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Carta del Editor

El cambio ya ha llegado

Me regala mi amigo Carlos Benet unos cuantos libros. Carlos fue senador y compañero de muchos avatares políticos desde que, hace ya casi treinta y cinco años, fundé, con apoyo de un grupo de amigos melillenses, el periódico MELILLA HOY para cubrir, a petición de esos amigos, la orfandad periodística en la que Melilla se encontraba entonces, allá por los inicios del año 1985.

Eso, el nacimiento y la pervivencia del MELILLA HOY, contribuyeron poderosamente a que Melilla en general, y la política melillense en particular, cambiaran. Muchos melillenses de hoy desconocen lo que ocurría entonces e ignoran la razón que explica muchas de las cosas que ahora suceden, pero gran parte de la historia de los últimos 34 años de nuestra ciudad se encuentra narrada en los libros encuadernados del diario MH que se hallan frente a mi despacho del periódico. Un día, cada vez más próximo, escribiré mis memorias ligadas a la existencia y los avatares del periódico, que son los avatares de nuestra ciudad.

Me regala mi amigo Carlos Benet unos cuantos libros. Carlos fue senador y compañero de muchos avatares políticos desde que, hace ya casi treinta y cinco años, fundé, con apoyo de un grupo de amigos melillenses, el periódico MELILLA HOY para cubrir, a petición de esos amigos, la orfandad periodística en la que Melilla se encontraba entonces, allá por los inicios del año 1985.

Eso, el nacimiento y la pervivencia del MELILLA HOY, contribuyeron poderosamente a que Melilla en general, y la política melillense en particular, cambiaran. Muchos melillenses de hoy desconocen lo que ocurría entonces e ignoran la razón que explica muchas de las cosas que ahora suceden, pero gran parte de la historia de los últimos 34 años de nuestra ciudad se encuentra narrada en los libros encuadernados del diario MH que se hallan frente a mi despacho del periódico. Un día, cada vez más próximo, escribiré mis memorias ligadas a la existencia y los avatares del periódico, que son los avatares de nuestra ciudad.

Leyendo uno de los libros que Carlos Benet se empeñó en que me llevara de su casa me llamó la atención, una vez más, la diferencia que existe entre el ayer y el hoy. El libro, de un tal Ángel Font y publicado en 2003, se titula “La transición política española. Los años Pujol” y viene precedido de unas frases sobre Jordi Pujol de tres ex presidentes españoles. Adolfo Suárez escribió: “Los años del Muy Honorable Sr. Pujol han sido decisivos para la implantación de la Democracia”. Leopoldo Calvo Sotelo: “Pujol puede irse tranquilo del palacio de la Generalitat, dejando a quienes le sucedan la tarea histórica de administrar su ingente obra”. Felipe González: “Un trabajo sobre una época apasionante de la historia de nuestro país: la transición”. Ahora sabemos más sobre Jordi Pujol, conocemos cómo se fraguó el separatismo catalán y como el “Muy Honorable” era, en realidad, un gran ladrón nada honorable.

Las cosas, a menudo y como el caso de Jordi Pujol demuestra, son muy diferentes de lo que parecen ser. Mañana, por la mañana en el acto de la elección del presidente y los dos vicepresidentes de la Asamblea de Melilla -empiezo a escribir esta Carta el viernes por la tarde- veremos quién es quién. Y durante la madrugada del viernes-sábado me surge una pregunta: ¿faltará o no llegará a tiempo a la Asamblea uno de los 25 diputados electos?
Ya llegó el sábado, 15, ya había llegado el cambio en Madrid, el actual faro de España -adiós Carmena, adiós, bastante daño hiciste ya- y cuento lo que vi ayer en el Palacio de la Asamblea de Melilla.

A diferencia de lo que ocurrió años atrás, todos los diputados electos, los 25, llegaron a tiempo para votar a la hora de elegir al presidente y los/las dos vicepresidentes/as de nuestra Asamblea. Como habíamos previsto, 13 diputados -CpM, PSOE y Eduardo de Castro- votaron a favor de éste último como presidente de la Asamblea y de la Ciudad Autónoma. PP y los dos de Vox votaron a favor de Juan José Imbroda (12 diputados). Conclusión: el nuevo presidente electo de Melilla es Eduardo de Castro, e Imbroda, presidente desde el año 2000, ha dejado de serlo. Los vicepresidentes serán Dunia, vicepresidenta primera, y Daniel Conesa, segundo (por cierto, y a modo de anécdota, el único diputado del PP que “prometió”, en vez de “juró” en el emotivo acto de toma de posesión como diputados).

Desde hace años defendemos en este periódico, el periódico de la ciudad, la postura de que el cambio es inevitable en el mundo entero y que, en Melilla, además de inevitable, es imprescindible. Pues bien, el cambio no se ha producido desde dentro del partido gobernante, como hubiera sido aconsejable y como aconsejamos, sino que ha llegado desde fuera, de una manera quizás no excesivamente comprensible -que un diputado que se presentó como cabeza de lista de un partido político que sólo logró un escaño sea presidente de la Ciudad no deja de ser extraño- pero absoluta y democráticamente legal. Conclusión: el cambio ha llegado y ya tenemos nuevo presidente.

La tarea de Eduardo de Castro como presidente- y la de sus imprescindibles apoyos políticos- no va a ser fácil. Va a heredar una situación muy difícil y va a depender de unos escaños que no son los suyos. Pero, como Melilla casi entera ansiaba un cambio, tiene una oportunidad única de lograrlo, siempre que sus decisiones no sean más de lo peor de lo mismo, como ya ocurrió años atrás (releer el MELILLA HOY de aquellos últimos años de Ignacio Velázquez y los primeros de Enrique Palacios). Si consigue un cambio real, profundo, sólido, apoyado en los empresarios -los únicos que pueden crear riqueza para Melilla- perdurará. Si no, durará un año, hasta que se le pueda presentar una moción de censura.

El cambio ya ha llegado. Las buenas formas no deberían perderse, porque las formas, en democracia, también son importantes. Los arribistas traidorzuelos, como Jesús Delgado, ya se han quedado sin nada, lo que se merecen. Los miserables, gafes chulescos y que fueron repugnantes políticos -como Julio Liarte, lo peor de lo peor- ya se han retratado, una vez más y ante testigos, como lo que son, el más asqueroso pasado político melillense. El cambio no es recurrir al pasado, es pensar en el futuro y ponerse a servir a ese futuro melillense, no a los pelotas, rencorosos, inútiles redomados ahora criticadores del pasado que ellos mismos protagonizaron.

Como editor del MELILLA HOY deseo éxito a los nuevos gobernantes de nuestra ciudad. No hace falta que les diga, porque ya me conocen, que jamás obedeceré, como jamás he obedecido, ordenes de nadie. Tampoco seré nunca un obstáculo para el progreso de Melilla, sino todo lo contrario. Pero también es cierto que nunca me rendiré. Esas son las reglas internas del juego de MELILLA HOY desde hace ya más de treinta y cuatro años, nada menos. Hemos sobrevivido a todo, y seguiremos sobreviviendo, entre otras muchas razones, porque el equipo humano de nuestro periódico, con sus defectos y humanos errores, es absolutamente excepcional, irrepetible.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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