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Historia

En el 98 aniversario de la pérdida de ABARRÁN….”CARCOMA DE LOS HUESOS”…Prologo del Desastre de Annual (III)

Vista aérea del Monte Abarrán

El Chej Amar con alguno de los suyos tiraba pegado a la alambrada hasta que personalmente se lanzó con unos cuantos al asalto, muriendo en los espinos de ella y con él un primo suyo llamado Ueld Mohamed Abokoi. También murió la flor de los guerreros de Beni Bouyahie.

La figura del Chej Amar pasó a ser legendaria y pronto un poeta local inspirado en su heroísmo lanzó una especie de romance que todavía se canta en las bodas y fiestas de importancia para que se celebre el clásico baile, “el Ahidus” bereber. La copla es la siguiente:

Oh mira-Oh mira-la señorita de la
Litera nupcial.

Oh mira-Oh mira-la señorita de la
Litera nupcial.
Operaron (combatieron) los de Beni Urriaguel.

Operaron (combatieron) con ellos los de Yebala.

Los hombres de Habokuch.

Con la gente de Tabuda.

Oh Capitán Huelva, tus soldados se han acabado. (Otros dan la expresión de
“han dispersado”).

Oh, Chej Amar “El León” en la puerta, allí murió.

Oh mira-Oh mira-la señorita de la litera nupcial.

Oh mira-Oh mira-la señorita de la litera nupcial.

Oh, el monte Abarrán es la carcoma de los huesos.

El que en ti confía con el tiempo es engañado.

Te engañó Akarkach. El Hach Buiuzan.

Oh mira-Oh mira-la señorita de la litera nupcial.

Oh mira-Oh mira-la señorita de la litera nupcial.

Oh, el monte Abarrán es la carcoma de los huesos.

Allí murió el Jefe con el intérprete.

Allí murió el enemigo de Abderrahman.

El romance nos da alguna información de lo sucedido. Vemos que atacan los de Beni Urriaguel y que de Tensaman lo hacen distinguiéndose los de Habokuch (poblado del Chej Amar), Tabuda, y los Yebala. Esta última referencia indudablemente se hace por una harka llegada de Beni Amart cuya presencia debió ignorar Villar pues no se habló de ella (Los Beni Amart iban armados con Lebel y eran temidos por todos su valor guerrero. Antes de la caída de Igueriben poco a poco y sin orden de Abdelkrim se fueron a sus casas. Si Annual hubiera tenido más municiones y algo más de gente, la harka se habría disuelto).

Puede afirmarse que la guarnición de Abarrán cumple con heroísmo su misión, defendiéndose cuatro horas cercada, sin parapeto alguno por dos lados, casi sin él por otro lado, y sólo cuando quedaban 30 disparos de cañón y el enemigo irrumpiendo la somera alambrada se empieza a inutilizar las piezas, a lo que ya no da tiempo, por un oficial con un tiro en la cabeza. Del valor de Huelva se habla todavía con admiración, recordando sus gritos de ánimo y su última visión pistola en mano, abatiendo los primeros asaltantes. Uno cree que hay que descubrirse rezando ante estos héroes que eran la avanzada de una fuerza llegada al límite de elasticidad por la pusilanimidad política de los gobiernos que negaban refuerzos a nuestra labor en África, mal de aquellos tiempos, sin comprender ciegos que cavaban su tumba de dirigentes y que abrían un capítulo dolorosísimo a la historia de su patria.

En todas las objeciones que se hacen en el expediente Picasso se ve que las “pegas” se ponen a lo impremeditado y términos de ejecución de la ocupación, cuando en realidad esta se realizó felizmente por Villar. En ella quedaban los capitanes Huelva de la Policía Indígena y Salafranca del Grupo de Regulares cuyos nombres eran una garantía de una ejemplar defensa. Esta la realizaron con admiración del propio enemigo y con el sacrificio de sus vidas.

