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El Torreón del Vigía

La impostura, el pánico y 155

De Pablo a Pablo. Iglesias “ejerció” como jefe de la oposición, pero el que se consolidó fue Casado. Lastra, un poema y Rivera, el azote. La sesión de investidura del candidato a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, se tornó en impostura, mientras se oían voces en la habitación del pánico. Esta semana en el Congreso había demasiados personajes, D. Pelayo y sus hijos, los vástagos de un resucitado Aznar, los cuentos de Oriol por carceleras, la cara de malo de Rufián, los señoritos de la ría y las abuelas canarias. Y el Gobierno, ¿pa cuándo?. Nunca hemos estado en Julio más cerca de noviembre.
Esta semana ha sido la del 10, desde Downing Street al correspondiente del mes de difuntos. Derribo sin más, ¡lo que hace el inglés para que suene bien un escombro! España cierra por vacaciones, eso quien pueda, con un emoticono de cara roja y cejas señalando el suelo. Harto, colmado, empachado y saturado, así está esta nación. Mientras Su Majestad pospone Marivent para ver que ocurre en el ruedo ibérico. ¿De nuevo Sánchez o Casado podría ser propuesto? Los confidenciales dan dos años a lo que hay y entonces el Pablo de Génova llegará a Moncloa. Quien cada vez da un paso al lado es el otro Pablo en beneficio de Irene. Si algo positivo hemos visto en el Hemiciclo en las dos sesiones es que se va imponiendo el subir a Tribuna sin papeles y emplear la memoria para desarrollar un discurso. De nuevo Ana Oramas, ella sí que aprueba, se consolida como eficaz parlamentaria, como lo puede ser, si la dejan, la podemita, Ione Belarra o la de C´s, Ines Arrimadas y no debemos de perder la atención de un Santiago Abascal, que, en su estreno como portavoz, nos promete buenas tardes, no así su compañero Iván Espinosa, cuyo tono hace perder todo, hasta el acuerdo. ¡Ay St. Tropez! ¿Dónde quedó aquella Minoría catalana que nos contaban quienes la vivieron comparada con tanto lazo y flores amarillas? Mal color para el teatro y como se ve para la convivencia. Juntos, pero mal avenidos. La cara de Adolfo Suárez Yllana, en su escaño era la de la nostalgia por su padre y algo más. Mientras la manera de levantarse de Francisco de la Torre desde su asiento “ciudadano” me trasmitió el adiós que luego anunció. El hormigón y la impenetrable puerta dio paso al dígito político más popular e interpretativo en la historia de este país, 155, de “razones”, soberanía y libertad y NO. Así es España con la que no podrán terminar, a pesar de todo lo que está ocurriendo. Están ustedes bonitos, ha dicho Ana Oramas. Pues eso.

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