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Carolina Ulibarri Rubio “El cementerio de la Purísima Concepción de Melilla es el guardián de las historias de sus moradores, de aquellos que un día fueron parte activa del devenir diario de esta ciudad milenaria.”

Más de tres décadas de investigación, de interés por conocer todo aquello que hay tras los encalados muros del cementerio de la Purísima han dado como fruto algunas publicaciones y programas de radio en Onda Cero Melilla. Muchas son las personas que demandan conocer “algo más” de saber de estas historias y sus protagonistas. Espero que esta nueva sección sea del agrado de aquellos que tienen un especial interés por nuestro camposanto. Poco a poco y gracias a Melilla Hoy iré desvelando que historias permanecen ocultas junto a sus protagonistas tras los mármoles de tumbas y nichos. Patio 8, fila 6, nª 6
Natural de Madrid, hija de Carlos y Natalia. Tenía dos hermanos: Carmen y Carlos. Estaba casada con el médico militar Víctor García Martínez. Eran padres de dos hijos: Víctor y Agustín. Domiciliados en la calle General Polavieja nº 50.
Falleció el 28 de octubre de 1918 a los 25 años a consecuencia de una gripe.
Al día siguiente El Telegrama del Rif publicaba la noticia:
“En la más completa lozanía de su juventud, cuando el acendrado cariño de un amante esposo, el arrullador ambiente de un tranquilo hogar donde la felicidad tenía su asiento, una traidora enfermedad ha cortado brutal el hilo de la vida de la virtuosa señora doña Carolina Ulibarri Rubio, esposa del conocido facultativo don Víctor García Martínez.
Y al dolor producido por la fatal pérdida del ser amado, uníase sin duda, el desconsolado esposo la amargura producida por el convencimiento de que la ciencia nada puede, ante los inescrutables designios de la Providencia.
Vayan a la apenada familia de la difunta nuestras sentidas dolientes frases de pésame por la desgracia sufrida, y que la resignación venga en su ayuda para soportar tan terrible golpe.
La conducción del cadáver de la infortunada señora tendrá lugar a las cuatro de la tarde de hoy.”
De este hecho se daba cuenta en días posteriores:
“A las cuatro de la tarde anterior, tuvo lugar la conducción a su última morada, del cadáver de la señora del distinguido facultativo don Víctor García Martínez. El triste acto constituyó una verdadera manifestación de duelo, en la que tomaron parte representaciones de todas las clases sociales.
El soberbio féretro, iba conducido en magnífica carroza fúnebre con seis caballos de la empresa “La Siempreviva”.
En la carroza figuraban las siguientes magníficas coronas:
Una, de flores naturales del general Aizpuru, con la siguiente inscripción en las cintas: “El Comandante General y familia a la señora de García Martínez”.
No podía imaginar la máxima autoridad militar en Melilla que apenas seis meses después su familia pasaría por el mismo trance por la muerte de su esposa Sofía Martín Pinillos.
Otra corona monumental, enviada por el Cuerpo de Sanidad, con la siguiente dedicatoria:
“Los jefes y oficiales del Cuerpo de Sanidad Militar a doña Carolina Ulibarri.”
Estas fueron algunas de las coronas que la acompañaron en el cortejo fúnebre.
El duelo estuvo presidido por el general señor Monteverde, que ostentaba también la representación del Comandante General Sr. Aizpuru, y otras autoridades militares.
Víctor García Martínez
El capitán médico (oftalmólogo). Hijo de Víctor García Bermejo y Agustina Martínez Molina, fue un brillante oficial que junto con su hermano Modesto, también médico, especialista en pulmón y corazón, murieron el 29 de julio de 1921 en Monte Arruit. Con respecto a este día disponemos de algunos datos:
En la madrugada del día 29 de julio sale la columna de Tistutin hacia Arruit. Y en ella los hermanos García Martínez.
“El fuego se corre a ambos flancos. La oscuridad es disipada por los fogonazos de la fusilería, la columna avanza disparando. Ya clarea el día cuando se divisa Monte-Arruit, pero parece imposible alcanzarlo; el fuego arrecia contra los flancos y la retaguardia…
Caen muertos los teniente coroneles Álvarez del Corral y Piqueras; los capitanes La Lama, Margallo, tenientes Salgas, Sanjuan, los tenientes médicos García Martínez- los dos hermanos caídos junto a las camillas- y otros varios oficiales han sido heridos. Las bajas de tropa son también elevadas.”
Discípulo predilecto del Dr. Márquez publicó dos volúmenes de las lecciones del sabio profesor. Colaboró en revistas profesionales. Dejó inconclusa su obra “Exploración oftalmológica”.
En 1918 tenía la consulta en la calle General Polavieja y en 1919 en el numero 23 de la calle General Marina.
Fue profesor de los cursos de oftalmología del hospital Docker y en julio de 1921, era jefe de la enfermería de Dar Drius.
La placa que da nombre a la calle en el barrio general Sanjurjo, Hipódromo, fue colocada a finales de 1923.
Lógicamente hubo una propuesta previa. Así, en el acta de la Junta de Arbitrios, de fecha 4 de enero del año citado, se recogía la información siguiente:
“Después propuso el Sr. Ramos, haciéndose eco de indicaciones de un periódico local, se de el nombre del Capitán Médico Don Víctor García Martínez y del Teniente de Infantería Don Leopoldo Aguilar de Mera a dos calles de la ciudad teniendo en cuenta que además de haber sucumbido heroicamente en los sucesos acaecidos en julio de 1921 brillaron entre la intelectualidad melillense…”
Los emplazamientos propuestos en las zona cercana a la Comandancia de Ingenieros y la explanada llamada vulgarmente “del bombillo”, como se recoge en el documento, no son los que finalmente se les asigno y que persisten a día de hoy.
A las seis de la tarde del domingo 9 de diciembre de 1923 en el salón de actos de la Cámara de Comercio, y organizada por el Ateneo Científico, Literario y de Estudios Africanistas, se celebró una velada necrológica en homenaje a tres oficiales fallecidos en 1921 y miembros de esta entidad: el capitán de Ingenieros Félix Arenas Gaspar, el teniente del Regimiento de Ceriñola, Leopoldo Aguilar de Mera y el capitán médico Víctor García Martínez.
En esta fecha era presidente accidental del Ateneo, Jaime Tur. La persona encargada de hablar sobre García Martínez fue el señor Sánchez Ferrer. De él dijo que “su amor por la gloria, le hizo inmortal en el recuerdo de los ateneístas y de todos los españoles patriotas”.
Puso también de relieve el entusiasmo y la devoción de este hombre por la cátedra, de la que era un enamorado, enalteciendo también sus grandes méritos como sociólogo.
Terminó su disertación dedicando, en sentidos términos un recuerdo a la memoria eterna de García Martínez.

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