Ningún sabiondo de los que se las dieron con Picasso de videntes mencionó para nada al Chej Amar, señal de que no sabían el papel que desempeñó, rubricado con su muerte. Por todas partes faltó información. ¿Qué tiene pues de extraño el que el general Silvestre creyera todo más fácil, por lo menos hasta la caída de Abarrán?”” (Eduardo Maldonado Vázquez)
La simple escritura de lo que aconteció durante el aciago mes de Julio de 1921 (en Melilla, casi todas las desgracias han ocurrido durante ese nefasto mes), levanta pasiones enconadas, unas veces favorables a la actuación del malogrado GENERAL SILVESTRE y otras en contra de él y de su E.M.

Si el mes de Julio fue decisivo a la hora de perder todas o casi todas las posiciones españolas desde el Río AMEKRAN, (OUED EL KEBIR o EL GRAN RÍO) hasta Melilla en lo que a la zona Oriental del Rif se refiere, no es menos cierto que el mes de Junio también tuvo su importancia, grandísima, ya que fue durante ese mes cuando verdaderamente comienza lo que se ha dado en denominar EL DESASTRE DE ANNUAL.

OCUPACIÓN DE MONTE ABARRÁN
Uno de los últimos días del mes de mayo, el comandante general contempla absorto desde Annual el Monte Abarrán. Próximo a Silvestre se encuentra el comandante Villar, de la Policía Indígena, un poco destacado de los jefes que acompañaban al general.

Jesús Villar era comandante de Caballería, diplomado de Estado Mayor, gran conocedor del territorio y sus moradores, contaba con confidentes en el campo enemigo, donde se internaba con frecuencia acompañado de su fiel ordenanza para obtener informes.

Silvestre piensa:
“La ocupación de Abarrán me permitiría poner bajo el alcance de los cañones a los dudosos tensamanis y asomarme al valle del Nekor”
“Silvestre le dice a Villar, quiero saber cómo aceptarían los de Tensaman la ocupación de ese monte y la probable reacción de la harka enemiga.

Mi general la harka de Beni Urriaguel cuenta con unos tres mil hombres y observan constantemente Abarrán. El capitán Huelva, de la 15 Mía ha intensificado sus contactos con los tensamanis y parecen maduros, aunque siguen aconsejando que no demos este paso si no estamos dispuestos a emplear tres columnas fuertes”.

En las últimas horas de la tarde del martes, 31 de mayo, el comandante Villar llegaba a la puerta de la tienda del teniente coronel de Ceriñola, don Manuel Ros, jefe del campamento de Annual. Venía de Dar Buimeyan.

  • -“Villar, le he llamado porque tengo una orden urgente de poner a su disposición una columna. Para mayor secreto no me indican el punto de destino, supongo que será Abarrán”. La hora de salida, a su elección”.

Sí, mi teniente coronel, vamos a establecer una posición en Abarrán. Allí quedarán como guarnición la 15ª. Mía, la 2ª compañía del I Tabor de Regulares, la 1ª. Batería de montaña; sus mulos regresarán a Annual con las fuerzas de protección. Yo opiné que no era preciso la batería, pero el Estado Mayor creyó oportuno destacarla (¿fue el Estado Mayor, o lo impuso el general Silvestre?). También quedará en la posición una estación óptica. Saldremos a la una de la madrugada. Por delante irá la harka auxiliar de Tensaman”.

A Villar le ordenaron emplear tantos mulos para víveres, munición y material de fortificación, que tuvo que enviar la mayor parte de los de su Regimiento.

Con la guarnición para Abarrán fueron como fuerzas de protección, el resto del I Tabor, un escuadrón de Regulares, dos compañías de Zapadores, una de Intendencia; Desde Dar Buimeyan se incorporaron dos Mías de Policía. En total, 1461 hombres y 485 cabezas de ganado.

Al cerrar la noche, todo es actividad en Annual, se embastan y cargan mulos, se ensillan caballos y se municiona a la tropa.

