Ayer, por unas horas, el escenario del Kursaal se llenó de magia. Es la radio cuando a fuego lento, con la palabra justa y la mente abierta y amueblada hace que el escuchante se sumerja en un espacio único de entretenimiento, imaginación y aprendizaje. La radio intuye una cara, recrea lo plasmado en un libro o nos hace deslizarnos mientras suena música tanto como ayer la comunicadora lo hizo en el estático soporte de una silla. Melilla da la bienvenida a la capitana de las ondas, Pepa Fernández, que con su equipo de Radio Nacional, lanzaron a la otra costa el proyectil de la voz.
Sois “caminantes” en mil ochocientos treinta espacios y cuando se cumplen vuestros primeros veinte años habéis encontrado abrigo en este puerto. Esta tierra os recibe modernista en el centro para mirar hacia arriba como recomendaba Pilar Varela, heroica en la Vieja Melilla y como dice nuestro himno creciendo al calor de cada rezo. Orilla del dialogo, rincón que sueña con el norte del progreso y no deja de mirar al sur del intercambio. Preguntaba Pepa Fernández a Antonio Bravo por el papel de España en el norte de África y decía el Cronista que es un mar de encuentro, de posibilidad y a veces de barrera, con una influencia entre ambos. Tal vez por eso Fernando Arrabal la postuló para ser sede de una sociedad de naciones. Pepa Fernández, en las cuatro horas que duró el programa y que hoy tendrá su continuidad, instaló por las ondas el mejor stand que pudiéramos soñar en FITUR. La influencia de la periodista hace atractivo como destino a Melilla desde la cultura a la gastronomía pasando por la solidaridad. Hay otra realidad que Rne supo descubrir. Hoy como ayer, Pepa y los suyos volvieron a hacer posible que un Sábado y un Domingo, desde Rne, no son un día cualquiera. Gracias.
