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El Torreón del Vigía

Llega el tiempo

Siempre busco en la prensa escrita la opinión, la que nace del pensamiento, vivencias y análisis de quien lo escribe. Pero antes de la columna hay que ser reportero, hay que informar y besar la lona como hizo Manuel Alcántara. Aquel que miraba “desatendido” a la mar desde una Málaga que “naufragaba y emergía” o que siendo niño jugaba a la alegría. En este Abril se han ido dos grandes de la palabra en español, Rafael Sánchez Ferlosio y Manuel Alcántara. El primero mezcla en la novela “El Jarama”, tiempo literario y real. Y ahí llega a anteponerse a los propios personajes que son parte de un paisaje. Alcántara decía: “Los adultos más siniestros, aquellos que consintieron el fallecimiento del niño que un día fueron”. Por eso siempre en sus columnas, mas de veintidós mil, y redactadas en su tradicional maquina “Olivetti” miraba la realidad con los ojos de quien el tiempo no llega a enturbiar. Manuel Alcantara decía que unas cuantas palabras le mantienen: “duda, esperanza y amor”. ¿Quien no duda y mas en una sociedad que juzga mirando para otro lado?. La esperanza, es la Vida. Y con ella observamos la sonrisa, el silencio sonoro o llegamos a descubrir la amistad verdadera. Del amor se aprende tanto como de su ausencia. Rafael Sánchez Ferlosio cree en que el niño adquiere la educación de forma activa y es la vergüenza la que diferencia la educación de la doma. En su obra “Alfanhuí” cuenta como un niño aprende sin la menor traba a la imaginación. Antonio Banderas en el último adiós a su paisano se quejaba de como los poetas van dejando solo al mundo. Al cual, siempre diremos mientras esto no cambie, le sobra la envidia, la maldad, la caridad o la soledad. Pero Alcántara ponía poesía a la columna y así describía al cojo manteca…“un amateur del destrozo, un D'Artagnan de los escaparates, un Atila de las aceras. Cojo como Lord Byron, como Quevedo, pero sobre todo cojo como Silver, el pirata de La isla del tesoro, se sumaba gustosamente a todas las manifestaciones. Era un solidario del descontento y donde ponía el ojo ponía las muletas, convertidas en mástiles donde ondeaba la invisible bandera del descontento”. Ironía, humor, realidad, mezcla de crítico y sensato, eran las características de este malagueño que decía “tengo ya edad de esquela”. “Si se mira bien, todos los triunfos, en deporte, en política o en amor, consisten en llegar a tiempo”. Manuel Alcántara, el último columnista diario.

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