En estas circunstancias y sin que aparezca ninguna razón clara, ninguna orden concreta y pública, sin que se hayan preparado los elementos de un plan general, sin que se dé cuenta a los jefes de servicio ni aún a los de circunscripciones, más que al de la de Annual, para que facilite al Comandante los elementos que designe, de un modo puede decirse que casi secreto, se encargó a petición del general Silvestre al Comandante Villar, la ocupación de Abarrán con una pequeña columna, cuando un jefe de Tensaman le había manifestado que próxima una harka de unos 3.000 hombres de Beni Urriaguel, que convenía emplear tres columnas fuertes, el Comandante Villar realiza la ocupación de Abarrán el 1 de junio con una columna compuesta de tres Mías de Policía en vanguardia, dos secciones de Regulares, dos compañías de ametralladoras de Ceriñola, dos compañías de Zapadores, una batería de montaña, cargas de municiones, ambulancias, compañías de Intendencia, sección de Regulares y dos compañías y un escuadrón de estas fuerzas, o sea un total de casi 1.500 hombres y cerca de 500 cabezas de ganado, fuerza insuficiente para el objetivo, y al mismo tiempo excesiva para el mando de un Comandante que operaba desligado de todo otro Jefe.

A pesar de ver a la harka enemiga se emprendió enseguida la retirada, durante la cual ya se oyeron disparos en la posición, y en vez de detenerla y enterarse de la causa de tales disparos, para en caso haber acudido a ella, se hizo dando prisa, de tal modo que habiendo tardado cuatro horas y media en ir de Annual a Abarrán, la vuelta permitió que, habiendo salido de este último punto a las once, antes de las cuatro viesen ya con un catalejo desde Annual la pérdida de aquella posición los mismos que habían ido en la columna.

La posición de Abarrán, descrita por el mismo Comandante Villar, es una loma en dirección Este Oeste, ascendiendo en esa misma dirección, y dominada, como a unos 800 o 900 metros, por otra loma situada al Norte, lo que obligó a estrechar la posición para disminuir el espacio batido, dándole unas dimensiones de unos 65 por 12 metros. El frente Oeste, donde se colocó la batería, tenía enfrente un collado dominado por la posición; el frente Este es en descenso, terminando en llano, dominado por el fuego de fusil; el frente Norte da a la barrancada del macizo de Abarrán, y el Sur desciende en pendiente muy fuerte.

La fortificación se hizo elevando un firme de 25 a 30 centímetros, y luego colocando sacos terreros hasta 1,30 metros; al frente Sur se dejó solamente ese firme, pues si se daba mayor altura había más espacio batido por el frente Norte, y se pusieron sacos terreros en las inmediaciones de la batería. La alambrada se veía desde la posición, y el frente Sur constituía por sí mismo una defensa, según opinión del Comandante Villar, que luego, naturalmente, se vio que era equivocada, pues por allí llegó el enemigo sin ser visto, gracias a la pendiente y a la maleza y monte bajo que había entre la alambrada, sólo de dos filas, y el parapeto.

Casi no es necesario hacer notar las malas condiciones de la posición y de su fortificación después de la descripción hecha por el mismo Jefe que la eligió y realizó la ocupación; si lo fuese, bastaría referirse a los consejos dados al Comandante Villar por el Hach Haddur Boaxa, que le acompañó y le indicó que el sitio elegido no era adecuado porque carecía de agua, era terreno movido y sin piedras para hacer el parapeto, y porque sabía que había inmediata una numerosa harka enemiga. También el policía Lesaar el Gurari dijo que avanzó su mía a una loma que está delante de donde se puso la posición, y que es de magníficas condiciones para la defensa, creyendo éste que si se hubiese establecido la posición en ella no la hubieran tomado los enemigos, porque dicha loma tiene despejados todos los frentes en bastante extensión.

A la una de la madrugada se pone en marcha la columna, aunque la distancia en línea recta a Abarrán es de unos siete kilómetros. Para alcanzarlo es necesario caminar unos catorce por sendas tortuosas que serpentean por un terreno abrupto. Son las 5,30 cuando, coronado Abarrán, se iza la bandera y seguidamente dan comienzo los trabajos: instalación de trece tiendas de campaña, construcción de un parapeto de piedras, y sobre él, sacos terreros, alambrada de dos filas de piquetas y asentamiento para la batería.

Después de cambiar impresiones Villar y el capitán Salafranca, que va a quedar como jefe de la posición, la columna de protección comienza a abandonar Abarrán. Villar, gran conocedor del enemigo, regresa por distinto camino para no caer en una posible trampa que le puedan tender.

