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Los oficios tradicionales, como zapatero, en peligro por falta de clientela

Luis Esparza, con una figura que representa el oficio, “trofeo” para el trabajador local

Cada vez más, la industria se abalanza sobre los pequeños negocios; esto es uno de los motivos por los que oficios tradicionales como el ser zapatero y reparar calzado se está perdiendo. Luis Esparza, profesional de este oficio en la Ciudad con su negocio ‘El Francés’ tacha la situación en la que se encuentran estos pequeños comercios como “cruda” y que “pende de un hilo”. Además, las grandes franquicias y sus calzados a precios asequibles son otro de los grandes problemas a los que se enfrenta, sin contar con que “la juventud no quiere aprender este oficio porque no ve futuro en él”. Esparza indica las claves para que su taller de zapatería siga funcionando.

En Melilla quedan, según relata Luis Andrés Esparza, tres zapateros que a día de hoy aún continúan con sus herramientas y rodeados de calzado para reparar, entre ellos él, profesional de ‘El Francés’.
Esparza relata, con mirada retrospectiva, cómo empezó en este mundo del calzado y reparación; según él, su maestro fue Ángel Sauceda, antiguo dueño del negocio familiar que le mostró el camino para adentrarse en esta profesión que cada vez escasea más en la Ciudad.
“Hace siete años comencé a trabajar para el señor Sauceda. Él me enseñaba cómo tenía que reparar un calzado y qué se debía de hacer”, explica el actual zapatero. “El me acogió en este negocio que cada vez es más minoritario y que no encuentra a sucesores que quieran aprender los gajes del oficio”, agregó Esparza, que con alegría recuerda aquellos momentos de iniciación en el mundo del arreglo del calzado y a su maestro que falleció dejando “un gran legado”, al que siempre lo rememorará como “un buen maestro del oficio”.

Situación del oficio
Pero la pregunta era inevitable: ¿Cómo se sobrevive a la competencia de las marcas? Luis Esparza se muestra claro al afirmar que “como se puede”.
Según el zapatero, “las franquicias y las marcas aumentan, y con ellas los precios de calzado, que suelen ser bastantes asequible. Entonces, se podría decir que uno de nuestros problemas, en cuanto a este sector y está profesión, reside ahí, en la facilidad del público de obtener calzado a precios con los que no se puede competir”.
De este modo, el reparador indica que “nosotros solemos tener unos precios cerrados, populares, pero no podemos rebajar más porque las ganancias serían nulas”.
En este sentido, Esparza explica que “yo trabajo con material de calidad, que me lo traen de una empresa de Antequera y no puedo permitirme poner precios más bajos porque eso hay que pagarlo; es por eso que los melillenses, o cualquier ciudadano, prefiere comprarse otro par de zapatos antes que repararlos”.
Pero esto no es el único problema que achaca el profesional del calzado, sino que añade a la lista varios más. “Este es un oficio que hay que aprenderlo, con paciencia, y esto la juventud no lo entiende, porque piensan que la profesión de zapatero no es una buena salida profesional, por lo que no quieren aprender y no se puede dejar “como herencia” este trabajo”, agrega Esparza.
“La situación de los jóvenes en Melilla es cruda”, eso también es otro de los problemas que le añade el zapatero a su sector. “Quedamos tres, eso puede explicar un poco cómo está el oficio en la Ciudad, pero si la gente joven se marcha de Melilla o no quiere aprender a reparar un zapato, el oficio pende de un hilo”, añade el melillense.
El zapatero local mantiene que “posiblemente, una solución para que esta profesión, y otras, no se pierdan puede residir en que nos apoyen y ayuden; puede que estemos un poco olvidados, pero aquí seguimos”. Mientras tanto, ‘El Francés’ continúa reparando cientos de pares de zapatos de melillenses, esperando que este oficio “no se pierda”.

Calidad, puntualidad y clientes fijos

Por lo tanto, si la situación para este sector se plantea difícil ¿Cuál es la clave para que una pequeña zapatería de la Ciudad siga hacia delante enfrentando a las grandes marcas? Esparza lo tiene claro. “Yo intento utilizar productos de calidad, es decir, que lo que use en una reparación sea una garantía segura para el cliente y pueda continuar utilizando ese zapato, o cualquier otro producto que pueda reparar, como un bolso, por ejemplo”.
Después, el zapatero asegura que “la puntualidad también es clave; el cliente te fija, en cierta manera, unos plazos y yo, en la medida de lo posible, intento cumplirlas sin fallar”. Por último, el as que se guarda bajo la manga es la mejor estrategia de mercado para poder sobrevivir al auge de las franquicias: “Siempre hay que tener una clientela fija, que conozcas y que confíe en ti para futuras reparaciones, y eso se consigue trabajando bien la reparación y con todo lo dicho. Sin clientes que sigan viniendo, es muy difícil continuar”.

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Luisa Maria Sanchez Ballesteros

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