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El final justo, aunque tardío, de una larga injusticia

La Audiencia Provincial de Málaga, sección 7ª en Melilla, acordó el 2 de abril el desistimiento de la causa que se abrió hace años contra numerosos melillenses en la que algunos políticos y personajes fracasados, que mintieron hasta la náusea, calificaron como “El caso del Campo de Golf”.

Fue ese “caso” inventado que ahora ha terminado en nada, como tantos otros antes, un episodio más del final de un calvario para todos los injustamente denunciados, el fin de una larga injusticia que ha hecho un daño incalculable, insoportable, larguísimo en el tiempo, a muchos melillenses. Un daño al que se suma lo ocurrido con tantos otros casos también archivados y a los afectados por los que, por desgracia, todavía quedan por resolver. Al daño directo a los afectados habría que sumar el daño colectivo que se ha hecho al conjunto de la ciudad de Melilla, que ha vivido un régimen de terror basado en denuncias falsas e “investigaciones” increíbles, que han paralizado el ritmo de funcionamiento normal de la ciudad y causado un efecto nocivo que tardará décadas en ser remediado, si es que se consigue.
La denuncia contra el Club Campo de Golf, presidido entonces por nuestro Editor, Enrique Bohórquez López-Dóriga (en la fotografía), fue una denuncia política, viciada de origen, lamentablemente “investigada” por un funcionario público de nefasto recuerdo y aún más nefasto quehacer, alentada por políticos fracasados. En resumen, un verdadero horror mantenido injustamente durante años y al que la misma Justicia ha puesto fin, por fin.

Es un día de alegría para los afectados y denunciados, en principio por una presunta comisión de infinitos delitos que, con los años, se fueron reduciendo hasta finalmente quedar en nada, pero el daño causado a tantas personas es irreparable y los que una y otra vez han estado insultando y calumniando a los injustamente denunciados, especialmente a nuestro Editor, como se acaba de demostrar, deberían tener vergüenza, si la tuvieran, por todo el daño que han hecho y deberían pedir perdón por lo que durante tantos años han dicho y escrito, a veces amparándose en el relativo anonimato de las redes sociales. No deberían creer que todo el daño causado va a quedar impune, porque eso no va a ocurrir.

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