Estando todavía el comandante Villar en Abarrán se recibe por heliógrafo que Silvestre acaba de llegar a Annual y felicita a las tropas por la ocupación de Abarrán. Temiendo que siga su costumbre de visitar la posición ocupada, se le comunica que no venga a Abarrán, por la presencia de la harka enemiga. Silvestre llegó acompañado del general Navarro, teniente coronel Dávila, los ayudantes teniente coronel López Ruiz y comandantes Hernández y conde Aguilar de Ynestrillas, comandante Fernández Mulero y capitán de Estado Mayor Dolz del Castellar.

Parece ser, que estando Silvestre en Annual, Abarrán empieza a ser hostilizada.

El general, en vista de ello, se dispuso a ponerse de nuevo inmediatamente en viaje, haciéndolo al poco rato acompañado por el general Navarro y los mismos jefes y oficiales que lo hicieron por la mañana. Al llegar a Drius tuvo noticias más concretas del hecho lamentable, por lo que es de suponer que cuando llega a Melilla, ya sabía lo de Abarrán.

Pero sigamos el hilo de los hechos. La columna de protección, al mando de Villar, emprendió rápidamente el regreso, despidiendo a la harka auxiliar a mitad de camino, ya que ésta debía regresar a Abarrán. Cuando van acercándose a Dar Buimeyan próximos a Annual, oyen estampidos de cañón mezclados con el crepitar de la fusilería. Estaban atacando Abarrán.

Cuando la columna de protección llega a Annual ha dejado de oírse el fuego de cañón y la fusilería. En Annual hay expectación. Todos miran hacia Abarrán, envuelto en la neblina del humo y el polvo producidos por las granadas de la batería. Los oficiales, a través de sus gemelos contemplan la entrada de la harka en la posición.

Casi al mismo tiempo que la llegada de la columna de protección a Annual empiezan a llegar los fugitivos de dicha posición.

El agudo sonido de una corneta vibra el toque de “batallón y llamada”, seguido de voces de ¡a formar1, ¡todos a formar! Se quiere evitar que las tropas contemplen el triste espectáculo de lo que fue posición de Abarrán, entregada al saqueo y posterior incendio.

Al poco tiempo de emprender el regreso las fuerzas de Villar, la harka auxiliar llega a Abarrán y releva a la Policía en un cerro que domina la posición. El enemigo empieza a rodear y cercan Abarrán. Los oficiales siguen observando el campo. Parte de las fuerzas está sobre las armas y el resto se afana en terminar la instalación de tiendas y en perfeccionar el parapeto, cuando desde un barranco próximo a la batería surge un numeroso grupo de harqueños, que empiezan a disparar sobre la posición. Casi al mismo tiempo surgen otros por los cuatro frentes de la posición.

Lo que sucede allí es indescriptible. Una granizada de balas, cada vez más intensa, se abate sobre la posición. Las piezas disparan con espoleta a cero. Las granadas estallan con ronco bramido, casi en la boca de los cañones; su metralla produce estragos, pero el enemigo, bravamente, reitera una y otra vez sus intentos de asalto. Las bajas son numerosas. Los oficiales recorren los parapetos animando a la tropa. Llevan tres horas combatiendo y la dureza de la lucha no decrece. Pronto caen agonizantes los oficiales acribillados a balazos: capitán, jefe de la posición, Juan Salafranca, capitán de la 15ª Mía, Ramón Huelva; los tenientes, Vicente Camino, Antonio Reyes Martín (todos de Regulares), Luis Fernández Martínez (de la Policía Indígena) y el caid moro Aida. El teniente de Artillería Diego Flomesta, cayó herido y fue hecho prisionero.

Continuará

Bibliografía consultada

El Telegrama del Rif
España en sus Héroes. Ediciones Ornigraf
Historia de las Campañas de Marruecos. Tomo III.

Igueriben. Teniente Casado Escudero.

Resumen expediente Picasso.

Algo Sobre Abarrán. Eduardo Maldonado Vázquez y Manuel González Scott.

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