La democracia como la conocemos nos viene heredada de la Grecia clásica antigua. Fueron los primeros los que con su filosofía, cultura y libertad de pensamiento, los que favorecieron, iniciaron e impusieron un sistema general de participación activa en la formación de los distintos gobiernos de los Estados. Llegaron incluso a dirigir a los no “activos”. Esto lleva necesariamente a la creación e institución de una sociedad culta, participativa y libremente avanzada. Las ciencias, las letras y la política alcanzan los peldaños más avanzadas de la historia de la humanidad.
La religión que practicaban era la politeísta, y como tal la dedicación a la práctica religiosa era más dispersa, menos intensa, menos coactiva, favoreciendo esto al desarrollo de las ideas y pensamientos del éxito griego (Atenas).
Son posteriormente, las religiones monoteístas, esencialmente el cristianismo e islamismo, las que ponen en peligro esa gran conquista social.
El cristianismo (católico, protestante, etc., etc.) tiene su momento en la historia (declive social, cultural y humanitario) en el que intenta imponer como forma general de comportamiento, social, público y privado e incluso a la política, las leyes de Dios, como guía, como base esencial de toda autoridad. Pero es, por una parte, el germen inoculado por la Grecia clásica, y por otra el carácter de la propia Iglesia que por su adaptabilidad a la sociedad, ha ido siempre con retraso, paralelo a la evolución y desarrollo de la sociedad, es lo que impide que se institucionalice el/los intento/s de teocratización. Y es el Islam quien en esto tiene éxito.
Nace en las llanuras áridas y secas de Arabia, habitada por tribus nómadas dispersas, siempre en continuo enfrentamiento y de práctica que religiosa el politeísmo.
En ese tiempo, segunda mitad del siglo I d.C., cuando Mahoma en edad madura, y después de un retiro espiritual voluntario, manifiesta haber tenido revelaciones, recopilar partes del Antiguo Testamento y de las ideas reveladas y da a conocer el libro sagrado de los musulmanes, el Corán, donde establece las leyes, normas de comportamiento del fiel. En este libro sagrado establece líneas generales fundamentales y las más interesantes son: La benevolencia, la generosidad y “el sometimiento”. Y es esto lo que hace al Islám una religión de sometimiento de los practicantes, de sus fieles, sometimiento de la persona, de las sociedades, de las leyes mundanas creadas por los hombres. Todo debe estar sometido a Dios (Alá) que es la perfección absoluta. Y esto no es ni más ni menos que la definición de teocratización.
