (algo letal para Melilla) a ser un partido local al que, como decía el mismo Imbroda hace años, “no le mande Madrid”.

A lo mejor lo que parece tan deseable como imposible, esa mutación de CpM, no lo es tanto, si se presta atención al primer término del nombre del partido: la palabra Coalición. Me refiero a la conveniencia de pensar, antes de las vitales elecciones locales del 26 de mayo, en hacer una verdadera coalición de partidos e intereses, legítimos intereses, locales, sobre los que no mande “Madrid”, esto es, que sean defendidos intereses específicamente de Melilla, sin que sean subordinados a otros, por legítimos que sean, de ámbito nacional o internacional. En definitiva, que haya un equilibrio político entre lo de dentro y lo de fuera de Melilla, un equilibrio del que ahora Melilla carece y cuyo resultado es el caos y la desesperanza actuales.

Vuelvo a Bannon, el que consiguió que alguien que tenía todas las bazas y todos los pronósticos para perder contra la experimentada y bien criada Hilary Clinton, el denostado Donald Trump, ganara las elecciones norteamericanas. ¿Cómo? Quizás, como Bannon dice, “convirtiendo la política en un estilo de vida aspiracional”, aspirando a algo que no sea mantenerse en el poder como sea, repitiendo los mismos patrones de comportamiento, rodeándose de la misma gente que no puede, ni aspira a hacerte sombra. Así no se puede aspirar a nada sólido, así sólo se consigue, como ocurre en nuestro caso melillense, que la mayoría de la población aspire a irse de la ciudad.

La situación política de Melilla, y como consecuencia inevitable la situación económica, ya no se pueden mantener más. Lo que ha pasado hasta ahora, con sus claros y sus sombras, pasado está. Hay que agradecer a los que han luchado políticamente por mejorar Melilla su esfuerzo, pero ya está, tienen que entender ya que así no se puede seguir, que estamos en otra era y que Melilla, como ciudad española y democrática, se está muriendo a chorros.

El miércoles vino Pablo Casado -un gran orador al que, por el bien de España, le deseo que gane y pueda gobernar- a Melilla. Me hubiera gustado, pero no fui a verle. Ir a aplaudir no forma parte de mis aspiraciones vitales y menos si, como es el caso, Casado tiene pendiente una comida conmigo, a sugerencia suya. Cuando eso se cumpla, hablaremos. Mientras, sólo queda reflexionar en que un político que no cumple sus pequeñas promesas/acuerdos es posible que tampoco cumpla los grandes. Y a él y a los políticos en general, especialmente a los locales, recordarles que cuando ellos ya no estén en sus puestos yo seguiré estando en el MELILLA HOY y en las Gacetas de Madrid. Del MH, por cierto, me intentaron echar ya hace bastantes años algunos políticos entonces muy poderosos, con dinero y poderes públicos en prevaricador uso. Políticos que ya no lo son, porque han sido echados por los ciudadanos. Efímera es la vida política, aunque algunos -que no tienen otra posibilidad de vida tan holgada sin política- no lo crean.

Posdata. Una de pronósticos electorales. Un buen amigo melillense, con una gran formación matemática y un profundo conocimiento de lo que pasa en nuestra ciudad, me lanza y apuesta sobre su pronóstico en las elecciones locales: 10 escaños para el PP, 8 para CpM, 5 para Ciudadanos y Vox (sin determinar su reparto) y 2 para el PSOE. Los líderes locales de todos los partidos aseguran que jamás pactarán con el PP de Imbroda. La pregunta clave es si en el PP, Ciudadanos, Vox y PSOE decidirán las candidaturas -que determinarán los resultados- y los posibles pactos en Melilla o en Madrid.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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